MARTES 11 DE ABRIL DE 2000
* Maldita, Color Humano, Santa Sabina y La Lupe, sus padrinos
Panteón Rococó, impecable en su primer lustro; anegó de ska El Rayo
Jorge Caballero * La tocada del quinto aniversario del grupo Panteón Rococó, realizada el domingo pasado en El Rayo, resultó impecable, en donde más de siete mil fans, músicos, amigos y periodistas, bailaron, bebieron y festejaron, a lo largo de seis horas, el primer lustro de vida de la banda más importante de música ska en nuestro país. Y pudieron ser diez o 12 mil, a las cinco de la tarde había un mar de gente que se quedó afuera. ƑHasta cuándo les seguirán llamando minorías?
La celebración comenzó desde las dos de la tarde; la inmensa fila ondulada para el acceso se perdía a lo largo de la avenida Tláhuac, la puerta de El Rayo estaba atiborrada de otras tantas y las taquillas no dejaban de vender boletos. Dentro del lugar, los rude kids, primitivos modernos y dos que tres darks aguardaban a que se encendiera el fuego. El Rayo es un lugar sui generis, pues está decorado como plaza de pueblo: presidencia municipal, avenida con alcantarillas, farolas, edificios con arcos y su cantina. Los asistentes lanzan sus gritos de impaciencia: "a ver, a ver, a ver a qué horas, cabrones"; otros más descansan en círculos o sentados en la avenida de asfalto del inmueble.
Por fin a las tres de la tarde sale a escena el grupo francés Color Humano, una hilera de rude girls se extiende en las barra de contención. Con sus primeras rolas los franchutes hicieron que el público organizara un tímido slam dance; pero poco a poco la calidad musical de la banda se impuso y aquello subió de tono hasta hacer cimbrar el piso y apenas iban 40 minutos de concierto.
Luego tocó el turno a los nacones de La Lupita, los ánimos volvieron a prenderse. Lino, voz del grupo dijo: "Es un honor para nosotros ser padrinos de esta banda tan ponedora". No se puede decir que fue uno de los grandes momentos del concierto porque todos estuvieron muy bien, pero La Lupe prendió en serio a la banda interpretando sus éxitos y covereó a Ramón Ayala, Los Tigres del Norte y a José José, porque como afirmó Lino: "Es un intento para meter a la misma cazuela toda la música mexicana". La banda está contenta con este excelente grupo.
El lugar ya está hasta el límite, el reloj marca las 16:30 horas, los rude kids comparten la chela y los cigarros.
Dos bases en espiral con velitas y los instrumentos adornados con florecitas presagian la aparición de Santa Sabina. Los rude kids están prendidos, pero no se sentía esa energía que dejó el grupo antecesor, incluso la primera fila está quietecita y otros le gritaban a Ritita que se encuerara. Poncho se dirigió a los parroquianos y soltó: "Panteón Rococó está muy adentro del corazón de Santa Sabina, por su calidad de pensamiento".
A escena el festejado
Luego de una espera de 15 minutos, por fin sale a escena el Panteón Rococó entonando su tema homónimo, el público rugió en serio y el skanking provoca un terremoto, el escenario parece venirse abajo. Luis Rococó se pone un pasamontañas y toca Marco's, los clavados son uno tras otro; el grupo de seguridad apenas puede contener los saltos que sobrepasan la barra de contención; se escuchan unas explosiones y el slam dance es general; se equivocó un escritor inglés que escribió: "el Homo sapiens en masa es el espectáculo más deprimente que el de cualquier otra especie humana", pues no ha visto en escena al Panteón Rococó, que en esta presentación hizo un preciso/precioso infierno terrenal; hasta el frío equipo de una televisora alemana que le llegó se mueve y se emociona al ver el desmadre que arman los músicos.
César El Piolín, Paco Barajas, Missael, encargados de los metales, soplan a todo lo que sus pulmones dan; Darío Espinosa, Gori Bonilla, Leonel Rosales rasgan con singular alegría las cuerdas de las guitarras y el bajo; Guillermo Paniagua le pega macizo a la bataca; las percusiones de Tanis, los teclados de Felipe hacen lo propio y Luis Rococó canta po-ten-tí-si-mo.
La banda está enardecida. Se encaraman en las farolas de El Rayo, en los arcos, en donde sea; las rude girls de la barra sufren los embates de los clavados, pero poco importa, el éxtasis se refleja en sus rostros, desgarran sus voces coreando las rolas del Panteón y una peinada con molotitos muestra una bandera roja y negra con la siglas del EZLN; comienzan a volar los zapatos perdidos en las incursiones al skanking.
Antes de que suene Asesinos, Luis da las gracias: "gracias a todos los que han apoyado al Panteón, hoy cumplimos cinco años de estar gritando lo que no nos parece; gracias a los que se han sumado a esta lucha, a esta conciencia".
Pero llega Cúrame, en versión extendida, una de las rolas más solicitadas, el lugar se cae en pedazos, pero a nadie le importa, explotan algunos fuegos artificiales. Luego Luis Rococó, contemplando a su público, suelta: "La real independencia vive en cada uno de nosotros", y hace la señal de la V de la victoria con los dedos medio e índice; todos lo secundan. Se subieron a palomear con ellos Roco y Santa Sabina. Tocaron más: Pecho tierra, Toloache pa'mi negra, La bruja, Nada pasó y coverearon a los Fabulosos Cadillacs con Vasos vacíos. Pero la banda no les iba a dejar ir sin entonar su rola más famosa: Dosis, que interpretaron en el encore con introducción de la rola de Juan Gabriel Ya lo sé, que tú te vas, y fue cuando llegó la apoteosis.