La Jornada domingo 7 de mayo de 2000

Bárbara Jacobs
La vida propia y la ajena

Entiendo que para escribir la autobiografía la oportunidad y la memoria sean esenciales. Ni puedes estar muerto tú para escribirla, ni debes haber olvidado todo lo que la conformaría. Para escribir una biografía, también son esenciales la oportunidad y la memoria. La diferencia está en que, en la biografía, quien tiene que estar de preferencia muerto no eres tú, que la vas a escribir, y quien tiene que tener la memoria despierta, tampoco. De lo que se deduce que ambos géneros tienen la misma ventaja para ti, que es la de estar vivo. Sin embargo, por el momento yo me siento igualmente incapaz de escribir ninguna de las dos cosas. La autobiografía, porque me parecería un asunto demasiado pretencioso; y una biografía, que exige demasiado rigor. Lo malo es que los dos géneros me atraen y me intrigan; tanto, que no he hecho nada más que acercarme a ellos, si bien por caminos despistantes, para practicarlos sin que nadie se entere, y sólo mientras me acabo de decidir a abordarlos de modo frontal.

ƑHay biografías fugaces? ƑUna barba, un perro lanudo, pueden representar una identidad? ƑHay biografías inexactas, incompletas, que recojan lo esencial del biografiado y lo transmitan?

Titulé un cuaderno con el nombre de mi padre, seguido de la definición: Una biografía. Y lo empecé relatando cómo, una mañana de sus últimos días, señaló una fotografía de él mismo en un marco sobre una mesa y preguntó quién era. De hecho, preguntó quién era ese joven de barba, y añadió que quería saber todo de él. Papá acaba de cumplir 89 años; la imagen de sí mismo por la que preguntaba era de hacía sesentaitantos. Fuera del desconcierto que pudo producirme su propio desconcierto, pensé que, para escribir su biografía, lo único que tenía que hacer era contestar lo más completamente posible su pregunta. Pero, al intentar hacerlo, advertí que me faltaban datos y, lo peor, que era tarde para preguntárselo a él. La oportunidad y la memoria hechas nudos entre mis manos. El desconcierto para mí, para él había sido curiosidad.

ƑQuién es ese joven de barba? Eres tú, papá; le dije a destiempo. Eras tú, me corregí. No podía ignorar lo inútil que resultaba mi respuesta, lo inquietante que venía a ser su rectificación. ƑQuién eras cuando sabías quién eras, papá? ƑContestarte hoy, cuando ya no sabes quién eres? ƑDe quién creerías que te hablaba? ƑQué significado tendrían para ti los hechos que hablaban del joven de la fotografía, de su vida, de lo que fue su vida? Pero uno no escribiría la biografía de alguien para que él la leyera. Lo paradójico es que el sujeto de una biografía posible es el primero que querría saber quién era, el primero que pediría saber todo de sí mismo. ƑY no es, finalmente, quien más sabe de sí mismo? Oportunidad, memoria.

Después de leer una biografía de Cervantes formulé una teoría. Un escritor de lengua hispana debe leer el Quijote por lo menos tres veces. La primera, de corrido; lo entienda o no, lo disfrute o no. La segunda, con notas, a más eruditas, mejor. Y, por último, la tercera, ésta no antes de haber leído una biografía de Cervantes, una que lo sitúe a él y su tiempo, con el mayor detalle posible. Pero oí un comentario radicalmente opuesto al mío. Después de leer una biografía de Montaigne, un profundo admirador suyo se lamentó con esta declaración: "Disfrutaba más de la lectura de los Ensayos antes de saber todo sobre Montaigne".

ƑCómo complacer a todo mundo con una misma receta? ƑEs necesario saber todo de un sujeto de una biografía para retratarlo bien, o es mejor dejar lagunas que cada lector llene con su propia imaginación? ƑQué es la identidad? ƑLa representa una barba, un perro lanudo?

"Estaré paseando a un perro lanudo", informó el psiquiatra para que lo identificara. Me daría la pastilla que habría de preparar a papá precisamente para la visita que le haría el psiquiatra. Uno de esos últimos días papá habló sin parar de un juego, y la familia pensó que un especialista lo persuadiría a suponerse ganador. "ƑSabe usted quién es?", preguntó a papá el médico. Ante el silencio de papá, el psiquiatra repitió la pregunta, en diferentes idiomas y en tonos diferentes. Como papá permaneció callado, el doctor se fue. "No se despidió de mí", comentó de él papá a mamá.

ƑSabía papá quién era quién, incluido él mismo, o no? La inoportunidad de que muriera al día siguiente de este episodio inutiliza el hecho de que yo lo recuerde con exactitud. Si una biografía no se termina nunca, una vida, menos.