La Jornada domingo 30 de abril de 2000

Angeles González Gamio
Recuperación de San Francisco

Nada más correcto que haber llamado Convento Grande de San Francisco a la enorme edificación que levantaron los franciscanos a lo largo de tres siglos. Primeros en llegar al Nuevo Mundo, se dice que su primer convento estuvo cerca de la Plaza Mayor, ya que las crónicas hablan del "Grande" como el segundo. Las primeras construcciones fueron muy modestas, obedeciendo al espíritu austero que caracterizó a los primeros frailes que arribaron recién realizada la conquista. Estas padecieron severos hundimientos que los llevaron a reconstruirlas en dos ocasiones, además de las ampliaciones que se hicieron durante los siglos XVII y XVIII, cuando alcanzaron su máximo esplendor, llegando a abarcar 32 mil 224 metros cuadrados, el equivalente a dos manzanas completas.

Esta maravilla, que contaba con jardín, huerta, cementerio, comedor para 500 personas, templo, 11 capillas magníficas, enfermería y 300 celdas, tras la exclaustración fue mutilado abriendo las calles de Gante y 16 de Septiembre, fraccionado y vendido a particulares, quienes en su mayoría destruyeron las edificaciones, salvándose únicamente cuatro de ellas, algunas fragmentadas como los restos de la sala De Profundis, que se encuentran adentro de la panadería La Ideal.

En uno de sus extremos se edificó en los años cincuenta de esta centuria (1948-1956) el primer rascacielos de la ciudad: la Torre Latinoamericana, que se ha vuelto uno de los símbolos de la capital. Sin embargo el tiempo no pasa en balde y el que fuese moderno y espectacular edificio, ahora está deslucido y deteriorado, pero conserva su mirador abierto al público, que brinda una vista excepcional de la urbe y un acuario que puede ser una visita novedosa para los infantes.

Los edificios que rodean el inmueble, a partir de los sismos de 1985, quedaron en un estado lamentable, abandonados y ruinosos: la fea construcción que había alojado al Hotel Guardiola y el conocido como Edificio Rule, bonita edificación de principios de siglo. Ahora todo ello está en proceso de recuperarse; el actual gobierno de la ciudad ha tomado ya las primeras acciones para despejar la zona e iniciar un proyecto que rehabilite el que fue el atrio y crear una gran plaza con acceso sobre San Juan de Letran (Eje Central) y la avenida Madero. Por lo pronto ya se demolió el Guardiola y se está limpiando el interior de construcciones viles, lo que va a permitir que en fecha cercana se pueda apreciar el espacio despejado y el templo de San Francisco en dos de sus fechadas principales. La Torre Latinoamericana será remozada y se pretende convertirla en un hotel de buena calidad.

Ya podemos imaginarnos la gran plaza con mesitas al aire libre para tomar café, el acceso a un museo de sitio que muestre los objetos valiosos que están apareciendo en las excavaciones, algún lugar con buenos libros, quizás flores, en fin, un sitio de recreación y descanso para el que habita, trabaja o pasea en el Centro Histórico.

Vale la pena recordar que según algunos historiadores, aquí estuvieron las casas de animales del emperador Moctezuma, de ellas dice el extraordinario cronista-conquistador Bernal Díaz del Castillo: "la casa de aves tenía desde águilas reales y otras águilas más chicas y otras muchas maneras de aves de grandes cuerpos, hasta pajaritos muy chicos pintados de diversos colores, también donde hacen aquellos ricos plumajes que labran de plumas verdes de pájaros que llámanse en esta tierra 'quetzales'; y otros pájaros que tienen la pluma de cinco colores... éstos no sé cómo se llaman. Pues papagayos de otras diferenciadas colores tenía tantos que no se me acuerdan los nombres de ellos... Y en aquella casa había un gran estanque de agua dulce y tenía en el otra manera de aves muy altas de zancas y colorado todo el cuerpo y alas.

"En otra casa tenía muchos ídolos y con ellos todo género de alimañas, de tigres y leones... y muchas víboras y culebras emponzoñadas, que traen en la cola uno que suena como cascabeles... Digamos ahora las cosas infernales, cuando bramaban los tigres y leones y aullaban los adives y zorros, y silbaban las sierpes, eran grima oírlo y parecía infierno".

En la actualidad habrá momentos en que haya un embotellamiento en los alrededores y los vehículos suenen sus bocinas y rujan sus motores, lo que hará que los que estén en la plaza vivan esa grima infernal, que en este mismo sitio padeció el cronista del siglo XVI. Para huir de ello un buen sitio es el restaurante L,Heritage, en 5 de mayo 10, con buena comida mexicana tradicional y servicio amable. Los desayunos son particularmente sabrosos, con excelente fruta y platillos como pata de res en pasilla, empanadas de sesos, criadillas, huevos en muchas maneras: motuleños, molcajeteados y los tradicionales; para acompañar el chocolate hay buenos bizcochos.

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