MARTES 9 DE MAYO DE 2000
Ť Recreó, sin complacencias, los conflictos de la sociedad contemporánea
Murió Jesús González Dávila, el dramaturgo ''de la desolación''
Ť Lamentable, que en vida sus obras enfrentaran muchos obstáculos para llevarlas a escena
Ť Con su deceso es seguro que comenzará el mito de este escritor marginado: Rascón Banda
Carlos Paul Ť Su personalidad no le permitía hacer concesiones ante grupos privilegiados e instituciones públicas encargados de la política teatral. Se autodefinía como un outsider. Sus obras son una clara radiografía sin complacencias de la sociedad contemporánea, de sus desgarradores conflictos sociales, familiares y sobre todo de los que emergen de las relaciones de pareja. Jesús González Dávila, el dramaturgo ''de la desolación, el dark, el marginado por propia decisión, el que supo interpretar estos tiempos furiosos que vivimos", falleció la madrugada de este lunes a los 58 años.
Aunque sus alumnos y amigos tienen la satisfacción de haberle brindado hace unos días un reconocimiento por su trayectoria (La Jornada, 5/05/00), ''es lamentable que en vida haya tenido muchos problemas para llevar sus obras al escenario", comenta Víctor Hugo Rascón Banda, presidente de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem).
Salvo el estreno de De la calle y Aroma de cariño, en el Instituto Nacional de Bellas Artes, y Muchacha del alma, en la UNAM, ''las instituciones públicas no le dieron el reconocimiento que merecía su figura y su visión de la sociedad mexicana".
Las escasas obras que recibieron apoyo del Estado, ''no fueron por Jesús, sino por los directores o por los actores".
Describir la aldea propia
No obstante, destaca el titular de la Sogem, González Dávila ''tuvo a su favor el amor de sus actores y alumnos de todo el país, por donde impartió sus clases de dramaturgia".
Al igual que (Sergio) Magaña, añade, ''fue un dramaturgo marginal, que no le gustaba ser complaciente, ni hacer concesiones. Seguramente aquí comenzará el mito de Jesús González Dávila".
Todavía ayer, cuenta Rascón Banda, ''se encontraba con el humor que le caracterizó: juguetón como un duende. Burlándose de todo, de sí mismo y de su enfermedad, al grado de que cuando le preguntaron cómo te van a llevar a los otros homenajes, contestó bromeando, pues en un ataúd blanco. Creo que se le concedió, pues la actriz Cristina Michaus, quien impulsó estos reconocimientos, Víctor Carpinteiro y yo realizamos los trámites para que esto fuera así".
Apenas una semana antes, González Dávila, amable y breve, tuvo a bien conceder -a pesar de su estado de salud- una entrevista a este diario. En esa conversación (La Jornada, 3/05/00), luego de opinar acerca de las diferencias creativas respecto de los dramaturgos que generacionalmente lo antecedieron, de su manera de entender y escribir teatro, sonriente puntualizó que si bien sus obras son ásperas y violentas, respecto del suicidio ''uno acaba diciendo: no es para tanto, para qué matarse".
Asimismo, refrendó su condición de outsider. En este país existen grupos privilegiados y grupos ninguneados; escogí ser de los ninguneados y no le echo la culpa a nadie, elegí ser un outsider porque me sentía más libre, más a gusto de hacer lo que se me pegara la gana".
Con el mismo entusiasmo, habló de las tres obras que estaba escribiendo y de lo que se podría considerar su propuesta teatral: ''El reto es que no sea mi historia, sino crear una en la que se reflejen muchas personas; la intención es alcanzar lo universal, pero para lograrlo, como dicen, hay que describir bien tu propia aldea".
El dramaturgo Jesús González Dávila, quien no fue distinguido como creador emérito, profundo y renovador, murió de un cáncer que le invadió la columna vertebral. Su cuerpo será incinerado este martes y, a las 16:00 horas, sus cenizas serán depositadas en Mausoleos del Angel, en la Rotonda de los Escritores de la Sogem.