La Jornada martes 9 de mayo de 2000

José Luis Manzo
Los disfraces de Fox
(primera parte)

El PAN es el PRI vestido de azul. Nos enfrentamos a un solo enemigo que tiene dos cabezas o expresiones políticas pero el mismo proyecto económico, que ha empobrecido a los mexicanos. De nada sirve quitar de la presidencia al viejo PRI para poner a su hermano más joven, el PAN. Este partido representa el cambio para que en el fondo nada cambie; no es una verdadera opción de cambio en beneficio de las mayorías. ƑYa se nos olvidó que Manuel Clouthier acusó al PRI de robar y aplicar el programa económico del PAN? ƑYa se nos olvidó que el PRI reconoció ''triunfos'' electorales al PAN a cambio de avalar su programa económico desde la Cámara de Diputados? ƑYa se nos olvidó que el PAN aprobó el Fobaproa y que junto con el PRI se opone a que conozcamos los nombres de los pillos que salieron beneficiados?

No debemos olvidar que el proyecto claro y explícito del PAN y del PRI es entregar el petróleo y la electricidad para que unos cuantos hagan negocios privados con ellos. Zedillo ha insistido tercamente en vender a empresarios privados la Comisión Federal de Electricidad (CFE), las plantas petroquímicas de Pemex y otros segmentos de la industria petrolera. También Fox se ha manifestado a favor de vender la CFE (El Financiero, octubre 22, 1999) y en Estados Unidos ofreció vender Pemex; aunque después se rajó, pero sólo en apariencia, pues aclaró que cualquier candidato presidencial que declare frente a los mexicanos que va a privatizar Pemex, está condenado a perder las elecciones. Su verdadera intención es vender Pemex, pero sabe que necesita llegar a la Presidencia para hacerlo. Y para lograr ese objetivo se ve obligado a mentirle a los mexicanos, porque sabe que la inmensa mayoría no votaría por él, de saber que piensa vender Pemex. Así es él: asume el disfraz que más le conviene. Pero su juego es muy claro; basta abrir bien los ojos para verlo.

El PRI y el PAN decidieron aplazar sus afanes por privatizar el sector energético por temor a perder votos este 2 de julio. En caso de ganar la Presidencia, cualquiera de estos dos partidos sabe que cuenta con el apoyo del otro para retomar desde el inicio de la nueva administración el camino de la privatización. Incluso, el gobierno de Ernesto Zedillo está amagando con hacerlo desde el 3 de julio próximo, una vez pasadas las elecciones, ya sin obstáculos. El candidato Labastida reconoció expresamente que en tiempos electorales no era propicio para el PRI insistir en la venta del sector eléctrico, y que sería mejor retomar esta propuesta después de los comicios de julio del 2000 (La Jornada, diciembre 01, 1999). El PRI, el PAN y sus aliados cuentan con las dos terceras partes de los votos en las cámaras de Diputados y Senadores, suficiente para convocar a un periodo extraordinario de sesiones y aprobar los cambios a la Constitución para facilitar la venta de la industria eléctrica, lo que abriría el camino para vender también Pemex, como lo manifestó abiertamente en Washington el secretario de Energía, Luis Téllez, ante el Consejo de las Américas, conformado por líderes empresariales estadunidenses con intereses en América Latina (La Jornada, mayo 03, 2000). El costo político de esta maniobra lo pagaría el régimen de Zedillo, no la nueva administración priísta o panista. Con el desprestigio que ya se carga, Zedillo piensa tal vez que una mancha más al tigre no es nada.

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