JUEVES 20 DE ABRIL DE 2000
ƑNueva espiral de odio?
* Sami David* *
Un poderoso elemento de cohesión social es la equidad y la libertad. Sin esto no puede haber desarrollo, pero el entendimiento no se logra sin la tolerancia y el diálogo; en estos ejes se apoya la democracia. Por eso los mexicanos hemos luchado con afán para seguir privilegiando la confianza a través de la voluntad ciudadana, de la expresión y participación por conducto de los partidos políticos. No hay otro camino más que el de la legalidad. Lo contrario lleva a la anarquía, al caos, a la incivilidad.
La fortaleza del sistema democrático que vivimos no es factible sin la fortaleza misma de los partidos políticos. Por lo mismo, la confrontación no ideológica, sino física, de agresión, que en la actualidad se vive en México, deteriora el clima de libertades de los mexicanos.
La política es un privilegio, un arte que busca conciliar la acción con el pensamiento, pero buscando el bien común. Lo contrario es lesivo a los intereses de la nación. La política busca combatir la pobreza y las desigualdades para alcanzar la estabilidad y la armonía.
La espiral de violencia que busca asentarse en nuestro país es contraria al sistema de partidos que vivimos. Indebidamente se busca deteriorar la confianza de los ciudadanos en el proceso electoral que enfrentaremos el próximo 2 de julio. Los partidos son espacios idóneos para que la ciudadanía se exprese y participe y haga valer su voluntad por conducto del sufragio. La democracia significa respeto, tolerancia, civilidad, y su máxima representación se encuentra en la acción ciudadana.
No es posible, entonces, que al amparo de la democracia se pretenda condicionar la marcha civilizada del país. Al amparo de la libertad de expresión y pensamiento no podemos caer en la expresión violenta, en el encono o la diatriba. México es más grande que el afán de poder de algunos grupos que buscan legitimar la violencia como si ésta fuese el sustento de la transformación que el país anhela. Recordemos que la visión que tiene el país de la sociedad se busca en la equidad, en la respuesta institucional a las demandas colectivas, con un único objetivo de justicia social: el bienestar y el progreso de todos los mexicanos.
La confianza del ciudadano en sus instituciones y autoridades constituye un imperativo. La crispación y la violencia nunca serán los caminos democráticos. La vertebración social demanda la existencia de sólidos partidos políticos que defiendan sus programas para garantizar la continuidad institucional.
La lucha electoral, la dispuesta por el voto, no puede ser motivo para desfogar los odios y rencores, sacar los resentimientos y la intolerancia. El pluralismo, la observancia de diferencias y disensos permiten la sana marcha de la política.
Por otra parte, aunque en México es incipiente la cultura del debate, en tanto confrontación de ideas y propuestas, tampoco podemos caer en el insulto o en la burla del contrario político. Frente a la violencia, no sólo se pone en riesgo la calidad de vida de la democracia, sino la existencia misma de nuestro país. Conviene, sí, configurar alternativas de progreso, de bienestar, para abrir horizontes de confianza, pero sustentado en un sufragio libre, universal, que se manifieste en las urnas. *
* Senador de la República