VIERNES 12 DE MAYO DE 2000
ƑCuál cambio en Baja California?
* Jaime Martínez Veloz *
En un spot televisivo transmitido recientemente Vicente Fox se imagina un México sin delincuencia, un México que respeta a sus indígenas, un país ideal en el que por obra de magia, y gracias a él y al PAN, este país va a cambiar.
Por supuesto que en su imaginario, Fox omite hacer del conocimiento público la cruda realidad que representan los saldos que han dejado los gobiernos panistas en Baja California. Veamos algunos datos.
En los once años que Acción Nacional ha gobernado el estado se ha incrementado en forma exponencial el número de muertes violentas: las ejecuciones suman más de 3 mil 500; tan sólo el año pasado hubo más de 600 homicidios.
De algunos años a la fecha, la delincuencia organizada y el secuestro son industrias en pleno auge en Baja California; en 1999 hubo decenas de secuestros. La situación es más grave de lo que parece; hoy cualquier integrante del sector privado teme ser secuestrado. Ante la inseguridad pública, representantes de la industria maquiladora, como Sony, instalada en Tijuana, han amenazado con retirarse no sólo del estado, sino del país, con los consecuentes problemas económicos que esto nos traería.
Se calcula que en la última década, se han cometido alrededor de 3 millones de delitos --denunciados y no denunciados-- del fuero común, ésos que corresponde resolver al estado. En Tijuana diariamente son robados 30 autos, existen 70 mil adictos a las drogas y 4 mil "picaderos" --sitios donde se vende toda clase de psicotrópicos.
ƑSe imagina Fox un México sin delincuencia? ƑPor qué los gobiernos panistas de Baja California no han sido capaces, ya no digamos de erradicarla, sino siquiera de controlarla y, en cambio, la han prohijado?
Pasemos a la situación de los indígenas. En el estado norteño se han asentado indígenas procedentes de Oaxaca, Guerrero y Michoacán. La gran mayoría labora como jornalero agrícola sin ninguna protección jurídica-laboral y está expuesta al trabajo eventual y al desempleo.
El PAN se presenta ante la sociedad como un partido respetuoso de la ley, pero Ƒcuál es la realidad? El respeto al estado de derecho no existe en Baja California y el incumplimiento de la ley por parte de las mismas autoridades ha provocado desencanto e indignación de la ciudadanía. Cabe mencionar varios casos.
Recientemente la sociedad bajacaliforniana fue agraviada cuando se dejó en libertad a unos secuestradores que debían purgar una larga condena conforme marca la ley y hoy continúan libres y sin castigo. Otro caso es el de la menor de 14 años que, presionada por las autoridades estatales y contraviniendo un mandato jurídico, dio a luz un bebé producto de una violación. Las autoridades ahora se niegan a atender la recomendación de la Procuraduría de los Derechos Humanos del estado, en el sentido de establecer un fideicomiso a favor del infante.
Es también común la falta de cumplimiento del Ejecutivo a lo dispuesto por los tribunales.
ƑEste es el país de leyes que se imagina Fox, cuando su partido hace caso omiso del orden legal y violenta el estado de derecho en Baja California?
En cuanto a los sectores vulnerables habría que preguntar a la gente de la tercera edad y a los jóvenes si han sido motivo de atención por parte de la autoridad estatal cuando, por ejemplo, el gobernador responde a las demandas de los adultos mayores con un "trabajen" y a los jóvenes se les niega la posibilidad real de acceso al estudio.
ƑCuál es la situación de los trabajadores? No son infrecuentes los contratos de protección; tampoco es raro que muchos trabajadores no conozcan a sus dirigentes sindicales debido a la confabulación entre autoridades panistas y dirigentes de membrete que se dicen priístas. La situación de las trabajadoras de las maquiladoras constituye otro saldo rojo: cuando solicitan empleo se les exigen pruebas de no gravidez y en cuanto se embarazan son despedidas. Sus condiciones laborales son tan insalubres y peligrosas, que han propiciado el incremento de nacimientos con hidrocefalia y anencefalia. Además se les escatima el derecho a la capacitación y superación personales.
Fox está en todo su derecho de imaginarse un país mejor para los ciudadanos, para los indígenas, para los trabajadores, pero los saldos que ha dejado su partido en Baja California, que son reales y no imaginarios, muestran que serán otros partidos, y no el PAN, los que habrán de realizar los cambios profundos y verdaderos que México requiere para saldar su deuda con los sectores de la sociedad hasta ahora marginados de los procesos de desarrollo nacional.
Imaginaciones vemos, cambios no sabemos. *
n Tarahumara éste es uno de los peores años de sequía que se recuerden. No ha venido solo. Los años áridos se han ido acumulando uno tras otro. Se muere la vida en este frágil ecosistema enclavado en la franja desértica del planeta. La nieve y la lluvia ya no son las que fueron. Se merman las grandes cuencas hidrológicas, la del Conchos hacia el Golfo y la del Yaqui, el Mayo y el Fuerte hacia el Pacífico. La oxigenación general de la región se ve ya afectada. El agua se raciona en las ciudades. Estamos rebasando ya "el punto de no retorno" hacia el desierto, la migración masiva y el etnocidio. Se nota a simple vista en el paisaje. Diariamente, cientos de camiones saquean millares de árboles.
Millones de años pasaron para que del fondo del mar emergieran estas tierras y para que se formaran, en medio de los desiertos, los bosques de esta sierra. En cosa de un siglo los estamos aniquilando ya. Nuestra cultura económica depredadora tiene caminos legales y modos políticos. Las reformas al 27 constitucional y el TLC con sus secuelas de asociaciones mercantiles, nueva ley forestal, desregulación de controles, el Procede, etcétera, abrieron las puertas a la rapiña intensiva. Las leyes han sido en buena medida justificación de despojo y dominio. Y para mantener el orden social, el control, se miente. Se afirma que en nada afectará a la ecología todo lo que se pacta, legisla y programa. Se anuncian mejorías futuras. Se monta la pantomima del llanto ante los deterioros. Y tras esas cortinas de palabras se concesiona, se acumula, se atemoriza, se militariza, se ejecuta, se siembran delitos, se encarcela o se desaparece a los sensatos.
En un taller reciente, indígenas de esta sierra lo dijeron a su modo: "El Presidente de la República nos está acabando porque no respeta nuestras costumbres y autoridades tradicionales. Las compañías madereras están acabándose el bosque. Los partidos políticos nos engañan. Los ricos se aprovechan de la gente. Los mestizos contaminan los arroyos. El gobierno manda operar a las mujeres para que se acaben 'los indios'. Los militares dividen a la comunidad porque las personas tienen miedo y ya no se juntan".
La gente ve morir la vida que se nutría del bosque, la de sus pueblos y culturas. Sin su territorio cultural cuidado por milenios, sin la biodiversidad que sostuvo su historia, no hay cultura que pueda vivir. Es la guerra económica que avanza avorazada con el ejército como guardaespaldas. Es la guerra mal llamada de baja intensidad. Es la que quiso engañar, amedrentar, achicar, la que mintiendo firmó los acuerdos de San Andrés Sakamch'én, la que dice sin empacho que ya cumplió. La que presagia masivas masacres poselectorales.
Y así, la ruta de esta guerra económica nos lleva hasta los Montes Azules chiapanecos. Desde ahí, desde la guerra en curso contra todos, se pueden descifrar los incendios forestales provocados, el ejército reforestador, los ecológicos y luctuosos estados de emergencia, el desplazamiento de las comunidades, los retenes y patrullajes militares... También desde ahí se entienden los discursos de paz, las invitaciones al diálogo, las cifras oficiales... Desde ahí pueden leerse sin pasmo los Planes de Trabajo de Semarnap para el 2000. Nos pasan la película de guerra en negativo. Para esta guerra y sus gestores, la verdad es sinónimo de conveniencia, nada tiene que ver con la realidad ni lejanamente.
Lo mismo que pasa en los Montes Azules, pasa en las Sierra Madre y en todo el país. Es el mismo desdén racista contra los indios. Es la misma discriminación contra todo mexicano que no haya sabido acumular a lo bestia. Es la misma oferta para adoptar la cultura de la rapiña, la acumulación, la deshumanización. Es la misma utopía: después de nosotros el antidiluvio, el desierto, la muerte, el fin del planeta.
En el taller que cité los indígenas terminaron escribiendo: "La gente cumplía muy bien en las fiestas pero llegaron los españoles y empezaron a extenderse por todo el país. Empezaron a hacer carreteras y robar tierras y pinos y minas y traer otras costumbres como los ejidos y cercar tierras dejando fuera a los indígenas que ya no tienen ni dónde hacer una casa". "Queremos que los nuevos no pierdan nuestro modo de cantar, de tocar, de bailar, nuestra palabra y nuestro modo de vivir".
Los seculares cuidadores de la naturaleza, los pueblos indios, siguen convocándonos a la vida, a despertar de la pesadilla, a no asfixiar al planeta. *