PAGINA 9 Ť Lourdes Galaz
Pobreza globalizada
Ť La brecha entre ricos y pobres, tema en el Banco Mundial Ť Las reformas de mercado vs la desnutrición crónica Ť Gana 8 billones de dls. el mercado en Wall Street y aumentan los pobres en Latinoamérica Ť Los pronósticos del FMI
Y aunque usted no lo crea, hasta los burócratas del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y de la Organización Mundial de Comercio se preocupan: ya confirmaron que la globalización está ensanchando la brecha de ingresos y riqueza entre los ricos y los pobres del mundo. Los resultados negativos de análisis preparados por la tecnoburocracia financiera se difunden entre los académicos de centros (Harvard, Cambridge, Chicago, Yale) donde se recrean y enriquecen las teorías económicas de la modernidad: comienza a crearse conciencia de que las reformas de mercado, la libertad comercial y financiera, por sí mismas, no podrán sacar de la miseria a millones y millones de pobres que en todo el mundo están luchando por su vida contra epidemias de sida, tuberculosis, malaria, desnutrición crónica. Obvio es que los efectos de la globalidad se notan más en los subcontinentes de Africa, Asia central y Latinoamérica, región esta última donde recién se reconoció que la pobreza alcanza ya a unos 224 millones de sobrevivientes de los modelos económicos del neoliberalismo, aunque personajes como el presidente Ernesto Zedillo -ciertamente reconocido en el mundo financiero internacional por la firme implantación de una política económica a prueba de todo, hasta de turbulencias políticas, se dice- estime que el avance de la pobreza aún es consecuencia de las herencias dejadas por el estatismo, el populismo y la irresponsabilidad fiscal, y que no se justifica atribuir el empobrecimiento de la gente "a políticas económica que llevan relativamente pocos años aplicándose".
Y para tranquilidad de algunos, muy pocos en estos tiempos: para el año 2000, el Fondo Monetario Internacional proyecta una fuerte recuperación de la economía en América Latina. En su último informe, estima un crecimiento de 4 por ciento para este año, seguido por 4.7 para el 2001. Y aunque aún está lejos la bonanza de los 70, cuando los organismos multilaterales contabilizaban para el continente un crecimiento anual parejo de 5.5 puntos, y hasta de 6 por ciento, las principales economías de la región superarán la recesión inducida el año pasado por la crisis financiera mundial. Dicen los técnicos del FMI que el PIB de México -"la única economía grande del área que no cayó en recesión en 1999"- crecerá 4.5 puntos este año y 5.3 en el 2001, y que la inflación bajará de 16.6 por ciento a 10.1 en el 2000, y hasta nueve puntos en el 2001. Y así será, confirman los tecnócratas nacionales, seguros de que el último año del sexenio, Ernesto Zedillo cumplirá su tarea: impedir que la bonanza --altos precios petroleros, tasas de interés más bajas, moneda fuerte en su valor frente al dólar y una economía en robusta expansión- mine su compromiso ante el mundo de "entregar el poder sin turbulencias económicas". El FMI tiene el compromiso del gobierno mexicano de mantener una política fiscal prudente y de continuar con su política monetaria (que -con todo y las críticas de Vicente Fox- según expertos del fondo, "ha sido elemento clave para reducir la inflación". Son los pronósticos del FMI en vísperas de la reunión anual de primavera que se realiza esta semana en Washington. Y con ese motivo, es buen propósito para que la tecnoburocracia financiera revise el comportamiento de los indicadores de la economía mundial. Por cierto, hoy se publica el informe del FMI sobre las perspectivas económicas internacionales. Como se adelantó, en el mundo entero (las economías de los países ricos, por supuesto) se prevé que habrá un crecimiento de 4.2 por ciento, más de lo esperado este año. Para muestra: el PIB estadunidense se irá arriba en 4.3 por ciento, con todo y las medidas impuestas por Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal (banco central) de Estados Unidos. Las acciones de la Fed tendrán sus mejores resultados en el 2001, para frenar el crecimiento de la más grande economía del mundo hasta un nivel de 3 puntos porcentuales.
Hace unos días, aquí en México, un alto ejecutivo del Banco Mundial confesaba que ya se tienen evidencias claras de que la desigualdad entre ricos y pobres se está convirtiendo en el talón de Aquiles de la globalidad. Decía que cuando los países más ricos experimentan un aumento sin precedentes de la riqueza, el mundo espera una lucha efectiva contra la pobreza. Vale traer a cuento los ocho billones de dólares que en los últimos cuatro años redituó el mercado de valores estadunidense, mientras miles, millones de miserables murieron por enfermedades contagiosas y por desnutrición en naciones del tercer mundo... Esta misma semana, allá en Washington, la víspera de la reunión de primavera del FMI y el Banco Mundial, que este año se advierte agitada por las anunciadas protestas y manifestaciones de grupos que se oponen a la globalización económica, el presidente del BM, James Wolfensohn, envió un mensaje por correo electrónico a todo su personal: "...Podemos sentirnos orgullosos del trabajo que hacemos en la lucha contra la pobreza... esta es una tarea noble y humana, y el equipo (del Banco Mundial) es tan dedicado y efectivo como cualquiera en el mundo"... En Ginebra, la doctora Gro Bruntland, directora de la Organización Mundial de la Salud, afirma que las condiciones de salud de los pobres del mundo es una de las mayores barreras del desarrollo económico, y reúne evidencias que muestran a los gobiernos y los centros de poder mundial (económico, por supuesto) cómo la salud y la educación deficientes contribuyen directamente al fracaso de los programas de desarrollo económico...y la globalidad va con todo y sus miserias.
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