VIERNES 12 DE MAYO DE 2000

 


* Leonardo García Tsao *

šAh!, se me olvidó Pan y rosas

En mi primera nota sobre este festival de Cannes mencionaba que el idioma castellano no iba a aparecer en la competencia. Se me olvidaba que Bread and Roses (Pan y rosas), la nueva película del inglés Ken Loach, trata sobre trabajadores indocumentados en la ciudad de Los Angeles, muchos de ellos latinoamericanos y, en concreto, mexicanos. De hecho, su protagonista es la chilanga Maya (Pilar Padilla), quien ha sido ayudada a cruzar la frontera ilegalmente por su hermana Rosa (Elpidia Carrillo), que lleva años de residencia en Estados Unidos y trabaja en un servicio de afanadoras de oficina. Cuando Maya ingresa a la misma agencia, conoce a Sam (Adrien Brody), un activista cuya misión es concientizar a todos los trabajadores sobre la necesidad de exigir un sindicato, con las prestaciones correspondientes.

Por desgracia, Loach ha demostrado que el salirse de los terrenos de la realidad inglesa no ha sido positivo para su obra. Ya en La canción de Carla (1996) había evidenciado su desconocimiento sobre los temas latinoamericanos, y ahora, colaborando con el mismo guionista Paul Laverty, cae en el esquematismo y la superficialidad en nombre de una postura liberal bienintencionada. Según esta visión maniquea de la lucha de clases, digna de los años 70, todos los obreros son buenos, nobles y solidarios, en contraste con sus despreciables explotadores. Lo más irónico es que al mostrar el rápido triunfo de estos trabajadores, libre incluso de represiones violentas, la cinta acaba elogiando el carácter justo y democrático del sistema estadounidense.

Sólo se puede rescatar de ese panfleto el papel de Elpidia Carrillo, seguramente la actriz mexicana con la carrera más prolífica fuera de su país. Capaz de realizar acciones innobles en defensa de su trabajo, su personaje admite complejidades dramáticas, ajenas a todas las otras pancartas humanas. Y en una intensa secuencia en que Rosa se defiende de los reproches de su hermana, Carrillo consigue la única emoción genuina de toda la película.

La otra película en competencia, Harry, un ami qui vous veut du bien (Harry, un amigo que quiere ayudar), es la primera representante del país anfitrión. El segundo largometraje del realizador Dominik Moll trata sobre el rencuentro casual entre un atribulado padre de familia de clase media y un misterioso ex compañero del colegio, que ofrece ayudarlo a resolver su vida. Este personaje es una variante francesa del psicópata entrometido, tan caro al cine hollywoodense, por lo que el tono de comedia negra del comienzo va tornándose serio hacia su parte final.

Moll utiliza bien la presencia bonachona del actor catalán Sergi López para hacer más inquietantes sus siniestros favores. Es evidente que el personaje representa el lado oscuro del protagonista, su otro yo que le recuerda su potencial desperdiciado a causa de una vida convencional. Sin embargo, el realizador tarda demasiado en llegar a su conclusión, perdiendo en el camino buena parte de la tensión inicial.

El clima en Cannes ha sido hasta hoy nublado y lluvioso, lo que no impidió la tradicional pasarela de estrellas en la primera función de gala. Una actriz (?) llamada Adriana Karambeau aprovechó para modelar un abreviado numerito color rosa mexicano. Pero quien partió plaza fue la hollywoodense Uma Thurman, con un vestido tan escotado de la espalda que permitía asomar media porción de su atributo más notable.