JUEVES 4 DE MAYO DE 2000

* Se cumple el primer aniversario luctuoso del escritor mexicano


He sido un pícaro y no está mal; eso es un poco la entraña de la vida: Garibay

* Publican un libro testimonial de Iris Limón bajo el sello de editorial Colibrí

* Dedicarán al maestro la sesión de Los espacios de la memoria, hoy, en Bellas Artes

César Güemes * Al final de su vida, que concluyó las primeras horas del 4 de mayo de hace un año, Ricardo Garibay se parecía mucho al joven que aparece en esta página en cuanto a que albergaba más esperanzas que certezas, luego de haberlas tenido todas.

En su momento fue, como se le puede ver con la señora Minerva, su compañera de toda la vida, un hombre francamente osado, firme, elegante.

Y luego adquirió, apenas en la primera madurez, como se puede desprender de la imagen en donde aparece con corbata de moño, la actitud sardónica, retadora, suficiente, que le funcionó por una parte para trabajar sin descanso hasta alcanzar los 52 títulos publicados y, por otra, la lejanía de su generación y de muchos escritores mexicanos que, por esas razones ajenas a su sólido talento, hicieron en torno de él un silencio que rompía estruendosamente con cada nuevo libro impecable que iba produciendo sin pausa.

 

Narrador un poco solitario

 

Las imágenes que ilustran esta página provienen del libro Signos vitales de Ricardo Garibay, escrito por Iris Limón y publicado bajo el sello de Colibrí. En él se cuenta cómo conoció el maestro a la periodista, cómo se expresan de él quienes lo trataron y lo que él pensaba de sí mismo y de su tarea.

Un libro testimonial que aparece en un momento justo porque hoy, a las 19:00 horas, en la sala Adamo Boari de Bellas Artes, el ciclo Los espacios de la memoria se dedicará al maestro.

Dice Vicente Leñero, por ejemplo, en el libro citado: ''No creo en Ricardo como hombre malo, como hombre violento, ni siquiera en sus desprecios a tantos escritores. Ricardo Garibay es el caso del escritor, de alguna manera solitario, en relación con los medios literarios, no así con los políticos, los sociales, los públicos; pero sí fue un hombre que no creció al lado de ningún grupo, de ninguna línea, y eso me entronca mucho con él".

Le cuenta Rubén Bonifaz Nuño a Iris Limón: ''No voy a decir cómo recuerdo a los jóvenes que fuimos, pero sí voy a contar cómo nos percibía una persona extraña. Enfrente de la preparatoria de San Ildefonso había una tintorería que era propiedad de un refugiado español, de aquellos intelectuales. Con nosotros estaban en esos tiempos, como socios de esperanzas y desdenes, Emilio Uranga, Juan Noyola y algún otro. Nos llevaron la cuenta, y cuando sacamos lo que traíamos para pagar, vimos que no nos alcanzaba. Era algo así como $4.50. Y entre todos no lo podíamos juntar. Entonces llegó el dueño de la tintorería y nos dijo: 'Vamos, que ésta es la primera conversación inteligente que les oigo a estudiantes mexicanos. Así que dadme lo que tengáis y no os preocupéis'. Garibay comentó: 'No sabe con quién está hablando'".

 

Admirable capacidad de síntesis

 

Dice Josefina Estrada: ''Cada libro puede mostrar una faceta del Garibay escritor; el que me conmovió muchísimo fue Cómo se pasa la vida, por la maestría de la síntesis, cuánta vida hay en tan pocas páginas, las crónicas, las historias. Su capacidad de síntesis es de total admiración. Creo que Garibay tendrá que se redescubierto muchos años después, porque no se le ha dado la difusión adecuada".

Dice Sandro Cohen: ''Pienso que, más tarde que temprano, lo reconocerán, aunque la mayor satisfacción de un escritor es que lo lean, más que un homenaje o reconocimiento oficial, y Ricardo es un autor que puede vivir ųaunque sea modestamenteų de sus regalías. Eso quiere decir que la gente sí lo lee, y ése ha sido su mejor premio".

Y dice Ricardo Garibay en una parte de la entrevista hecha ex profeso para el libro señalado: ''De alguna manera he sido un pícaro en mucha cosas, y esto no está mal, porque es un poco la entraña de la vida. La vida me ha dado cierta dosis de arrojo; y hoy, una buena dosis de autodeterminación, que me hace ver como un milagro casi todo lo bueno. Creo merecer realmente poco. No valí nunca lo suficiente como para merecer mucho, y lo que ahora me sale al paso es bueno, positivo, hermoso; me parece casi un milagro y lo gozo muy intensamente. Sin embargo, como escritor creo merecer todo".

Un año de la muerte de Ricardo Garibay. Un año, maestro, donde quiera que estés.