La Jornada sábado 6 de mayo de 2000

Miguel Concha
Derechos laborales y contienda electoral

Precarización e Inestabilidad en el Empleo. ƑNueva Cultura Laboral? es el título del informe anual del Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal), cuyo objetivo básico es poder construir puentes de acción y de propuestas a favor de los derechos humanos laborales.

Reconocidos como normas fundamentales por la Organización Internacional del Trabajo, los derechos humanos laborales podrían tener en la actual coyuntura electoral la oportunidad de avanzar en su aplicación sustantiva y universal. La necesidad de construir esperanza cobra sentido si se observa el doliente historial obrero que han instaurado los tecnócratas y los señores del dinero en los dos últimos sexenios. Basta observar la situación de dos derechos:

Derecho al salario remunerador. El tema es el empobrecimiento y la degradación de las condiciones de vida. La situación no sólo indigna, sino que se torna alarmante, a propósito de los ingresos de las familias trabajadoras. El salario de 1999 apenas adquiría 7 por ciento de lo que se compraba en 1976. En 22 años ha perdido su poder adquisitivo en 93 por ciento, por lo que debiera aumentar en 290 por ciento.

Durante los primeros cuatro años del actual gobierno, el salario había perdido 47.6 por ciento de su poder de compra, y sólo en los primeros meses de 1999, 9.7 por ciento. En consecuencia, los efectos de la pérdida del poder adquisitivo del salario en lo que va de la presente administración han sido de enorme dureza: toda la relación entre salario mínimo y precio de las canastas básicas es hoy negativa para el obrero mexicano: el precio de la "canasta obrera indispensable" equivale a cuatro salarios mínimos; la "canasta básica constitucional" requiere un incremento porcentual de más de mil puntos, y la "canasta alimenticia constitucional" sólo se adquirirá si el salario mínimo se incrementa ciento por ciento.

En los últimos cinco años, la población asalariada que gana el equivalente a un salario mínimo se ubicó en 77.8 por ciento del total, y la población ocupada que percibe menos de un ingreso mínimo legal se incrementó de 4.4 a 5.7 millones. Con una depauperación paulatina y permanente de sus salarios, los trabajadores colocan al país en el décimo lugar de entre las naciones más pobres.

Derecho al empleo estable. De acuerdo con la expectativa gubernamental, 1999 generaría en la economía un millón de plazas de trabajo. El Instituto Mexicano del Seguro Social reportó, sin embargo, en el primer semestre de ese año, 326 mil empleos generados, de los cuales 193 mil 547 tenían el carácter de permanentes, y el resto, es decir, 132 mil 453, de eventuales.

Meses después el propio IMSS confirmó la tendencia sobre la generación de empleos y su composición, al afirmar que al cierre del mes de septiembre los trabajadores asegurados (permanentes y eventuales) alcanzaban la cifra de 340 mil trabajadores, 200 mil permanentes (60 por ciento) y 140 mil eventuales (40 por ciento). Para el último mes del año, la cifra de empleos generados ascendía a 706 mil 40, con porcentajes similares en cuanto a su carácter permanente y eventual.

La problemática general del empleo se agudiza además en los sectores sociales más vulnerables: más de la mitad de la población indígena nacional trabaja más de diez horas a cambio de 20 pesos; la tasa de desempleo en jóvenes casi triplica la media nacional; más de 3.5 millones de menores de edad laboran en actividades marginales, y 40 por ciento de los jubilados pobres sobreviven con mil 176 pesos al mes.

Dados los resultados objetivos del modelo neoliberal durante 1999, no se puede apelar sino a la única alternativa que queda: la construcción de una esperanza operativa, con la que el pueblo trabajador mexicano se dé un modelo económico que reivindique la dignidad y las oportunidades del trabajo. Los derechos humanos laborales tienen que ser en la contienda electoral punto de discernimiento y opción para todos aquellos que viven o aspiran a vivir de su salario.