* Julio Boltvinik *
Fox: claroscuros
Lorenzo Meyer invitó a cenar a su casa a Vicente Fox y a un grupo de alrededor de 20 profesores de El Colegio de México. La ocasión permitió hacerle preguntas, planteamientos y escucharlo. Lo que aquí comento son impresiones personales que pueden estar equivocadas, pero me parece útil compartirlas.Fox no es superficial como suelen presentarlo los medios, lo que él mismo ha propiciado a través de denuestos e insultos. Con Fox se puede hablar en serio y bien. No llevó asesores ni notas a la cena. Es inteligente, de reflejos rápidos y reconoce cuando no sabe algo o no ha pensado en ello. También es carismático, mucho más en persona que en los medios. Parece un hombre emprendedor, un empresario en el buen sentido del término. Si gana las elecciones sería un presidente promotor, que movilizaría a empresarios y población en torno a sus iniciativas. Me pareció un hombre pragmático, con relativamente pocas ideas determinadas por la ideología (una de ellas, su oposición total a la despenalización del aborto). Por tanto, podría ser capaz de negociar y llegar a acuerdos con grupos diversos. Esto, en contraste con la ideologización neoliberal total de Zedillo, me parece una gran virtud. Como no estudió economía, tiende a ver más lo que hacen los países exitosos que lo que dice la doctrina neoliberal. Sabe escuchar y da la impresión que sabe decidir. Está donde está por decisión personal, aun en contra de su partido, el PAN, al que rebasa con mucho.
En algún momento de la charla me pareció, sin embargo, que divide a las personas en ganadores y perdedores, los que cuentan y los que no cuentan. Que cuando habla de búsqueda de consenso es sólo con otros ganadores o con sus colaboradores. Que no tiene capacidad de escuchar a la gente común y corriente, a los pobres que, reconoce, son la inmensa mayoría de los habitantes de este país.
En materia de apertura económica su postura linda en la resignación cínica cuando dice que exportamos porque tenemos mano de obra barata y que si se aumenta el salario perderemos competitividad. Después, sin embargo, se contradice al expresar que ya es hora de detener la baja salarial de los últimos 18 años y apunta que los empresarios están de acuerdo en aumentarlos. La salida a esta contradicción la ve, al parecer, en su propuesta de ir más allá del TLC para llegar a una Unión de Norteamérica, de la cual no precisa si sería algo más que unión económica. Su argumento es que el libre movimiento de la mano de obra mexicana por todo Norteamérica haría que los salarios de México suban y se vaya cerrando la brecha salarial con Estados Unidos que, según él, ahora es de doce a uno. Sabe, sin embargo, que para que esto ocurra no basta la voluntad de México. Mientras tanto, acepta que no tiene, más allá de propiciar la independencia sindical, la receta para aumentar los salarios reales. Es claro que un nuevo gobierno tendría, al menos, tres instrumentos para influir en la recuperación salarial: los salarios mínimos, los salarios públicos y la eliminación de la línea oficial para las negociaciones contractuales. Un cuarto instrumento, mucho más amplio, sería un pacto con los empresarios para recuperar los salarios.
La postura de Fox en materia fiscal es absolutamente regresiva: quiere eliminar los rubros exentos o con tasa cero de IVA y disminuir la tasa del Impuesto sobre la Renta, sobre todo a las empresas. Cree que el hecho de que los alimentos, los libros y otros rubros básicos no paguen IVA explica la evasión fiscal. Nada más lejano a la verdad. La evasión se presenta en rubros en los que no hay venta ni compra de insumos exentos o con tasa cero. Además, en muchos países con bajos niveles de evasión hay exenciones importantes del IVA, como en Gran Bretaña donde muchos de los bienes relacionados con los niños y los libros están exentos del IVA. Fox plantea estos cambios fiscales para aumentar el ahorro interno, pensando que las empresas ahorrarían e invertirían el ISR que pagan de menos. En realidad, la relación ahorro interno-inversión ha sido mal entendida. Se tiende a creer que cuando el ahorro aumenta crece la inversión y ello genera crecimiento. La verdad es un poco al revés: son las oportunidades de inversión para el capital nacional las que estimulan el ahorro interno para aprovechar tales. Por ejemplo, cuando una empresa nacional tiene buenas oportunidades de inversión, tenderá a reinvertir sus utilidades en vez de distribuirlas como dividendos. La clave del asunto es si el modelo de crecimiento actual crea oportuni- dades para la inversión nacional o si más bien las elimina al ser desplazada la inversión nacional por la extranjera. Cuando ésta compra empresas nacionales prexistentes se provoca una desinversión nacional y, eventualmente, un desahorro nacional. Si se quiere promover el ahorro nacional no hay mejor modo de hacerlo que creando oportunidades de inversión para el capital nacional. Otra manera de fomentar el ahorro es otorgando préstamos a la micro y pequeña empresa, ya que los préstamos obligan contractualmente al deudor a ahorrar para ir pagando su crédito. Se requiere, pues, una política de fomento en la que Fox tiene muchas ideas, empezando por lo que llama banca social y siguiendo con su percepción que el combate a la pobreza debe hacerse generando oportunidades de ingresos y no por la vía asistencial. De lo que no se ha dado cuenta es que con este paquete se promueve mucho más el ahorro interno que con la política fiscal regresiva que propone. Su planteamiento de revolución educativa, con énfasis en la educación superior y la investigación científica, es interesante, pero le falta complementarlo con una política que garantice demanda para los servicios de los más numerosos profesionales.