JUEVES 20 DE ABRIL DE 2000s

* CIUDAD PERDIDA

* Miguel Angel Velázquez *

 

* La venganza del ex jefe Diego
* El pacto, urdido en la Zona Rosa

 

Como en una farsa de titiriteros, en el PAN la historia de la impugnación al registro de Andrés Manuel López Obrador tuvo su trasfondo.

Ese día, el martes 11, durante toda la mañana Víctor Orduña, el representante del blanquiazul ante el Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF), aseguraba en todas partes que no habría impugnación en contra del candidato perredista.

Y todo parecía en calma, aunque Mauricio del Valle, representante del PRD, había sido avisado desde temprano que uno de los consejeros del IEDF votaría en contra del registro de López Obrador.

Era tan descabellada la medida que no se tomó en serio, pero al titiritero ya le habían prestado el escenario y estaba urgido de venganza.

En fin, la noche de aquel martes 11, Víctor Orduña no tenía en su agenda ni tenía datos para exigir la descalificación del perredista, pero el titiritero jaló los hilos y el panista recibió la orden por un celular.

Pasado un rato Orduña asimiló la orden. La sesión terminaba en medio de un silencio largo. Por fin, un momento antes de clausurar la jornada de trabajo, pidió la palabra y atacó.

El tinglado estaba armado de antemano. Como siempre, los intereses se juntaron: el titiritero y el dueño del escenario estaban de acuerdo. Hay quienes aseguran que pactaron durante una comida en un restaurante de las calles de Londres. Eran Diego Fernández de Cevallos y el dueño del circo, Diódoro Carrasco.

Después, para el PAN no había nada qué hacer y, como ya es costumbre, se convirtió en comparsa, en cómplice, en la única y verdadera alianza. El PRI y el PAN volvían a caminar juntos.

Fernández de Cevallos, que había jurado venganza, empezaba a ejercerla. La leyenda del jefe Diego había terminado aplastada por las verdades que López Obrador le arrojó a la cara durante una discusión televisada.

En el PAN nadie le perdona, aun ahora, haber perdido, por su fracaso, hasta diez puntos en las últimas encuestas, y él, el ex jefe, el titiritero, juró venganza.

No daría la cara. El malo malo sería el PRI, pero Diego seguiría jalando los hilos aquí y allá poniéndole los últimos toques al tinglado, saboreando su venganza para la ejecución.

Y allí seguiría el PRI en su rol de verdugo. Dulce María Sauri, la presidenta de ese partido, según dicen, habla de ganar la jefatura de Gobierno a López Obrador en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Lo grave de esta otra medición, de ser cierta, es que, como le ha pasado a otras instituciones fundamentales para el país, éste podría perder su solvencia moral y para poco serviría en los momentos de mayor urgencia.

Y eso pasará. Después del 2 de julio es muy posible que sea el TEPJF el que declare a Labastida triunfador de la elección, y para ese entonces la institución carecerá de la credibilidad que dé certeza a la contienda entre los diferentes partidos.

La apuesta va en grande. El costo de los berrinches y las venganzas puede acarrear un problema de mucho mayores consecuencias que lo que el titiritero y sus socios puedan imaginar.

Para la otra cara del PAN, la de la CocaCola, en total enfrentamiento con Fernández de Cevallos, ese otro tropiezo es justo lo necesario para abrir las compuertas a los amigos cocacoleros que quieren desaparecer al PAN como lo conocemos hasta ahora.

Y no es que estén en contra de la medida impulsada también por la gente de su partido, sino porque en ese esquema, aunque Creel gane, Fox perdería, y eso no les gusta, por eso están en contra, nada más.

Al hacer las cuentas muchos sostienen a Creel como triunfador, López Obrador fuera y Silva Herzog sin posibilidades; el ganón sería el candidato simplemente Palacio. Así se suma y se resta en esta contienda por el Distrito Federal que apenas empieza.

 

Otra vez Tlalpan

 

Dicen quienes saben que una vez más en la delegación Tlalpan puede haber cambios. Carlota Botey podría declinar, y ahora se propone a Gilberto López y Rivas para encarar la próxima elección para jefe delegacional.

Así van las cosas.