JUEVES 27 DE ABRIL DE 2000
El debate y después
* Octavio Rodríguez Araujo *
En el debate del martes cada uno de los participantes jugó el papel que le correspondía. Rincón Gallardo, dirigente de un partido nuevo y que nació bajo sospechas de oficialismo, tenía que dar a conocer ante los ciudadanos el planteamiento de su organización. El punto más importante de su participación, en términos de debate con los otros, fue su manifestación expresa en contra de los caudillos, en alusión obvia a Cárdenas y a Fox. Camacho, por su lado, cumplió el papel de golpeador del PRI y de su candidato. Su propuesta se vio opacada por una significativa ausencia de énfasis en su discurso. Sorprendentemente, dados sus antecedentes partidarios y como funcionario público, se vio verde como orador y como político. Muñoz Ledo, de quien se creía que habría de atacar con causticidad oratoria a sus opositores, resultó ser un mal lector de su propio discurso, aunque dirigió sus críticas principales tanto al PAN como al PRI, "perdonando", contra lo que se esperaba, al PRD y a su candidato.
Labastida rompió con su propio molde de candidato acartonado y de bajo perfil, para convertirse en un agresivo contrincante de Fox y del panismo, más que de Cárdenas y del perredismo. Pero por invertir su tiempo en ataques personales y en autoelogios como gobernador que fue, perdió la oportunidad de que los televidentes conociéramos sus propuestas (Ƒ?). Lo único que quedó claro es que la palabra "cambio" lo tiene obsesionado, lo que hace pensar que no va a cambiar nada si llega a la Presidencia. Fox, por su lado, buscó un equilibrio entre sus ataques a Labastida, sus propuestas y un énfasis conciliador con los demás candidatos (sin dejar de criticar al PRD y su candidato), en una actitud más cercana a quien se siente ya ganador (que ofrece cabida en su gobierno a algunos de sus opositores) que a quien está en campaña para ver si gana contra el poderoso aparato del PRI-gobierno.
Cárdenas, a diferencia de su participación en el debate de 1994, estuvo mucho más sereno y confiado, casi no leyó sus notas y con gran mesura tocó puntos débiles e insoslayables en la crítica de sus principales oponentes: Fox y Labastida. Fue claro en sus propuestas, pero como es ya costumbre en sus discursos, plano y poco enfático.
Este debate no tuvo ni tendrá las repercusiones del de 1994, ni Fox desaparecerá durante un mes como lo hizo su compañero de partido Fernández de Cevallos para dejar que Zedillo se recuperara del triste papel jugado ante las cámaras. Si bien las encuestas, válidas o no, le dieron muchos puntos --por encima de sus contrincantes-- a los candidatos panistas en 1994 y el pasado martes, es evidente que Fox está jugando a ganar y no a obtener gratificaciones por parte del gobierno. En todo caso, el debate del 25 de abril sólo corrobora lo que han venido señalando las encuestas predebate respecto a Cárdenas, Fox y Labastida y lo que ya sabemos de los demás partidos contendientes.
Varios de los candidatos hicieron alusión al voto útil, subrayando que el verdadero voto útil sería el sufragio a su favor y no al de uno de los contendientes (Fox, se entiende). Sin embargo, esta afirmación de autoconfianza no se corresponde con las posibilidades previsibles de Muñoz Ledo y Rincón Gallardo y tampoco con las de Cárdenas, a pesar de que la presidenta de su partido haya declarado que estaba muy contenta porque "ganamos".
Pienso que en el caso de los perredistas y de Cárdenas tendrían razón si el grueso de los electores en México estuviera formado por personas informadas y atentas a los discursos del candidato presidencial, pero lamentablemente la mayor parte de los ciudadanos se deja impresionar más por la imagen y la lucha libre que por inteligentes y sobrias conferencias.
El voto útil, si las cosas continúan como están ahora, sería por Fox como posibilidad de altas probabilidades para sacar al PRI de Los Pinos. Y digo esto a pesar de que Fox me parece más un demagogo que un estadista y, para colmo, de derecha. En mayo del año pasado el dirigente del PAN señalaba que formar una coalición para sacar al PRI de Los Pinos era una visión corta y simplista. Pero ahora él y su partido saben que esto no es cierto, razón por la cual han recurrido, mediante varios de sus publicistas, a la idea del voto útil a favor de Fox.
Si nada cambia en las próximas semanas, contra lo que esperan Cárdenas y sus simpatizantes (demasiado optimistas para mi gusto), nos llevaría a una pregunta que no es trivial: Ƒla alternancia en la Presidencia de México, después de siete décadas de lo mismo, es o no la posibilidad, finalmente, de un cambio de régimen y de todo lo que éste significa? *