MARTES 25 DE ABRIL DE 2000
Ť Gloria Guardia, autora de Libertad en llamas
Somoza asesinó a Sandino y finiquitó las ideas liberales
Ť Su novela propone un repaso crítico del devenir de Nicaragua
César Güemes Ť La vida imaginaria de Esmeralda Reyes-Manning le permite a su creadora, Gloria Guardia, hacer un repaso crítico sobre la historia de Nicaragua y centrarse en dos personajes reales y tangibles: Augusto César Sandino y Rubén Darío. Entre la recopilación de documentos que hizo la ensayista y escritora panañema, transcurrieron 11 años y al menos cinco países. Libertad en llamas es el resultado narrativo de esa labor, volumen que aparece bajo en sello de Plaza & Janés.
Gloria Guardia explica: ''Me valí de personajes de mi invención para introducir ciertas ideas en la novela. En el caso de Esmeralda, por ejemplo, me funciona para presentar a las mujeres que lucharon con Sandino. Y claro que hay de por medio un discurso feminista, que traté de expresar en la parte correspondiente al diario que aparece en la obra. Consideremos que el personaje está pensado como una condiscípula de la filósofa española María Zambrano y alumna de Ortega y Gasset. Con eso creo que está claro cuál es su formación. En cuanto al personaje que llamo Ferrara y que se refiere a su homónimo histórico, quise poner acento en su lado humano y no en el Ferrara guerrero.
Pactos con las fuerzas extranjeras
-No es sólo una novela histórica, sino también de tesis.
-Creo que sí, porque, por ejemplo, con Esmeralda quiero probar que existió una burguesía liberal que apoyó a Sandino. Siempre se ha manejado que mientras los conservadores estaban en su contra, los liberales no lo apoyaron. No es cierto, Esmeralda, lo mismo que el personaje Frutos, simbolizan que la parte liberal de la sociedad nicaragüense sí estuvo de parte de un proyecto de país que se truncó con la muerte de Benjamín Zeledón, mi abuelo. De modo que Somoza no sólo asesinó a Sandino, sino que finiquitó las ideas liberales.
-La novela, si bien descansa en Esmeralda, es sobre Sandino y Rubén Darío.
-Así es. Quise ver, también en los casos de Sandino y Darío, su lado humano. A Rubén se le conoce casi como una caricatura, lo mismo que a Augusto César. Y me parecía que era tiempo de presentarlos con todas sus variantes, sus alegrías, tristezas, frustraciones y sudores. De otra manera hubiera sido muy difícil presentar el pensamiento político de Darío, que por cierto pocas personas conocen. Lo mismo que la otra verdad de Sandino, el general que sí fue apoyado por un sector de la burguesía liberal.
La historia que en principio cierra uno de sus capítulos con Sandino, en realidad había iniciado antes: ''La tragedia comienza en 1906, cuando los estadunidenses enfocaron sus baterías en contra de Celaya, primer personaje de la historia nicaragüense con ideas liberales. Los estadunidenses no resistieron esa postura. Claro, quien lleva el proyecto nacionalista a su culminación es Sandino, pero las cosas venían de muy atrás. Acabaron primero con Celaya, luego con Madrid, después con mi abuelo y al final con Sandino, quien justamente abre su autobiografía diciendo que al ver pasar el cadáver de Zeledón jura vengarlo".
-Desde luego que no puede verse todo ese empeño como desperdiciado, pero al paso de casi un siglo de movimientos sociales, Nicaragua continúa con una problemática muy aguda.
-Eso lo digo al final del libro: nada ha cambiado. Desafortunadamente las voces que han podido reivindicar el proyecto liberal son silenciadas. Incluso los nuevos sandinistas, que tuvieron a su lado a ideólogos muy lúcidos, por diveras razones se vieron en la necesidad de ceder ante otros proyectos. En Adiós muchachos, Sergio Ramírez lo dice: tuvieron que pactar con las fuerzas del extranjero porque se descubrieron solos. Mientras algunos proyectos se entregan a EU, otros se inclinan hacia la Unión Soviética. Eso es distinto de lo que pasa con México, donde el proyecto de país es de y para los mexicanos.
Benjamín Zeledón puso la chispa
-Al cierre del libro da cuenta de que su manufactura se llevó a cabo en varias ciudades, entre ellas Nueva York. ƑAhí estaban los documentos que consultó?
-La tercera y cuarta parte del libro se basa en escritos que están en la Biblioteca Pública de Nueva York. También encontré documentos en Virginia y en Nueva Orléans. En cuanto a Darío, eso lo consulté en París.
-ƑEscribió esta novela para reivindicar a su abuelo, Benjamín Zeledón?
-Ahí nació la idea, es mi sangre. Es un hombre injustamente olvidado por la historia, aunque en Nicaragua hoy ya se le reconoce como héroe nacional. El es la chispa que enciende el fuego.
-Tuvo la posibilidad, quizá más que de hacer una novela, de trabajar un libro de ensayo. ƑFue una tentación académica?
-No quise hacerlo así, pese a que soy básicamente ensayista. Lo que pasa es que esa forma no se presta para presentar todos los aspectos que pueden interesar a un autor. En la novela me sentí más libre. El ensayo se pudo volver árido porque se tiene que apegar siempre a la fuente, y yo quise que la historia que cuenta Libertad en llamas llegara a un número de lectores mayor que aquel al que llegan los trabajos académicos. Esta es una lucha que viene de muchos años y la novela me sirvió para dejar ese mensaje.
-De modo que el lector se acerca a una novela y se encuentra con la historia real, así sea una historia en minúsculas, de corte personal.
-No existe una sola historia real, sino muchas voces. En Latinoamérica nos hemos mantenido sordos, a lo largo de muchos años, ante la voz del otro. La única voz que predomina es la del fuerte, del victorioso. En esta novela tienen voz todos, en particular los pequeños.