Carlos Bonfil
Century mix en la Cineteca
El Festival Mix de Diversidad Sexual en Cine y Video presenta hasta el 20 de abril próximo su cuarta edición, Century Mix, en la Cineteca Nacional, el Cinematógrafo del Chopo, Biblioteca de México, y Cinemanía, con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, de la Dirección de Actividades Cinematográficas de la UNAM, del Instituto de Cultura de la Ciudad de Mexico, del Instituto Goethe, y de modo muy especial, de la Cineteca Nacional. Es preciso enfatizar la importancia de este último apoyo pues es en este lugar donde con regularidad se exhiben las dos Muestras de cine anuales y un Foro Internacional, eventos a los que se suma ya -por su profesionalismo, originalidad y poder de convocatoria- este festival neoyorkino de cine experimental e independiente.
Profesionalismo. No fue tarea fácil proponer hace cuatro años en el antiguo cine Electra un programa extenso de videos alternativos y largometrajes inéditos con una temática hasta el momento muy provocadora en nuestro país: la diversidad sexual, con cortometrajes de lesbianas radicales, testimonios de transexuales, documentales sobre la experiencia de travestis en Nueva York, películas sobre el sida, y estrenos (nunca después exhibidos) como El closet de celuloide, notable registro humorístico de la presencia gay en la historia del cine hollywoodense. Arturo Castelán, organizador de este festival, tuvo una postura original desde el inicio: la de no cuestionarse jamás aquello que tanto inquieta a las burocracias culturales, a saber, si nuestro público está o no preparado para ver y apreciar este tipo de cine. Reconociendo de entrada la madurez de sus espectadores, negándose a situarlos en una edad mental de ocho años, el festival Mix manejó con libertad y desenfado su programación, y muy pronto erigió, sin proponérselo demasiado, un dique muy eficaz contra los intentos soterrados de censura. Por el festival hemos descubierto cada año cintas que de otra manera jamás habrían llegado a nuestro país, y, algo esencial, la producción de jóvenes cineastas/videastas nuestros, como Julián Hernández, Ximena Cuevas, Ricardo Nicolaievsky, con pocos foros para mostrar su producción independiente. Un reparo únicamente. El profesionalismo de los organizadores sería más sólido si supera su ghetto lingüístico con un subtitulaje electrónico para las cintas que lo requieren. Esto es posible con un financiamiento específico para dicho efecto.
Originalidad. Basta revisar la programación de este año para comprobar la diversidad y atractivo de sus propuestas. Se da a conocer la telenovela gay de mayor éxito en Inglaterra, Queer as Folk (Amantes, amigos y otras rarezas), de Charles Mc Dougall, presentada hoy en Cinemanía en programa maratónico; Beefcake, de Thom Fitzgerald, una delicia camp sobre la vida y obra del fotógrafo Bob Mizer, creador de la revista Physique Pictorial, en los años cincuenta -una exploración de la marginalidad sexual a través del culto al desnudo masculino. Mix da a conocer autores como el polémico canadiense Bruce la Bruce (Hustler White, No skin off my ass); de quien este año presenta su último alarde de incorrección política, Skin flick., bastante light si se le compara con el primer largometraje de Todd Verow, Frisk, film sobre la crueldad, la sordidez y los asesinos seriales, basado en un relato de Dennis Cooper. Otro cineasta importante, presentado por el festival, es Todd Haynes (Safe, Poison), de quien exhibe Velvet Goldmine, crónica posmoderna del rock glam británico en los setenta, estelarizada por Ewan McGregor. Igualmente se propone un extraño largometraje mexicano, Sin destino (1999), de Leopoldo Laborde, un relato sobre la explotación sexual, la paidofilia y la culpa, que oscila entre el melodrama kitsch y un trance alucinatorio capturado con brillantez, a pesar de la modestia extrema de su producción y el amateurismo de sus protagonistas. A estas películas las acompaña un número importante de cortometrajes, trabajos de animación y videos experimentales.
Poder de convocatoria. Lo sorprendente es que una programación tan ambiciosa, de calidad tan desigual, y presentada sin subtítulos, tenga un creciente poder de convocatoria, sobre todo entre espectadores jóvenes. Lo sorprendente es su habilidad para imponer una variedad de puntos de vistas en un medio donde tradicionalmente sólo ha prevalecido uno: el culto moroso al "buen gusto" y a la "calidad artística". La Cineteca Nacional tiene con el Festival Mix la oportunidad de cumplir de manera original con uno de sus propósitos iniciales: promover no sólo la exhibición de buen cine (intención que muy sola conduciría a la rutina de ciclos/homenajes/obituarios), sino también de cine joven, novedoso, y en lo posible innovador. El cine de la diversidad sexual no precisa hoy de mayores credenciales. Esta temática casi ignorada por nuestro cine, desdeñada hasta hace poco por nuestros distribuidores, tiene una presencia muy fuerte en festivales y carteleras internacionales. Ignorarla es contentarse con lo existente, lo cual es, como se sabe, un reflejo condicionado de todas las burocracias.