PAGINA 9 Ť Lourdes Galaz
Labastida se viste de general
Ť El de Tabasco, uno de los actos políticos más concurridos en la campaña presidencial priísta Ť Ahí habría mostrado su fuerza Roberto Madrazo Ť Reconoce el sinaloense fallas de sus publicistas
Cuentan los cronistas que viajaron el domingo 30 a Villahermosa que la toma de protesta de Manuel Andrade Díaz como candidato del PRI a la gubernatura de Tabasco habría sido uno de los actos políticos más concurridos en la campaña de Francisco Labastida. šVitorearon al presidenciable más de 20 mil priístas! Y el acto fue propicio para que el gobernador Roberto Madrazo mostrara la fuerza que tiene en el sureste mexicano, donde el PRI conserva su última gran reserva de votos. Madrazo convocó a sus colegas gobernadores de los cinco estados sureños. No llegaron José Murat y Víctor Cervera Pacheco, aunque enviaron con su representación a Ulises Ruiz, un super-estratega electoral y operador político (de Murat y de Madrazo), hoy candidato a senador por Oaxaca, y a Dulce María Sauri, la más destacada discípula del gobernador yucateco, que por el momento tiene la presidencia nacional del partido en el poder. También en primera fila, Sami David, que aspira a gobernar Chiapas y ya suma el apoyo de los liderazgos priístas de toda la región... El mitin de Villahermosa, como el acto del miércoles 26 en Toluca, con unos 15 mil jóvenes mexiquenses, donde se mostró el grupo Atlacomulco, con su líder Carlos Hank González (por supuesto el viejo, el abuelo, no el nieto del profesor de Tianguistenco, y de Roberto González, el dueño de Banorte y de Maseca), son evidencias del cambio de estrategia en la campaña electoral priísta, luego del encuentro televisado de los seis presidenciables. Por cierto, allá en Tabasco, Labastida invitó a unos cuantos a cenar en conocido restaurante. En sus afanes por la reconciliación al interior de su partido, el presidenciable brindó con Roberto Madrazo por la unidad priísta y lo atestiguaron la señora Sauri, Manuel Andrade, los candidatos a senadores Oscar Cantón y Gina Trujillo, el otra vez aspirante a diputado Humberto Mayans (quien jamás se decidirá a dejar las canonjías del sistema), el gobernador Joaquín Hendriks y el chiapaneco Sami David... el PRI sigue siendo el PRI por obra y gracia de los priístas irredentos.
Francisco Labastida ya lo entendió: si los priístas no jalan parejo, se pierde la elección presidencial. O lo que es lo mismo: sin la estructura del partido y todos los recursos (políticos, económicos, propagandísticos) de los liderazgos locales y nacionales, el PRI está derrotado. Sin ser un hombre de partido, Labastida ya tiene claro que tendrá que emplearse a fondo para operar, él personalmente, la nueva estrategia que lo lleve a recuperar las posibilidades de triunfo en sesenta días. Tendrá que hacerlo solo, sin el apoyo presidencial. Cuentan en Los Pinos que el día del debate ("farsa política", calificó uno de los hombres del presidente) Ernesto Zedillo "se fue a dormir muy tranquilo", seguro de que pasará a la posteridad como el hacedor de la democracia mexicana, que es lo que le importa, no la permanencia del PRI en el poder. Hace seis años, Zedillo creyó realmente (lo cree aún) que los 17 millones de votos que le sumaron a su favor se los había ganado a pulso. Jamás reconoció (ni reconoce aún) que el presidente Carlos Salinas de Gortari (su villano favorito) había sido el principal operador político de la elección del 94. Para muestra: luego del debate de mayo del 94, el ganador del encuentro, Diego Fernández de Cevallos, desapareció de la escena. Cronistas y columnistas escribieron (por encargo de Salinas, claro) que Diego padecía cáncer, y los amigos del panista aseguran todavía hoy que el yucateco Correa Mena, por la emoción del triunfo en el debate, abrazó tan fuerte a Diego que hasta le rompió las costillas. Lo cierto es que Salinas, experto en mover los hilos del sistema, le cobró a Fernández de Cevallos los favores a su partido y a su persona, y lo desapareció de la escena. En fin, Salinas es una enajenado por el poder. Zedillo se pone su gorra al revés y unos lentes oscuros y se va de vacaciones... duerme muy tranquilo.
Las entrevistas posteriores al programa de televisión del 25 de abril muestran a un Labastida consciente de su realidad. Dice el presidenciable: "Yo gané.. mis publicistas (el equipo de campaña, claro) perdieron el posdebate". Y tiene razón: Labastida ganó porque logró entender que por las fallas de su equipo ha perdido varias batallas, importantes unas, otras no tanto, en esta guerra que todavía no termina. Ya en la recta final el equipo de campaña no da pie con bola y sólo atina a gastar más dinero en los medios. Cálculos conservadores suman más de cien millones de pesos invertidos en prensa, radio y televisión en un trimestre. Labastida acepta hoy que su campaña no tiene solidez ni en el primer círculo de su equipo, donde se confrontan por lo menos cuatro grupos: 1. El de Emilio Gamboa (sus amigos dicen que será el líder del Senado por tres meses y luego secretario de Gobernación... si lo permite el Departamento de Estado, acotan sus enemigos) que desborda optimismo, le endulza el oído al presidenciable y lo incita a tomar la campaña con calma. Con Gamboa trabaja Dulce María Sauri, la operadora de la estrategia para golpear a Vicente Fox con las contradicciones de sus dichos. 2. El de Esteban Moctezuma, con escasa experiencia política y sin reconocimientos en los frentes de batalla. Moctezuma (aspirante a la Secretaría de Educación) pierde fuerza e intenta recuperarla salvando al presidenciable de los embates en los medios. 3. El chilorio power, con Carlos Almada, Marcos Bucio y los amigos cercanos de Labastida, que son los "apagafuegos", sin estrategia definida y hacen lo que pueden. 4. Los priístas de siempre, relegados por Labastida y su equipo cercano (Gamboa, Moctezuma, Bucio) hasta el Día D, cuando el candidato fue tan torpe en sus tiros al blanco que hasta tiroteó contra sus propias fuerzas ("Vicente Fox es como el viejo PRI"). Algún político amigo de verdad (ƑManuel Bartlett?) hizo ver al candidato el tamaño de la ofensa. Y el ex gobernador poblano fue incluido en el equipo para coordinar las campañas de los candidatos al Congreso... Labastida aceptó que sin el ejército tricolor está perdido. Se vistió de general y se dispone a ganar la guerra con sus viejos comandantes y las huestes de siempre: los priístas irredentos... y sálvese quien pueda: šEl PRI de siempre ataca de nuevo!
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