MIERCOLES 26 DE ABRIL DE 2000

Ť En las tiendas popof, marcas de lujo caras; en mercados, yoyos y canicas


Elegir un juguete, acto serio que implica ser tradicional o sofisticado

Ť Los monos Tigger y Winnie Pooh, de 200 a 500 pesos Ť Trompos y baleros, máximo 30 varos

Juan José Olivares Ť Juguetes, esos claros objetos del deseo para niñas y niños --que este 30 celebran su día--, cada vez más se han convertido en fetiches de consumo que, parece, se han vuelto inalcanzables para la gran masa de infantes mexicanos.

ni–o-mascara Es difícil imaginar un juguete sin un niño o a un niño sin un juguete (aunque haya muchas partes en México donde lamentablemente no ocurra así). Los juguetes han sido parte fundamental en la formación de los niños, ya que es la forma en la que pueden conocer las cosas de los adultos: un pequeño ve a su padre trabajar con un martillo y pronto improvisa uno con una rama u otro objeto.

Por eso, una pelota en las manos de un niño puede convertirse en un planeta o un monstruo, o una caja puede transformarse en una casa elegante. Sin embargo, ahora quienes controlan la imaginación infantil son los trasnacionales emporios jugueteros, que poco a poco avasallan la mente de los infantes para convertirlos en entes de consumo, con productos inverosímiles que se acercan a la realidad, pero de los países del Primer Mundo.

La realidad es que para adquirir esos nuevos juguetes, que año con año son más innovadores y sofisticados, hay que empeñar hasta el alma, puesto que se han vuelto productos casi de lujo. Por ejemplo: en las tiendas más popof, lo más vanguardista son las marcas Mattel o Harsbro, que tienen los muñecos Max Steel, que tienen un precio de 300 a 400 pesos por pieza. Si quiere un Action man (Harsbro), los monitos cuestan de 170 a 630 pesos. Los nuevos carritos Hot Wheels Machanix, le salen a 200 varotes, más accesorios. Las figurillas de Batman que traen hasta cd-rom cuestan 200 lucas.

Para los más pequeños, los monos de Tigger o Winnie Pooh y Toy Storie cuestan de 200 a 500 pesos, así como los didácticos marca Chicco, de 400 en adelante. Las tradicionales muñecas Barbi, en estas tiendas (como Mercería del Refugio, Liverpool y Suburbia) los precios rondan los 100 y 300, mientras que los carros de control remoto Tyco andan por los 500 y mil 500.

Cabe señalar que estos productos se pueden adquirir en cualquier bodega cerca de La Merced o Circunvalación con un 20 o 30 por ciento menos, pero la calidad es la misma. Si tiene un chilpayate destroyer, le durará lo mismo.

Juguetes populares, la alternativa

Si bien el costo de la vida es alto, una alternativa real pueden ser los juguetes tradicionales o populares. Estos se pueden encontrar en cualquier mercado de artesanias, como el de la Ciudadela, y salen muy baratos. Los hay desde los llamados de mesa, como la oca, lotería, serpientes y escaleras o coyotes, hasta los diseñados con madera, que son clasificados como de habilidad o destreza: el trompo, las canicas, los baleros, los yoyos o la matatena, que además, despiertan los aspectos motores de los infantes e insertan el afán competitivo entre ellos, con precios que circundan entre los 10 y 30 pesos.

Ťvc-ambulante-juguetes-jpg La cosa no para ahí. Están los de imitación, entre los que están las muñecas (de madera y plástico duro), juegos de té y cocina, muebles y casas para muñecas, aviones, títeres y marionetas, así como los instrumentos, las espadas y pistolas, cuyos precios no rebasan los 50 pesotes. Además de los variados como la matraca, los papalotes, las sonajas, la pelotas, los rehiletes, las resorteras, los tambores o los carros de lámina; ninguno de éstos pasa de los 60 pesos.

Todos han sufrido muy pocos cambios y han sido usados por generaciones. Surgen del mestizaje entre lo europeo, oriental y prehispánico y toman el nombre de populares, por el sentido de pertenencia al pueblo de las clases media y baja.

Caros o baratos, los juguetes son el medio por el cual los adultos educan y forman a los niños, sobre todo los tradicionales. Ahora y desde los años ochenta, la globalización ha penetrado las conciencias de los nuevos adultos que proyectan en sus hijos los complejos de tener un juguete gabacho entre sus manos, aunque esto implique perder la imaginación de los pequeños.

Antes, el deseo de cualquier padre o madre era regalar una muñeca o un balón, pero ahora la tendencia marca que entre más tecnológico sea el producto, es mejor. Usted tiene la última palabra: sofisticados o tradicionales.