La Jornada sábado 6 de mayo de 2000

Javier González Rubio I.
La derrota que no llegó

Cárdenas, como nadie lo esperaba, empezó con cabezazo, patín, trompón, pero con seriedad y razón. Y cerró el mejor: con la conciencia del valor de la lucha, recordando que ya ganó dos veces.

Labastida demostró que puede hablar de corridito aunque se cuelgue eternamente de las vocales, que en cuanto pueda --si puede-- Fox se las va a pagar todas. Pero ayer no quiso ganar.

A pesar de las tablas, Camacho alternando el nerviosismo y el reacomodo. Nadie le quita lo inteligente, pero se resbaló con lo de la "sorpresa".

Rincón Gallardo jugó bien al favorito sentimental y nos ofreció una rosa de ésas que le robó al PSOE y a Mitterrand (šhabiendo tantas flores!).

Porfirio iba ablandadito, como nunca, después de la lápida que como carta le puso encima Patrocinio, el de Chiapas. Se refugió en la toga de jurista. Y Fox no sorprendió a nadie y lució, una vez más, lo único que luce: arrogancia.

Con las puertas cerradas, de los salones donde nos encontrábamos los acompañantes de los candidatos, brotaban gritos de euforia y aplausos ante la intervención de cada debatiente. Todos sonreíamos con los gritos de todos, pues era parte de la diversión, aflojaba la tensión.

Pero lo que más extrañó es que Labastida no quiso ganar: llevó a las cuerdas a Fox y lo dejó escapar.

No importa que después del debate Labastida, de la mano de su esposa, fuera lleno de sonrisa a saludar a sus compañeros de partido con actitud de triunfo: él sabía y ellos también que no había ganado. Pero lo más curioso de todo es que en Insurgentes norte ya comentaban desde la víspera que no ganaría, que iba incluso a perder puntos, pero que faltaban los dos meses decisivos. Es raro.

Muchos, en los salones de invitados, se sorprendieron cuando Labastida retó a Fox citando los insultos que el guanajuatense le ha lanzado. Sobró esa cursilería de que con esos insultos ofende a las familias mexicanas, pero como elemento de ataque el recuento de los insultos, de hacerse consciente de ellos ante la ciudadanía, era bueno, audaz, retador; se ponía por encima de los insultos a nivel de buen peleador (de la primaria a la universidada: Ƒa quién le dices eso, güey?, a ver, repítemelo).

De lo que le han aconsejado los gringos fue de lo poco bueno. Pero Fox libró olímpicamente, salió por peteneras, lo que a cualquiera hubiera enchilado. Y todos nos quedamos esperando el remate de Labastida en la siguiente ronda. Pero no llegó. ƑNo estaba en el script? Y dejó ir también el recuento claro de los fracasos de Fox en Guanajuato que bien ha documentado Moctezuma. ƑPor qué? ƑSe las guardó para el siguiente debate?

Eran tan pocas las expectativas que se tenían ante el debate por lo rígido del método y la abundancia de participantes, que finalmente todo salió mejor de lo que se esperaba. Indiscutible y afortunadamente sí hay propuestas.

En la guerra de las encuestas, los foxistas ya tenían muy armado su numerito; en eso también pareció que los labastidistas arriaron banderas y prefirieron dejar el terreno libre. No deja de ser raro.

Llama la atención que en la encuesta de Canal 13 ganara Fox: los teléfonos no funcionaban. Pero bueno, una trapacería más en la guerra de las encuestas se puede pasar por alto.

Después vinieron los debates sobre el debate. Paco Ignacio Taibo II controlando su tendencia a la ocurrencia, para destacar la congruencia ideológica y moral de Cárdenas, del único que la tiene.

Jorge Castañeda con encuestomanía a favor de Fox; Aguilar Zínser pensando que por ahora no tendrá que escribir un libro titulado šYa!... nos llevó la fregada; Jorge Alcocer luciendo su papel de líder ideológico en el equipo de Labastida; Aguilar Camín con su prudente habilidad para apoyar al que se debe. Carlos Imaz desenfadado y contundente ante la mirada condescendiente de un Meme Garza que conoce todas las mañas de la alquimia priísta.

Lo mejor es que hemos llegado a estos debates, gracias a un proceso democrático que en mucho ha contribuido a impulsar Cárdenas desde hace ya trece años.