JUEVES 4 DE MAYO DE 2000
* Disputa entre cadenas de tv para transmitir la serie acerca del arquitecto
Persistente explotación comercial de la figura y la obra de Gaudí
* La Sagrada Familia recibe 5 mil visitantes y capta 20 mil dólares diarios por entradas
* El 2002 será el año internacional del artista catalán; por ahora, todo depende del Vaticano
Patricia Landino, especial para La Jornada /III y última, Madrid * Es probable que Antoni Gaudí, arquitecto catalán a quien el Vaticano abrió recientemente una causa para investigar sus dotes de santidad, estuvo más preocupado en sus proyectos arquitectónicos, que en imaginar el orden económico que a finales del siglo imperaría en el mundo, y que sus obras producirían grandes cantidades de dinero.
Una de ellas, El Capricho, capilla que diseñó para Claudio López Bru, segundo Marqués de Comillas, es hoy un exclusivo restaurante que empresarios japoneses se apropiaron hace una década por una ganga. López Bru, con quien Gaudí hizo un viaje a Africa en 1887 para poner en marcha un proyecto de misión, también fue propuesto para ser canonizado, pero el Vaticano detuvo hace algunos años el proceso, se dice, porque nunca se le pudo probar un milagro.
La influencia africana
El proyecto de misión nunca se concretó, pero el viaje a Tánger impactó la arquitectura de Gaudí, como La Sagrada Familia, en la que se pueden observar influencias africanas mezcladas con un gótico muy depurado.
Este templo expiatorio es un productor de grandes ganancias económicas, las cuales se espera incrementar con el ascenso de Gaudí, su creador, a los altares. En promedio, cada día pasan por ahí 5 mil visitantes que pagan 800 pesetas cada uno, unos 3 millones de pesetas diarios (cerca de 20 mil dólares), lo que en teoría se invierte todo en la continuación de la obra.
No falta quien (Jaime Arias, periodista de La Vanguardia de Barcelona) sospeche que la rapidez con la que el Vaticano ha abierto la causa para la beatificación del arquitecto está relacionada con el hecho de que el año 2002 haya sido declarado por el ayuntamiento de Barcelona el año internacional de Gaudí, con el pretexto de conmemorar el 150 aniversario de su nacimiento.
Para el alcalde de esa ciudad catalana, Joan Clos, ''es la oportunidad de descubrir la intensidad de Gaudí y volver a proyectar Barcelona al mundo". Se calcula que los turistas atraídos por Gaudí, cada año a esta urbe, supera los dos millones, y se buscará incrementar esta cifra a diez millones para el 2002, promoviendo dicha celebración en agencias de viajes, ''turoperadores'' internacionales y compañías aéreas, con el apoyo de las Oficinas Españolas de Turismo (OET).
El ayuntamiento catalán planea crear el bus Gaudí, para transportar a los turistas a sus edificios y a las exposiciones sobre su obra. Además, se venderá un boleto que incluya todas las actividades programadas para el año internacional de Gaudí. Se ha considerado, también, la idea de erigir el proyecto arquitectónico del hotel que Gaudí proyectó, alentado por un empresario estadunidense, para Nueva York, en 1908, que nunca se ejecutó.
Los Gaudin's, por televisión
El dibujo de este proyecto fue rescatado por el colaborador de Gaudí, Juan Matamala, y tiene la forma de un cohete, un poco menos alto que la Torre Eiffel. Algún salón interior del hotel alude al universo. Pero la explotación de la persona y la obra de Gaudí no se queda en Barcelona. La empresa de diseño Abilbo, con apoyo de la Caixa Catalunya, creó una serie de dibujos animados, los Gaudin's, inspirada en La Pedrera y que muy pronto se llevará a las pantallas de televisión de todo el mundo. En la serie, la Casa Milá se convierte en un castillo medieval y los personajes son los habitantes del tejado de este edificio ubicado en el Paseo de Gracia de Barcelona.
Por lo pronto, más de 80 cadenas de televisión en el mundo, entre ellas dos grandes empresas televisivas estadunidenses, y alguna otra de Japón, pugnan por adquirir los derechos de exclusividad para transmitir la serie.
Además de la explotación comercial de la figura y la obra de Antoni Gaudí, lo que lleva a pensar que su supuesta santidad tiene un fin de lucro, cabe mencionar las acusaciones hechas en 1996 por la asociación italiana contra la corrupción, Manos limpias, que involucran al obispo de Barcelona, Ricard María Carles, quien formó parte de la Comisión Económica del Vaticano, con una banda internacional de lavado de dinero. Sin embargo, no se pudo probar este señalamiento.
Aparte de los propósitos que impulsen su santidad, lo que no se puede negar es la grandeza del arquitecto catalán, precursor de un movimiento mundial que en España recibió el nombre de modernismo; en Alemania judgenstil o art nouveau, en Bélgica, y que ha llevado a Barcelona a estar presente en la ruta europea del modernismo que pasará por Glasgow, Bruselas, Praga, Viena, París y Palermo.
Para algunos el proyecto de La Sagrada Familia es titánico y no descartan que permanezca inconcluso. Para otros, como el influyente arquitecto catalán Oriol Bohigas, la continuación de la obra de ese templo es un ''disparate". Ha manifestado, también, que le causa entre ''risa y pena" el tema de la canonización, ya que Gaudí le inspira ''muchísimo respeto. Más que los beatos''.
Ya en 1990 un grupo de catalanes se opuso a la continuación de la obra que Gaudí dejó sin terminar al morir atropellado y cuyo proyecto original se quemó años después de la muerte del arquitecto, en un incendio de su estudio durante la Guerra Civil española.
Por lo pronto, el templo expiatorio ya se puede visitar terminado. Con la ayuda de un programa de cómputo se han reproducido miles de fotografías para visualizar hasta el último rincón del templo como Gaudí lo imaginó.
''Lo increíble es que Gaudí pudiera realizar cosas tan complejas sin la ayuda de un ordenador", expresó Toni Meca, un publicista catalán que dirige este proyecto.
Quizá no se pueda probar su santidad, pero sí la fe que Gaudí profesaba, por lo menos en su capacidad creativa y artística, sin la cual no sería concebible su titánica obra. Lo único tangible es que, para él, la naturaleza era la gloria.
No obstante que sus datos biográficos son difusos y contradictorios, según los distintos autores, es innegable una profunda espiritualidad en su arquitectura, que más allá de los fines lucrativos detrás de su canonización, quizá se universalice si Gaudí llega a los altares. Lo dijo Malraux: ''El próximo siglo será espiritual, o no será".