MARTES 25 DE ABRIL DE 2000
Ť Café Tacuba, telonero del cantante angelino en gira por Estados Unidos
Nrü: no soy fan de Beck; Meme: queríamos tocar con él
Patricia Peñaloza, San Diego, California, especial para La Jornada Ť "Yo preferiría hacer esta gira por México que por Estados Unidos... de hecho, preferiría vivir en México", dice el cantante Beck, prometiendo, con carita de sinceridad, tocar algún día en patria azteca. Esto, tras el primer concierto que ofrece el cantante sexycósmico angelino por la Costa Este de Estados Unidos, en donde Café Tacuba le servirá de telonero...
Contacto en Tijuana. El contacto se daría en el aeropuerto de Tijuana. Ahí arribarían los tacubos. Cuando llegaron, caminamos hacia la guagua mágica, donde 12 camas no son lujo cuando requieren viajar en él por 15 días, sin hospedaje extra, nueve vatos. Joselo Rangel, guitarro, advierte: "No nos vas a hacer trabajar de más, Ƒverdad?" šTenía que intimidarme! El glamour que muchos podrían soñar se antoja absurdo, pues aunque son divertidos no son "estrellas de tiempo completo" ni la pasan hablando del rocanrol... al menos en mi presencia. Es obvio que el rollo que sustenta ideas y canciones se da en momentos muy otros del viaje, que se desarrolla cual si cualquier bolita chilanga viajara a Puebla en autobús. Rubén/Nrü, cantante, dice no ser fan de Beck, aunque Emanuel (Meme) del Real matiza: "pero hace mucho teníamos ganas de tocar con él". Es grata la chispa y sazonadora presencia de los del staff, con quienes los músicos intercambian cotidiana carrilla. Kito, encargado de las luces, solicita aunque sea un paquetito de galletas y todos se carcajean: "šhasta crees!". Se trata de un restringido arsenal de polvorones Marinela que deben durar hasta el final de la gira, porque en el otro lado no hay.
Llegamos a la línea. Kito y esta servidora no traíamos visa de trabajo, sino de turistas, y no era conveniente cruzar la border con el grupo. Así que, cientos de metros antes, nos bajamos para, maletas y todo, darle a pata. Los tacubos nunca habían cruzado por tierra la línea, pero tampoco fue tardado; sólo llenaron unas formas para justificar... špos que iban a workear, ése!
Llegamos al condado de San Diego a las 14:00, hora local. Es un paraje soleado, con casitas y vegetación como de maqueta. En el trayecto nadie escuchó música ni vio tele, salvo cuando arribamos a la Universidad Californiana de San Diego, donde principalmente Chicarcas, técnico de teclado y programaciones, gusta enloquecido de ver la tv. Joselo comenta que tal vez no pase nada extraordinario, pero que es muy divertido el mito alrededor del camión del tour: "Hay fans que suben y se quedan viéndolo todo, temblando, sin habla, se paralizan y se bajan. Una vez unos chavos del staff subieron a unas fans, y dijeron: 'Ƒesto es todo? šQueremos que pase algo!', y aquéllos les apagaron las luces y les hicieron cosquillas... šQuien sabe qué es lo que esperan ver!".
Después de comer, fuera de foro de la universidad parecida a la UIC, pero a lo macro, no hay nadie más en el camión más que Rubén, cantante, quien se halla de sastre cosiendo una bolsita. "ƑY eso?", pregunto. Dice que es un aditamento para su mochila y guardar ahí su chamarra. "ƑDe dónde sacaste ese fieltro?", indago. "šMe lo volé del avión!". Y se carcajea. Hace el dobladillo y pide a la cronista/ayudante de sastre que cosa el ojal y pegue el botón. Mientras la prueba de sonido operaba, no era aún necesaria su presencia; le pregunto si esos momentos no le parecen de tedio, y contesta: "Pero para los técnicos es justo su mero momento", como recordándome que aquéllos tambien son el grupo. Llega el concierto a las 20:00 horas --aquí antes narrado--. Entre el público me presento con un gringo. Es Tony Hoffer, quien produce y programa rolas con Beck, y ha producido también a Jamiroquai. Dice que le gustan mucho los tacubos: "šes cool que no tengan baterista!". El Cafeta termina. Su alegría ha sido contagiosa. Se les mira radiantes.