VIERNES 21 DE ABRIL DE 2000
Fortaleza y debilidad del IFE
* Horacio Labastida *
No hay duda de que las próximas elecciones de julio son muy importantes para el futuro del país, porque en sus resultados se encuentran virtualmente las semillas que podrían fructificar en una política gubernamental inspirada de verdad en los sentimientos de la nación, cuyas esencias desde los no muy remotos tiempos de Morelos y los Sentimientos de la Nación (1813) son radicalmente democráticas.
ƑQué es lo que ha entendido y entiende nuestro pueblo por democracia? Nunca entre nosotros la democracia se ha limitado al formalismo del acto electoral, o sea la emisión del voto ciudadano y su recuento, según la vieja concepción revolucionaria de los finales del siglo XVIII; los mexicanos estamos muy enterados de las hartas, complicadas y sutiles manipulaciones a que pueden sujetarse los sufragios de quienes los emiten en las urnas.
Nuestras historia comicial es aterradora: no es exagerado afirmar que en los casi dos siglos de nuestra existencia independiente sobran dedos de las manos al contar las elecciones libres y honestas que se han celebrado: la de Guadalupe Victoria conforme al sistema de votación por legislaturas, aprobado en el Constituyente de 1823-24; las dos de Juárez (1861 y 1867), bajo el régimen del voto universal previsto en la Constitución de 1857; la de Madero en 1911, según los Tratados de Ciudad Juárez; y quizá, con la excepción de Venustiano Carranza en 1917, el tobogán electoral fraudulento sólo se detuvo en 1997, cuando los ciudadanos del DF elegimos a Cuauhtémoc Cárdenas.
Y con base en estas tinieblas electorales, los mexicanos creemos ahora que la democracia no es un puro acto electoral, sino una coincidencia entre la voluntad mayoritaria del pueblo y las decisiones de la autoridad, de tal manera que estas últimas pongan en marcha los deseos de la primera, legitimando así la conducta de quienes mandan.
Ahora bien, Ƒel IFE actual, el que actuará el 2 de julio, está en condiciones de garantizar en términos absolutos tanto la pureza de las operaciones como el resultado final del voto? Por una parte pensamos que sí y por la otra pensamos que no.
Es claro que la estructura del IFE, cuyo código está cargado de un número casi infinito de artículos, connota un enorme avance respecto de los órganos electorales del pasado. El IFE es una institución independiente de un Poder Ejecutivo acostumbrado con sus potestades presidencialistas a maquillar los comicios y favorecer candidatos oficiales; y aparentemente esto ya no lo van a poder hacer los prestidigitadores del PRI y los magos de Los Pinos. Pero las cosas no son tan sencillas, pues esos prestidigitadores y magos saben que hoy sus actividades centrales se registrarán en la puerta de atrás de las casillas y urnas, donde se ponen en juego toda clase de atractivos para comprar votos e inclinar conciencias hacia los personeros del gobierno.
No sería posible describir las complejas redes que enajenan la libertad ciudadana y la convierten en simple enlace entre el poderoso y sus candidatos, de tal manera que cuando el sufragante toma la boleta, esconde su secreto de la vista de los demás y marca con una cruz los colores priístas, nadie sospecha que el voto aparentemente libre es en realidad enajenado, vicioso, aclientelado; y este escenario es el lugar donde el IFE no desempeña ningún papel en el momento en que se fragua la trampa electoral.
Hace tiempo el Tribunal Electoral decidió que el IFE no tiene facultades para impedir el manoseo faccioso y apañado que seguramente rondará y rodeará a las aparentemente tranquilas y serenas casillas electorales que se multiplicarán a lo largo y ancho de la República en el señalado domingo de julio.
ƑNo es esa debilidad del IFE lo suficientemente grande, honda y acongojante, para despeñar las muchas batallas que se han dado para otorgarle la fortaleza de su alejamiento y separación del Poder Ejecutivo, amenazada por los señalados magos y prestidigitadores?
ƑAcaso no estamos en lo cierto? *