MARTES 11 DE ABRIL DE 2000

* Cranberries, fresas


Dos horas de colgón inexplicable para oír rock hueco y frío

José Galán * El grupo The Cranberries puso en claro por qué su éxito en América y no en Europa: rolas facilonas, teñidas de cierta posición política que, sin embargo, no llegaron a provocar el clímax entre sus seguidores, quienes la noche del domingo llenaron el Auditorio Nacional y tuvieron que aguantar un retraso de dos horas sin ninguna explicación convincente.

Con rolas como Put me down, Dreams ųcover de la magnífica canción original de ese gran grupo de rock Fletwood Macų y Linger, éxito con el que realmente se dieron a conocer en México, The Cranberries satisfizo las pretensiones de la radio comercial más que la auténtica búsqueda de una manifestación original del rock irlandés, ese que tiene más éxito en Estados Unidos que en su propia tierra.

En una escenografía minimalista, donde destacaban cuatro grandes cubos de tela que reflejaban juegos de luces sencillos pero originales, Dolores O'Riordan buscó prender a sus de por sí desesperados fans, con pasitos de baile con la gracia de un pingüino, y a través de rolas de discos como "Everybody else is doing it, so why can't we", editado en 1993, y cuyo lanzamiento en Estados Unidos les dio la fama en un país donde el Día de San Patricio es más fiesta nacional que en la verde Erin.

Obvio es por qué el éxito de The Cranberries en México ha venido a la baja. Sus canciones tienen la particularidad de mostrar una gran experiencia técnica, pero dejan al escucha esperando un poco más. Poco climáticas, sustentadas sobre todo en la voz de clara educación clásica de la O'Riordan, con muy poca variación cromática, en fin, rock fresa de construcción impecable, pero hueco y frío.

Para muchos, fue un concierto muy caro ųen la filas delanteras el boleto costó casi 700 pesosų, sobre todo porque no se avisó y la espera, según los organizadores debido al retraso en la aduana del equipo de sonido, pero en realidad fue porque se pusieron sus moños después de visitar las pirámides de Teotihuacán.

Este concierto tuvo lugar cinco horas después de otro, presentado por Illya Kuryaki and the Valderrambas, en el Foro Lindhberg, gratuito y en la colonia Condesa. Para quien esto escribe, es mucho más emocionante un concierto lleno de vida, de humor y sexo como el de este grupo argentino, que el frío tecnicismo intelectual de un grupo que ni siquiera ha podido triunfar en su tierra.