LUNES 24 DE ABRIL DE 2000

* El Zócalo, pista de baile hasta la una de la mañana del domingo


El salsero Willie Colón puso a 10 mil personas en movimiento

* El puertorriqueño y La Charanga Habanera cerraron los festejos adelantados del día de la danza

El plato fuerte de los festejos anticipados del D’a Internacional de la Danza y dos parejas moviendo el bote n Fotos: JosŽ Carlo Gonz‡lez Guido Peña * Quienes culminaron los festejos adelantados del Día Internacional de la Danza en el Zócalo capitalino terminaron, como buen Sábado de Gloria, empapados... pero de sudor. Diez mil cuerpos apiñados en la plancha de la Plaza de la Constitución gozaron del concierto que por tres horas ųde las diez de la noche del sábado a la una de la madrugada del domingoų ofrecieron La Charanga Habanera y Willie Colón. Así, con ritmos afrocaribeños y el Centro Histórico convertido en un salsódromo concluyeron las actividades que empezaron desde las 11 de la mañana y en las que participaron más de 70 compañías y mil bailarines.

La ciudad se puso en movimiento. A las ocho de la noche, los ballet Folclórico de México, Neoclásico de América Latina y Nacional de México se presentaron en el templete, instalado frente a la Catedral. Si bien la participación de los bailarines tuvo buena recepción del público, los ya para esa hora miles de asistentes apartaban un buen lugar para escuchar el plato fuerte de los festejos anticipados del Día Internacional de la Danza (que se celebra el 29 de abril): Willie Colón.

A las diez y cuarto de la noche se inició formalmente la clausura de las actividades organizadas por el Instituto de Cultura de la Ciudad de México con la quema de ocho judas, de seis metros cada uno, que representaban a las figuras emblemáticas de la política mexicana (el delincuente, el banquero, el secuestrador, el Tío Sam, Sergio Andrade, los hermanos Raúl y Carlos Salinas ųa este último se le prendió fuego cuando terminó la participación de Colónų y el tradicional diablo). Cada efigie, elaborada por la familia Linares, con 40 años de labor en esos menesteres, costó al gobierno capitalino, en promedio, 12 mil pesos. Casi 100 mil p El plato fuerte de los festejos anticipados del D’a Internacional de la Danza y dos parejas moviendo el bote n Fotos: JosŽ Carlo Gonz‡lez esos se hicieron trizas en diez minutos.

Cuando el cuarto judas se desvanecía en el aire, los 14 integrantes de La Charanga Habanera aparecieron en el templete, instalado frente a la Catedral, ataviados con bastones y bombines. Su sola presencia es un doble espectáculo: primero, por sus novedosas coreografías que recuerdan a los ghettos del Bronx o Harlem; segundo, por su calidad interpretativa, instrumental y vocal. Los habaneros arrancaron con su tema Lola, Lola, extraído de su reciente producción Charanguero mayor. La agrupación de David Calzado, quien se diferenciaba de sus compañeros, que lucían trajes de fantasía blancos y azules, con un blazer gris oxford, se preocupó durante la hora ųhasta las 23:00 horasų que tocaron por que el público participara, ya sea coreando sus pegajosos estribillos o siguiendo sus sencillas coreografías (balancear los brazos de izquierda a derecha, por ejemplo). Bailar era una empresa difícil, por lo menos en la parte frontal del escenario. En la periferia de la Plaza de la Constitución algunas parejas, aisladas, se movían al ritmo de los habaneros.

Mientras, a la altura del asta bandera se instaló un salsódromo en el que 150 parejas contendieron por tres viajes (La Habana, primer lugar; .Cancún, segundo, y Acapulco, tercero). A la una de la mañana del domingo se dieron a conocer los ganadores: la pareja 44, Gabriela Bernal y Víctor Burgos, obtuvieron el tercer lugar; la 13, el matrimonio Raúl Reyes y Dolores Boyso, el segundo, y los hermanos Beatriz y Hugo López, el primero.

El jurado calificador estuvo integrado por Rosa Carmina, Ninón Sevilla, Yolanda Montes Tongolele, Roberto y Mitzuko, el director del Instituto de Cultura, Alejandro Aura, y el delegado de la Cuauhtémoc, Jorge Legorreta.

Público fiel

 

Al filo de la medianoche sonó el trombón. Willie Colón, 11 veces propuesto al Grammy, con 5 millones de copias vendidas de sus 50 álbumes, siendo el último Demasiado corazón, salió sonriente con un traje de dos piezas azul marino y una corbata con rayas guinda. El intérprete de rigen puertorriqueño fue quien convocó a diez mil personas en el Zócalo, que pacientes esperaron su incursión en el escenario. Desde 11:30 de la noche, cuando concluyó la participación de La Charanga Habanera, la gente lo aclamaba.

Cantó lo que su público esperaba: Idilio, Gitana, El gran barón y su reciente éxito Demasiado corazón. Las manifestaciones de aprecio ("Willie, aquí estamos", gritaban unas jovencitas desde el otro lado de la reja que dividía al estrado) las respondía con un saludo y una sonrisa.

"Cuando en 1966 decidí iniciarme en esto ųexplicó luego de interpretar Gitanaų, hubo un jibarito (un campesino de Puerto Rico) que me ayudó: Héctor Lavoe. El año pasado produje un álbum con canciones de él adaptadas por mí".

Durante quince minutos ejecutó un popurrí con las canciones más significativas de ese disco. Luego vino quizá la canción más esperada por los asistentes (porque desde que se presentó la pedían a gritos): Demasiado corazón.

Ya era la una y cuarto. El Zócalo aún lucía lleno. Nuevamente el clamor popular: El gran barón, coreó el público. Fue la penúltima pieza de la noche. La petición de "otra, otra" motivó el famoso encore: La morga.

No hubo más. Se despidió e internó a su camerino. Sus representantes negaron cualquier entrevista con medios impresos.