La Jornada domingo 16 de abril de 2000

Rolando Cordera Campos
Alerta de cuaresma

Todo es de nuevo señales de alerta. La macroeconomía va bien, nos advierte el FMI, pero nadie puede apostar hoy nada sobre el tipo de aterrizaje que finalmente tendrá el largo auge estadunidense. Salir al paso a la inflación, que sin embargo parece desvanecerse, es la consigna inamovible del Banco de México y debe ser la de la Secretaría de Hacienda en caso necesario. No sólo disciplina monetaria sino nuevos recortes al gasto con tal de no alterar la ruta trazada por el Presidente y sus promesas, y los fantasmas finisexenales de todos.

Supongamos, sin conceder, que en efecto en ese veleidoso flanco que es la economía global las cosas van. Suponer que en los otros frentes clave del escenario de la sucesión presidencial pasa lo mismo sería incurrir en el heroísmo de los supuestos de los economistas, que tanta y triste celebridad le han dado al gremio. Ni en el orden de la justicia, ni en el que deberían haber conformado los políticos y sus partidos gracias a la nueva legalidad electoral, puede decirse que la nave va.

Sin duda, la falta de orden en la política altera los movimientos del sistema de partidos, que no pueden propiciar más que barruntos reiterados de un conjunto político nuevo propiamente dicho. Todo se mezcla y lo que es simulacro un día, bravata de campaña o finta electorera, se vuelve al día siguiente amenaza clara contra ese orden que no alcanza a implantarse. La incertidumbre no democrática, que bloquea la constitución de un intercambio cívico real en el que pueda descansar una democracia normal y creíble, mantiene las riendas del devenir político nacional, a pesar de los esfuerzos que se han hecho por relegarla a las orillas de la contienda por el poder.

Una y otra vez, además, la justicia es usada y explotada para propósitos abiertamente políticos. La "judicialización" de la política no sólo desgasta a sus actores inmediatos, sino pone en entredicho a todo el entramado del Estado cuyos dignatarios se confunden con sombras de la conspiración o, por el contrario, no encuentran mejor recurso que declararse víctimas de todas y las más horrendas conjuras. Nadie sabe, al final, dónde quedaron la hebra o la bolita.

Los juegos entre los gobiernos federal y del DF se pueden volver, sin más, juegos de guerra, lo quieran o no sus protagonistas directos. Lo más grave, sin embargo, no radica en las argucias lamentables de que han hecho gala unos y otros, mucho menos en la exhibición de paranoia que nos han brindado sobre todo los funcionarios judiciales y del gobierno de la ciudad, sino en la incapacidad del cuerpo político en su conjunto, incluidos los medios informativos, para darle a ese y otros litigios el cauce y el lugar que deben tener, sobre todo en tiempos de elecciones y de sucesión.

Tomar partido y reclamar lugar en la galería para ver pasar a los guillotinables pudo haber sido deporte grato para ociosos y morbosos en tiempos de revolución, pero no puede ser la práctica preferida de una opinión pública que ha optado por la democracia y la civilidad, en los momentos más difíciles, como los que marcaron 1994. Centrar la atención del público y la ciudadanía en los linchamientos todavía virtuales de los últimos días, puede probarse pronto un boomerang envenenado para partidos y medios, sin que la vuelta a una normalidad tan cacareada como frágil pueda ser ahora recurso retórico eficaz.

Para colmar este plato cuaresmeño, la jerarquía católica declara pecado el fraude electoral, mientras los bandoleros posthuelguistas buscan revivir su guerra civil y sólo consiguen mayor destrucción de unos tejidos universitarios en extremo heridos. No se trata de hurgar en el arcón de nuestros sinsabores para encontrar ahí satisfacción masoquista o medio para la expiación. No es necesario. Cada vez que sentimos que ese arcón está medio lleno, alguien, siempre de la oficialidad presente o aspirante, nos lo llena de nuevo.

No otra cosa puede decirse, por último pero no al último, de la astucia desplegada estos últimos días por parte del PRI y el PAN en contra de López Obrador. Si, como ahora nos dicen, tienen todo lo requerido para descalificarlo como candidato del PRD a la jefatura del gobierno de la capital, Ƒpor qué hasta ahora?, Ƒpor qué cuando las campañas están lanzadas y la del tabasqueño ha adquirido indiscutible prominencia? ƑPara agrandar el petate del muerto, que ahora va de CU a Xochimilco?