JUEVES 27 DE ABRIL DE 2000
Empanadas de preso
* José Steinsleger *
Penal de Sierra Chica, Argentina, sábado 30 de marzo de 1996. En el pabellón 8 no hay arreglo entre la banda de Marcelo Brandán Juárez, capo de Los Apóstoles y Agapito Lencinas, jefe de la Banda Púrpura. Durante 48 horas, en varios pabellones se desata la cacería contra los hombres de Lencinas. Brandán se impone.
Martes 2 de abril de 1996. Para festejar la victoria, el Chiquito Acevedo, lugarteniente operativo de Brandán que debe su alias a sus dos metros de estatura, reparte empanadas entre los guardias que fueron rehenes.
--ƑComiste la empanada, guacho (c...)?
--Sí-- contestó uno de los guardias retenidos.
--ƑEstaba rica?-- preguntó Chiquito.
--Sí, estaba dulce...-- dijo el rehén.
--Porque te comiste un preso-- le dijo el gigante, riéndose.
Tres años después, cuando los hechos empezaron a ventilarse, el periódico Página 12, de Buenos Aires, tituló la entrevista con El Tucán, un preso testigo de los actos de canibalismo: "En Sierra Chica, con el Gordo Gaitán hicieron albóndigas" (28/11/99).
En la audiencia, El Tucán declaró: "A Agapito (Lencina) le pegaron un tiro, después lo cortaron, le sacaron la cabeza y se jugó al futbol con la cabeza". El guardiacárcel Oscar Iturrlade sostuvo que le convidaron una empanada que se habría hecho con los restos de Agapito. Según El Tucán, los muertos en el motín "no fueron siete, como se dijo, sino 16 o 17".
Los testigos acusaron a Chiquito, que también ostenta el nombre de Panadero, de haber trabajado en el horno de la panadería del penal durante la incineración de los reclusos previamente descuartizados.
Los acontecimientos de Sierra Chica develaron el rostro de una sociedad carcelaria en la que los hombres, como los monos, sienten un placer especial en usar de proyectiles sus excrementos. El asunto dista de ser privativo de Argentina, pues la sociedad carcelaria florece allí donde los gobiernos prefieren matar moralmente a los que encierran, antes de hacerlo política o físicamente.
Por cierto, la versión oficial, dirigida a tranquilizar conciencias, habla de "readaptación" y "rehabilitación del ciudadano". Pero cuando a sus espaldas el preso oye el ruido del cerrojo, empieza a entender que a partir de ahí recibirá clases acerca de cómo puede involucionar la especie humana.
En esta opaca y sórdida dimensión social, la fraternidad y el aprendizaje de la libertad serán jurídicamente reducidos a cenizas y locos, delincuentes y pobres aparecerán como las víctimas predilectas de la sociedad carcelaria.
Hoy, hace tan sólo unos días, la cúpula del servicio carcelario argentino renunció luego que un juez denunció que en varios penales del país se permitía a los presos salir a robar a cambio de una parte del botín y que uno de los reclusos había sido enviado para asesinarlo.
Federico Storani, ministro del Interior, saludó las renuncias y prometió la depuración del sistema de prisiones, que en los diez años de "modernización" del gobierno del presidente Carlos Menem vio crecer en 50 por ciento su población penal.
Luis Alberto Santillán Ocampo, otro preso que fue entrevistado por Página 12, asegura: "Los milicos saben que afuera sos guita (plata). Te largan y trabajás para ellos. Eso sí, tenés que cumplir. De lo contrario te meten en un 'buzón' (calabozo especial), te pasan un plato de comida con somníferos, después abren la puerta, te atan con una soga o una manga de camisa y declaran que te ahorcaste".
--ƑNo hay pericias?-- pregunta la periodista.
--Las hacen ellos. Acá (en Sierra Chica), calculamos dos o tres muertes al año desde 1983 (año del retorno a la democracia, n. de la r.). Acá hay enterrados entre doce y catorce cadáveres. Nadie lo sabe, pero están acá. Los presos no tienen lápidas. Cierran el cajón y los entierran sin autopsia. Pero desde hace poco más de un año, la onda cambió: no los ahorcan, les prenden fuego o los matan a puñaladas.
--Qué pasa si los pescan cometiendo un delito?
--Están cubiertos. El penal los cubre. Dicen: "No puede ser porque ese día estaba detenido. Estáte segura que si entrás por robar una bicicleta, salís y robás una fábrica". *