José Antonio Rojas Nieto
La danza de los millones
Las estimaciones preliminares sobre el volumen de recursos que Pemex aportó al fisco en 1999 resultaron limitadas. Atendiendo al Informe de Labores de 1999 que se ha distribuido estos últimos días, el volumen total de impuestos y derechos pagados por la paraestatal ascendió a 21 mil 768 millones de dólares; con el denominado IVA neto, la suma asciende a poco más de 24 mil millones de dólares. De este total los derechos de extracción de hidrocarburos, inicialmente estimados en cerca de 10 mil millones de dólares, ascendieron a 12 mil 336 millones de dólares, según consta en el Estado de Resultados Consolidados de Pemex, publicado en la página 21 de la Memoria de Labores de 1999. Ahí mismo se indica que el impuesto especial de producción y servicios (el famoso IEPS que, además del IVA, se aplica en el precio de gasolina y diesel) alcanzó un monto de 9 mil 241 millones de dólares. Con otra pequeña aportación de 189 millones de dólares derivada de otros impuestos y derechos, se ajusta ese impresionante total de 24 mil 318 millones de dólares captados por la industria petrolera, 90 por ciento de su actividad productiva (los estrictamente petroleros) y 10 por ciento de la comercialización interna (los derivados del IVA). Conviene decir que la parte petrolera medular -la de los derechos que surgen de la propiedad nacional de la altamente fértil aunque sobrexplotada y pauperizada Sonda de Campeche- correspondió a 51 por ciento de ese total captado por el fisco. No se trata ni de un beneficio industrial derivado de la explotación petrolera ni, mucho menos, de una carga sobre los costos de producción. Nada por el estilo. Simple y llanamente se trata del excedente que se obtiene por el menor costo de producción del crudo en nuestro país en relación con el costo más alto del yacimiento que un precio recuperado del petróleo en 1999 permitió funcionar nuevamente el año pasado.
Es necesario hacer esta cuenta todos los días. E insistir hasta el cansancio en lo injusto y absurdo que representa un gobierno petrolizado; absurdo tanto con la naturaleza sobrexplotada (de ahí el controvertido proyecto de inyección de nitrógeno Cantarell) como con la sociedad, que, finalmente, puede acabar por acostumbrarse a tener un gobierno petrolizado y, en esa medida, ser más tolerante con la corrupción, en la medida que representa una menor merma respecto a sus impuestos pagados.
Permítaseme dar un indicador más de esa absurda petrolización del gobierno actual. Si, año por año, acumulamos los ingresos públicos de cada gobierno durante un sexenio y obtenemos la participación que los derechos de extracción representan de esos ingresos, encontramos que al quinto año de gobierno los datos resultan así: 1.5 por ciento del total acumulado en el sexenio de Luis Echeverría, 10 por ciento en el de José López Portillo; 17.4 por ciento en el de Miguel de la Madrid; 11.7 por ciento en el de Carlos Salinas de Gortari, y 15 por ciento en el de Ernesto Zedillo. Pero si estimamos los probables ingresos de este año por ese concepto de derechos de extracción de hidrocarburos, considerando que los gubernamentales se mantienen constantes en dólares, es muy probable que prácticamente esta relación sea mayor a la de todos los sexenios; en todo caso, podría resultar similar a la participación que acumuló Miguel de la Madrid en 1988: 16 por ciento. Y esto, efectivamente, significaría que este gobierno fue el que captó más renta petrolera, tanto de manera absoluta como relativa: 82 mil millones de dólares con 16 por ciento de participación en los ingresos públicos. Pero lo más grave de todo es que esto acontece con un precio medio real de 16 dólares de 99, muy inferior al del sexenio de Miguel de la Madrid, que a pesar de la caída de 1981 y 1982 fue de 29 dólares de 1999 por barril. šQué grave! ƑNo?
Esto, sin duda, representa una tremenda regresión, acaso más significativa por el hecho de que este gobierno pondera y publicita hasta la saciedad, las bondades del cambio estructural y el comportamiento macro de una economía que, sin embargo, llevará siempre el lastre de la petrolización gubernamental, una terrible petrolización del gobierno, con un precio sexenal promedio muy inferior al de todos los sexenios petroleros. Ni más ni menos.