JUEVES 20 DE ABRIL DE 2000

 


* Vilma Fuentes *

El Louvre se abre al arte prehispánico

Cuando en 1994, traicionado y solitario, Jacques Chirac lanza su tercera candidatura a la presidencia de Francia sabe que, en caso de perder las elecciones, siempre podrá consagrarse a su otra pasión, acaso más profunda en él que la del poder: la que le inspiran las obras del ''arte primitivo''.

Entonces pocas personas sabían de esta afición, casi secreta como los verdaderos amores, por las piezas provenientes de América indígena, Africa, Asia y Oceanía. Obras llamadas ''artes primitivas'' por el crítico francés Félix Fenon en 1920, y a las cuales el Presidente de Francia otorga ahora su verdadero rango en la historia ''oficial'' del arte.

El ingreso de 120 esculturas al Museo del Louvre, en el pabellón de las Sesiones, a donde se accede por la puerta de los Leones, en espera de la construcción de un museo propio, situado en el Quai de Branly, al pie de la Torre Eiffel, constituye una verdadera revolución en el templo del arte occidental que abre al fin sus puertas a obras maestras de otras civilizaciones, las cuales adquieren, de esa manera, un rango semejante.

ƑY no es ésta la historia de nuestro siglo: la confrontación entre el llamado arte occidental y los artes nacidos en otros lugares y en otras épocas? Las diferencias, y no las analogías buscadas por Malraux, son tal vez las que han dado origen a Picasso, a Matisse...

La exposición en el Museo del Louvre, inaugurada el pasado 13 de abril por el presidente francés sobre mil 400 metros cuadrados en dos grandes salas, donde reinan la sobriedad y la armonía de las piezas, compuestas de bronce, terracota, piedra y vidrio.

Las esculturas seleccionadas para ingresar al Louvre por Jacques Kerchache, coleccionista y experto del arte ''primitivo'', así como por el propio Jacques Chirac, verdadero conocedor en lo que él prefiere llamar ''arte primero'' en vez de ''primitivo'', van del siglo V aC a los albores del siglo XX.

Provenientes de México, se cuentan 16 esculturas prehispánicas (olmecas, mayas y aztecas), de las cuales la bellísima cerámica de Chupícaro (situada entre los siglos VII y el II aC) fue escogida como el emblema del Museo del Quai de Branly, que se inagurará en el 2004 y donde se albergarán 170 mil piezas provenientes de los museos Nacional de Artes de Africa y Oceanía; el del Hombre, del Laboratorio de Etnología y del Nacional de Historia Natural, así como nuevas adquisiciones.

Por el momento, en esta antesala que les brinda el Louvre, las 120 esculturas están expuestas con un acercamiento estético llevado al extremo, protegidas en grandes vitrinas. Además, el visitante puede sentarse frente a las pantallas de un espacio multimedia que permite visualizar los datos históricos, iconográficos y sonoros. Puede también hacer girar la imagen de la escultura y contemplarla desde distintos ángulos, agrandarla, observar cada detalle. Puede también escuchar el canto de un chamán o ver películas de principios de siglo sobre diversas ceremonias.

Este acontecimiento cultural, aunque criticado por algunos de los conservateurs (museógrafos y otros curadores), en el doble sentido del término, es motivo de los más grandes elogios en lo que concierne esta revolución en el universo del arte y es también un mensaje de Chirac, quien eleva el arte primero al nivel del occidental, rango que siempre mereció sin que le hubiese sido acordado por los prejuicios del eurocentrismo.

Apertura radical, cambia la concepción del arte... y de la política. Sin duda, Octavio Paz habría agregado, por este motivo, una nueva posdata a El laberinto de la soledad.

Cabe señalar que, durante el recorrido de más de dos horas, seguido por ministros, otras personalidades, y Belphé y Azimuth ųmontados en los hombros del presidenteų, el día de la inaguración, Jacques Chirac quien dio una lección de experto sobre cada pieza, se detuvo un momento más largo frente a la vitrina de Chupícaro (una preciosa escultura de 31 cm de terracota), coloreada en rojos claros y oscuros, blancos matizados, y cafés chocolate y mole. Sonriente, con sus ojos redondos y su mirada aguda, el Chupícaro pareció responder a los elogios de Chirac, tan viviente se ve tantos siglos después de su aparición sobre la Tierra. ƑNo es la verdadera obra maestra la que subsiste al tiempo y termina por encarnarlo como una piedra preciosa en donde se fusionan el instante y la eternidad?