La Jornada domingo 7 de mayo de 2000

Néstor de Buen
Preguntas a contestar

Señor candidato a la Presidencia de la República: Ƒqué opina usted del derecho de huelga? A otro señor candidato: Ƒdebe reformarse la LFT para evitar los contratos de protección? A otro más señor candidato: Ƒdeben mantenerse en la ley las exigencias de registro de los sindicatos y de toma de nota de sus mesas directivas?

Me temo que estas preguntas no se han formulado y veo difícil que se lleguen a formular. Porque entre comparecencias comprometidas, debates que no debaten, asistencias a actos sindicales con, por regla general, textos leídos y otras menudencias, de plano aún no me entero de la opinión de los famosos seis a propósito de las posibilidades de que se reformen el artículo 123 y la LFT con el objeto de hacer viables los propósitos, tan reiterados, de que crezca al 7 por ciento el producto interno bruto, de que la inflación quede por debajo de los salarios y de que en materia de derechos laborales, ni un paso atrás.

Lo del paso atrás no hacía falta decirlo. Ya no hay espacio para más pasos atrás, que se han dado con energía a través de los muchos últimos años. Dicen que crece el empleo y habría que creerlo si no fuera porque las encuestas son sólo urbanas y, además, confunden empleo con ocupación y no es lo mismo. Y en cuanto a los salarios, si retrocedieran un milímetro se convertirían en salarios negativos, quiere decir, que el trabajador tendría que pagar por el honor de ser un trabajador que como están las cosas, sí se corre el peligro de que sea un honor.

Y con respecto a la libertad sindical, derecho de huelga y derecho a la negociación colectiva, los silencios son prolongados y ominosos. Y por el estilo en materia tan comprometida y anticorporativa como sería mandar al archivo a las Juntas de Conciliación y Arbitraje y sustituirlas por jueces. Que sean sociales o de trabajo no importa tanto como las funciones de intervenir en asuntos laborales y de seguridad social que tendrían que resolver.

No me extraña en Labastida, que tiene compromisos corporativos de los que resultaría muy difícil que se desprenda. Aunque no dudo que en el fondo de su alma lo desearía ya que el corporativismo es un lastre más que incómodo. De Fox, cuyo partido tiene un proyecto de LFT muy interesante y anticorporativo, aún no veo que se haya manifestado a favor de sacarlo del ostracismo en que se encuentra en el Senado, donde el PRI es mayoría, para revitalizarlo, al menos en el discurso. Cuauhtémoc, como su padre, no es demasiado sensible frente a los problemas obrero-patronales y su preferencia hacia los campesinos no admite dudas. Pero tiene un excelente proyecto que el PRD preparó y vale la pena examinar. Porfirio, hombre enterado y sensible, con un buen archivo de su época de secretario del Trabajo, parecería más inclinado hacia el recuerdo que hacia la construcción. Manolo Camacho tendría que decir algo pero como economista, más sobre empleo que sobre condiciones de trabajo. Al exitoso Rincón Gallardo, me da la impresión de que los temas laborales no lo emocionan demasiado. Y con sólo la retórica no se va demasiado lejos.

Y sin embargo, se mueve. Porque pensar en un crecimiento económico con el lastre de los sindicatos corporativos que controlan indecentemente a los más de un millón 200 mil trabajadores de la maquila; con la perpetua alianza con el Estado, pero en contra de los trabajadores; con el control de las huelgas cuyo número disminuye porque los trabajadores ya no saben qué hacer con ellas, parece utópico. Lo único que navega, con cierto viento de cola, es ese maléfico Código de Procedimientos Laborales hijo natural y artificial de la nueva cultural laboral, y que también, por razones evidentes de minoría en la Cámara de Diputados, espera tiempos mejores que, en mi concepto, no se van a producir. Obra de un conjunto de abogados empresariales y un puñado de representantes de la CTM y de la CROC, en el ambiente cordial de la STPS, a veces da la impresión de que quiere echar marcha atrás en la valiente reforma procesal de 1980. Y fue aquélla una reforma valiente para los trabajadores. La última, dicho sea de paso, a su favor.

Queda poco tiempo, señores candidatos. Los trabajadores están ansiosos por conocer sus posiciones en un tema que siempre, y ahora más que nunca, no sólo es delicado sino que es indispensable llenarlo de propuestas.

De ustedes depende, caballeros.