La Jornada martes 9 de mayo de 2000

Alberto Aziz Nassif
Apretar tuercas

Durante la semana pasada los candidatos a la Presidencia y sus partidos llevaron a cabo un operativo que podría ser entendido como un ajuste general de tuercas a sus campañas. Los movimientos se dan como una consecuencia del debate del pasado 25 de abril. A 53 días para las elecciones se inició la recta final. La lógica de esta etapa es que lo que no se haga en los próximos días para ganar votos y posicionarse de mejor forma, difícilmente se podrá hacer después. Este presupuesto tiene una limitación: no se sabe cuál será el resultado y cualquier equivocación puede resultar fatal.

En los días que vienen veremos una intensificación de la vida política, de la propaganda, de los ataques entre candidatos, de la guerra sucia, lo cual es parte de un proceso electoral competido. Los problemas pueden venir de una violación a las normas, de la compra y la coacción al voto, del abuso de poder, es decir, de todas las zonas oscuras que la ley y las instituciones no pueden controlar y que al final de cuentas pueden quitarle legitimidad y calidad a las elecciones del próximo 2 de julio.

El PRI y Labastida se encuentran en máxima alerta ante la posibilidad de perder. Además de poner a trabajar a toda su capacidad su maquinaria electoral, han colocado a diversos personajes, representantes del "viejo PRI" y con fama de duros, en puestos clave. Una vez más el "nuevo PRI" tiene que retroceder en su objetivo de ser un partido moderno y más democrático para volver a ubicarse en los márgenes de seguridad de su aparato y de sus viejos operadores, que son los que consiguen, a la buena y a la mala, los votos. Al parecer la operación de alianzas y la reconciliación que los priístas no hicieron después de su elección interna del 7 de noviembre de 1999, la están haciendo a marchas forzadas en estos momentos bajo una lógica política en la que todos coinciden: unirse para conservar el poder. Los proyectiles están orientados en contra del PAN y de Fox, que constituyen su principal desafío. Sin embargo, no se sabe si la estrategia resultará.

El PRD y Cárdenas también han decidido intensificar su campaña y meterle velocidad. La ubicación de su candidato a la Presidencia en un tercer lugar en las encuestas y el desempeño en el debate han generado alarma y movimientos. Se hace una movilización en todo el país y, de forma particular, un anclaje con la candidatura de López Obrador en el Distrito Federal, la cual ya empezó a pun-tear en las encuestas.

El PRD decidió enfocar sus puntos de ataque en contra del PAN y de Fox para disputarle el voto de oposición. Algunos de los mensajes en televisión apuntan hacia este objetivo. La expectativa perredista es que en las próximas semanas Cárdenas volverá a levantar como lo hizo en 1988 y en 1997, lo cual no se ve muy factible.

El PAN y Fox, que llegaron a un empate técnico con el PRI en las encuestas antes del debate, empezaron a preparar la posibilidad de hacer alianzas con otras oposiciones. Se le pidió una tregua a Cárdenas; en el debate, Fox hizo invitaciones explícitas a Camacho y a Muñoz Ledo. Los panistas también están apretando sus tuercas y reforzando sus alianzas con ofrecimientos como el que hizo recientemente Fox a la Iglesia para ampliar derechos y algunos privilegios. El panismo se encuentra en el filo de una contradicción importante que será necesario resolver en términos de votos: ser incluyente y plural o cerrar filas con sus aliados. Una decisión importante será moverse en un frente con el PRI, o abrir otro con el PRD.

Por las estrategias anteriores, la parte final de las campañas presagia una fuerte polarización. Cada candidato tendrá que conseguir sus votos; nada indica que antes del 2 de julio pudiera haber una tregua o alianzas entre las principales fuerzas de oposición, pero no se descarta que algunos candidatos, con una baja intención de voto, puedan declinar de hecho en favor de alguno de los punteros. El clima de esta polarización será complicado porque en el ataque y en la guerra sucia las propuestas se confunden y el debate de los proyectos se oculta en el juego de intereses. Con estas estrategias partidistas se librará la batalla electoral en la recta final, la cual se puede definir en dos escenarios: una elección entre tres fuerzas o una elección de plebiscito por la alternancia.