La Jornada domingo 7 de mayo de 2000

José Antonio Rojas Nieto
Alternativas frente a Pemex y CFE

Al ladrón... al ladrón... quieren vender Pemex... quieren vender CFE... quieren acabar con México..., acusan altos personeros del PRI a altos personeros del PAN... Miren -afirman- van a Washington a hacer arreglo para vender nuestro petróleo... šQué drama!... o, más bien, šQué comedia y qué farsa!... Hay que tener vergüenza y valor civil para decir frente a la nación lo que realmente se piensa. En las estrategias generales de gobierno, el PRI y el PAN se unifican: están dispuestos a vender petróleo y electricidad. Jamás el PAN hizo una contrapropuesta frente a la redefinición petroquímica promovida por los gobiernos priístas ni ante su ánimo desintegrador de Pemex. Siempre -incluso- los acusó de tibieza. Por razones electorales, hoy claras, el PAN no apoyó la reforma eléctrica, pero jamás manifestó su oposición a la privatización. La quiere encabezar.

Desde hace más de 10 años se restructura Pemex, desintegrándolo y desnacionalizándolo y se busca restructurar la CFE para desintegrarla y desnacionalizarla. Y a pesar de sus diferencias -agudizadas por razones electorales-, los nuevos PRI y PAN coinciden estratégicamente en el debilitamiento del Estado. La consecuencia: privatizar Pemex y CFE. Coinciden en la modificación de los artículos 27 y 28 de la Constitución; menos por razones de oportunidad política y más por sus concepciones ideológicas. Antes coincidieron en la introducción de las tierras ejidales a la especulación urbana y rural; mañana lo harán con CFE y luego con Pemex.

Hoy en día ni los lineamientos estratégicos del PAN, ni la actuación de sus dirigentes ni, mucho menos, la de su candidato, establecen alguna diferenciación de fondo con el PRI en esto. En todo caso, la diferencia del hoy es que quieren y se sienten en condiciones de encabezar y dirigir. Por eso sería un grave error otorgar el llamado voto útil al PAN para que supuestamente cambie México. Lo haría, sin duda, pero no necesariamente en el sentido y la orientación de quienes aspiramos a un cambio de fondo en México, apoyado en la ratificación de algunos principios básicos y tradicionales que no dan cabida a demagogias: la propiedad originaria de tierras, aguas, bosques, recursos del subsuelo y el control nacional de las industrias estratégicas del petróleo y su química integrada, llegó a hacerlo, por lo que nunca resultó extraña la presencia de petroleros y electricistas en el núcleo central de la estructura corporativa estatal, hoy debilitada. El PAN tampoco los defiende más, a pesar de que en la concepción fundacional de los Gómez Morín, los González Luna, los Landerreche, los Chriestleb, los Hinojosa, los Estrada y los Conchello, se impulsaba la fortaleza estatal con control nacional de petróleo y electricidad, como garantías de un desarrollo social humanista.

Muchos mexicanos defendemos la esperanza de un cambio alternativo: nos opondremos a la privatización de la eléctricidad y a la entrega de nuestra riqueza petrolera. Lucharemos por su industrialización integrada, por más que alentemos e impulsemos su reforma y su restructuración, con una orientación integradora y nacionalista, aún viables en este mundo de globalización subordinante, y de apertura y competencia crecientes.

Para ello defenderemos diez lineamientos estratégicos: 1) defender la propiedad originaria nacional de los recursos naturales; 2) asegurar su explotación sustentable y el uso adecuado de sus rentas; 3) impulsar el uso eficiente y limpio de la energía y la diversificación de fuentes de energía; 4) luchar por que Pemex y CFE sean empresas estatales con nivel creciente de autonomía, sometidas a una evaluación continua de sus perspectivas estratégicas, de sus programas de trabajo, de su calidad operativa, de su productividad, de su gestión financiera y de sus productos; 5) buscar una integración razonable de objetivos económicos claros y de finalidades de desarrollo social también claras; 6) abrir un proceso de liberación gradual de la renta petrolera como ingreso fundamental gubernamental para fortalecer financiera y productivamente a Pemex. En consonancia con una reforma fiscal de fondo asimismo gradual; 7) revisar los esquemas actuales de precios y subsidios para recuperar y aún profundizar su sentido social original y hacer cada vez más transparente su asignación; 8) impulsar una actuación inteligente y coherente de México en el mercado petrolero internacional; 9) alentar nuevos esquemas de organización empresarial, de regionalización, de descentralización e, incluso, de participación coadyuvante de la inversión privada, vinculados a una gestión impecable; 10) finalmente, pero no menos importante, garantizar la capacitación y el adiestramiento de sus trabajadores, técnicos, profesionistas y directivos, y el absoluto respeto a sus derechos laborales.

Ah... que no se nos olvide: controlar la energía es tener el control de una de las fuentes clave del poder.