Antonio Gershenson
Precios petroleros y sobreproducción
Hay dos formas de generar sobreproducción de petróleo y, por tanto, la caída de sus precios. La primera y de efectos más inmediatos consiste en producir demasiado petróleo para la demanda real existente. La segunda, de efectos a más largo plazo, pero que también genera una sobreproducción de mayor duración, es producir suficientemente poco petróleo para generar precios muy altos, durante el tiempo suficiente para que se haga económicamente atractiva una mayor inversión y se desarrollen nuevas zonas petroleras, se incorporen más países a la producción o aumenten la que ya tenían, y entonces venga una sobreproducción en serio y de larga duración.
Esta última forma se dio ya en la década 1970-1980, cuando los precios se dispararon. Los países de la OPEP mantuvieron la producción suficientemente limitada como para que los precios estuvieran muy altos durante varios años. Por un lado, con eso se hizo rentable la instalación masiva de plantas para generar electricidad por medios diferentes a los derivados de petróleo, cuyo uso se había generalizado: plantas nucleares, de carbón y, en menor escala, de otras fuentes de energía.
Por otro lado, se propiciaron políticas para disminuir el consumo de estos combustibles: reducción del límite de velocidad en las carreteras, automóviles con menor consumo de gasolina y demás. Finalmente, el precio alto hizo atractiva la entrada al mercado de ventas petroleras para otros países, de características muy diversas entre sí.
Se volvieron exportadores de petróleo, y en varios casos en escala importante, países como Inglaterra y Noruega, como la entonces URSS y China, como México y Egipto. En el caso de Estados Unidos, se había tratado sin éxito de hacer un oleoducto a través de Alaska, porque había yacimientos comprobados en el norte de esa península, pero los barcos sólo podían llegar ahí unos dos meses al año, debido al hielo del Océano Artico.
Con el crudo barato, la empresa que trabajaba en ese proyecto incluso quebró. Pero ya con el precio caro, se volvió rentable revivir el proyecto y el oleoducto de Alaska empezó a funcionar a mediados de 1977, y a mandar al mercado dos millones de barriles diarios.
Todo lo anterior generó una caída de los precios y, por ejemplo, no por bajar el precio del crudo se iba a tapar o a cerrar el oleoducto de Alaska, la saturación y los bajos precios duraron años.
Ahora, por primera vez desde entonces, los productores y exportadores de petróleo, incluidos los más importantes de fuera de la OPEP, entre ellos de manera destacada México, pueden controlar la producción y, a través de ella, inducir niveles de precios. Estos, que habían caído a niveles bajísimos y que habían estado bajos por muchos años, habían desalentado las inversiones petroleras.
En varios países las reservas ya no permiten aumentos en la producción, incluso en algunos de ellos la producción declina irreversiblemente. Esto ha facilitado los acuerdos entre los exportadores más importantes y que el precio haya subido a más del triple del punto más bajo al que había llegado.
Lo que se nota las últimas semanas es que se aprendió de la experiencia anterior. El presidente de la OPEP, que es también Ministro de Energía y Minas de Venezuela, anunció, al término de la reciente reunión de esa organización, el sentido de los acuerdos tomados en la misma: por lo pronto hay un aumento moderado en la producción que detiene la fuerte alza de precios que se había dado; si el precio de la canasta de precios de la OPEP baja de 22 dólares por barril durante 20 días, se retirarán 500 mil barriles diarios de crudo reduciendo la producción, para que el precio vuelva a subir; pero si el precio llega arriba de los 28 dólares durante 20 días, entonces se aumentará la producción en ese mismo monto diario, para que el precio vuelva a bajar. Es lo que se ha llamado una banda de precios.
Con esto, se garantiza un nivel de ingreso a los países exportadores de petróleo de más del doble del que se tuvo durante los periodos de precios más bajos; pero se evita que haya fuertes inversiones que hagan entrar en producción los yacimientos de las donas del Golfo de México en la parte de aguas territoriales profundas de Estados Unidos, regiones lejanas en Siberia, el área del Yukón en Alaska y otros de alto costo, pero con reservas importantes, que podrían volver a saturar el mercado mundial durante años.