LUNES 8 DE MAYO DE 2000

Ť Veintiún canciones sabor morna-coladeira


Cesaria Evora en el Zócalo: soñar despierto el canto de una sirena

Juan José Olivares Ť El negro espíritu de isla exótica, de raíz Africa, de sentimiento, pasión, verdad, resistencia, tristeza y alegría de La diva descalza, Cesaria Evora, se apoderaron del centro-alma de los mexicanos que llegaron ayer por la tarde al Zócalo capitalino para degustar, gota a gota de sol, la sensual timidez de su canto sirenal expresado con muito muito amor.

Cesarea Evora Las borboletas se equilibraron al ritmo depre, cortavenas, de su tradicional morna, que fue de todos; sublime, tan sublime que las rosas que le arrojaron se transformaron en dulces notas-historias de amores y desamores tropicales que devinieron brisas de raro mar. Una intruducción de su grupo de diez músicos --qué músicos-- detonó la calidez chilanga venida a incandescente recepción auditiva y etérea para preceder a lento, ecléctico y suave caminar patarraiz de la morenita de San Vicente, Cabo Verde.

Se escuchó Sodade y Flor di nha esperanca y los gritos, aplausos y latidos disminuyeron su velocidad a la cadencia de un fado imperial portugués y su reclamo isleño de libertad. Mirada penetrante de la cantante al limbo de nuestro corazón, ya al rojo vivo, expuesto por percibir su voz. Vino Vaquinha mansa y el sabor fue la droga que dinamizó los cuerpecitos estáticos por el poder de Tonahtiú.

Le cantó a la soledad, al amor, a la gente y a su tierra: Cabo verde, terra estimada, y arriba y abajo, del regocijo a la tristura, del reparo al fandango por el sencillo placer de ser una auténtica y humilde diosa que nos conmovió y movió cada uno de nuestros músculos, huesos y nervios. Bastaba un simple acorde natural, para que recreáramos de forma visual sus cuentos impregnados de una apología al mar. Historias coladeiras ínsulas con sabor y color café humo que nublaron los ojos para dar paso a la abertura del alma, que es leit motif de su sonar. Maria Elena, Sangue de beirona y Angola, para alucinar arenas salpicadas de sangre negra.

La latir sonoro de Mar azul --šahhh, el mar!-- y Amor di mundo, de agua, de lo que todos estamos hechos.

Pero no había cordura, su efigie originaria de Mindelo iba de un lado imaginario a otro. Un leve movimiento de hombros o cadera infligía en la muchedumbre la emoción auditiva. Hasta con sus pies, esas gorditas extremidades, el ritmo afloraba a flor de su quemada piel.

Llegó un espacio instrumental, donde su figura performanceó --idem-- a su sobrenombre de diva: se sentó, limpió su simétrico rostro con un pañuelo, prendió un cigarro --pero sus pies seguían el ritmo-- y volvió gustosa con abierta y honesta sonrisa que cautivó, para interpretar Miss perfumado y Luiza (con lo que se ha hecha acreedora a nominaciones a Grammy y todos esos absurdos premios mundiales) con un saborsito a caipirinha tipo Cabo Verde, sol y amor, mucho amor. Y los violines, chelo, liras, sonajas, tumbas, piano, bajo y su voz seguían llorando de enternecimiento oriundo de bizarro islote. Pero conmovió más al oírse Tuyo es mi corazón, en depurado castellano, que palpó su alma y la nuestra ("Cesaria, eres bella del alma", gritó una señora).

Más chévere candela con la rola Cabo Verde manda mantenha, y al público mexica no le costó trabajo la prendidez, pues tenemos otra islita de acústicas características similares. Más agüita para sacudir sus delicadas y finas cuerdas bucales y Sorte, que destelló lucidez al unísono de sus colguijes oro que contrastaron con su condensada esencia amorosa por el cantar y hacer mover el bote a quien percibe su armonía. Se despidió fugazmente con Carnaval, un verdadero refuego de textura fiestera que puso a realizar la danza del mar y sol a la gente --que llenó media plancha-- que tuvo el memorable deseo de estar ayer en la plaza mesoamericana más importante para sentir a una cantante neta.

Rregresó para desenchufarnos de nuestra soleada realidad, con la versión de Bésame mucho (de Consuelo Velázquez), con la que provocó que abriéramos cualquier hornacina disponible para amar y soñar con tórridos seres mitológicos del trópico. Terminó el homicidio colectivo con Nho Antone es caderore. Veintiún relatos sabor morna-coladeira, arriba-abajo, que quedarán en nuestro sentimiento ya expuesto al rojo viviente. Escuchar a Cesaria: verdaderamente para soñar despierto.