SABADO 13 DE MAYO DE 2000
* Intelectuales y artistas ponderan la vasta trayectoria del director escénico
Murió Héctor Azar, creador con el poder de la palabra y el silencio
* La alegoría constituye el elemento esencial de su dramaturgia, escribió Pedro Angel Palou
* Ludwik Margules: para todos los teatreros de México, encarna la pasión ilimitada por ese arte
Carlos Paul y Angel Vargas * Durante su larga trayectoria profesional, Héctor Azar Barbar (Atlixco, Puebla, 1930) siempre pensó y sintió en términos teatrales. ''Sólo mi familia es más importante que mi profesión", comentó alguna vez el director y dramaturgo, quien falleció este jueves a las 22:00 horas a consecuencia de una insuficiencia cardiaca, cuando era intervenido quirúrgicamente del corazón.
''El poder de Azar es el de la palabra, pero también el del silencio", reflexiona Pedro Angel Palou en los volúmenes de las obras completas del que fuera fundador de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Su dramaturgia pasa por tres claras etapas que terminarán entremezclándose (teatro didáctico, teatro rural y teatro histórico), su obra es ''política sin ser proselitista, es moral sin ser maniquea, dándole al sentido político un carácter verdaderamente radical ųque él llamaba religadorų: examen de las condiciones mismas de la civilidad humana", apuntó Palou.
En 1954 inició su actividad teatral (didáctica) con la adaptación de obras clásicas españolas, puestas en escena con los estudiantes de la Escuela Preparatoria 5, fundando así, lo que han llamado Teatro en Coapa. Con estos trabajos se adjudicó en tres ocasiones (1958, 1959, 1961), los iniciales premios Xavier Villaurrutia al teatro experimental.
Coincidencia con Juan Rulfo
A los ''reconocimientos críticos le siguió el institucional", apuntó Palou. ''Jaime García Terrés, por entonces director de Difusión Cultural de la UNAM, promueve el alquiler de un teatro de la universidad y a iniciativa de Héctor Azar se crea el Centro Universitario de Teatro y posteriormente la Compañía de Teatro Universitario".
Esta labor, resumida en pocas palabras, continúa Palou, ''puede parecer sencilla, sin embargo, el hecho tiene la misma trascendencia, a nuestro modo de ver, que el Teatro de la Capilla que por esos mismos años fomentara Salvador Novo".
Con la Compañía de Teatro Universitario, bajo su dirección, ganó en 1964 el primer premio del Festival de Nancy en Francia, con la puesta en escena de Divinas palabras, de Ramón del Valle Inclán.
La cabra, fundada por Azar en 1971, fue el nombre de una de las publicaciones teatrales ųdiseñada por Vicente Rojoų, en la que se ''posibilitó el estudio serio del fenómeno teatral más allá del espectáculo efímero de la representación". La escritora María Luisa Mendoza, La China, dice Palou, colaboró desde el inicio y recuerda la aventura resumiéndola en un aforismo: ''Azar es simplemente el teatro".
La revista fue ''punto de convergencia de un proyecto editorial vasto" que impulsó la formación de la CNT.
Durante los años setenta, como promotor teatral instituyó el Centro de Teatro Infantil, el Foro El Caballito, el Isabelino, el Julio Jiménez Rueda, el Comonfort ųdespués Gorostizaų, donde Azar ''protagonizó sendos proyectos". Fundó también la Casa del Lago y su foro abierto ųel Espacio 15.
Toda esa labor de promoción y difusión teatral culmina en los que es ''el primer proyecto privado" de Héctor Azar: el Centro de Arte Dramático (CADAC).
En una entrevista con este redactor (La Jornada, 29/09/99), Azar recordó que motivado por Angel María Garibay y Rosario Castellanos, ''ante las lamentaciones que yo les hacía a causa de las presiones que tenía como funcionario, me dijeron: cuando seas capaz de romper el cordón umbilical de papá gobierno y de mamá universidad, y pongas tu propio centro de trabajo, tendrás que sentirte mejor".
En 1951 ingresa al mundo de las letras con el poemario Estancias, prologado por José Ramón Rojas Garcidueñas. Ese año publica el libro de versos Ventanas de Francia y, en 1954, con una introducción de Francisco de la Maza, sus prosas y poemas Días Santos (fragmentos de una pasión). El teatro vendría después, puntualiza Palou.
En 1958 Juan José Arreola inicia su célebre colección Libros del Unicornio con un texto de Azar, La apassionata, poesía teatral en la que se esbozan no sólo ''el manejo del diálogo y el humor, sino también, según Palou, el ingrediente fundamental del teatro azariano: la alegoría, la cual ''le permite a Azar trascender el drama rural''. Consideró, añade, ''que nunca se ha insistido sobre la profunda coincidencia entre este teatro inicial de Azar y la novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo. El dramaturgo, como el escritor jalisciense, trabaja con personajes que están muertos desde antes de iniciar la obra".
Azar, entre otros premios y cargos, recibió las Palmas Académicas que otorga el gobierno francés; la medalla Nezahualcótotl de la Sociedad de Autores de México. Fue miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua del Seminario de Cultura Mexicana. Premio al primer dramaturgo latinoamericano del Festival del Centro Internacional de Teatro, en El Cairo, Egipto, en 1993. Doctor honoris causa de la Universidad Autónoma de Puebla y Arquitecto honoris causa de la Academia Nacional de Arquitectura de México y fungió como secretario de Cultura del gobierno del estado de Puebla, de 1993 a 1999.
Memoria que pervivirá en los tablados
Las exequias de Azar convocaron lo mismo a sus deudos y amigos que a funcionarios de la cultura, intelectuales y artistas, así como a sus alumnos y ex alumnos.
Hasta la funeraria de Félix Cuevas llegaron, entre otros, Rafael Tovar, presidente del CNCA; Gerardo Estrada, director del INBA, y la escritora María Luisa La China Mendoza, amiga entrañable del creador.
A continuación, algunas reflexiones sobre este polifacético hombre que en vida fue dramaturgo, director de escena, promotor teatral, maestro, escritor y ensayista:
Hugo Argüelles, dramaturgo. Es una pérdida capital para el teatro mexicano, dada la relevancia de todo lo que hizo ya sea como autor, y ahí están sus espléndidas obras como La appasionata, Olímpica, El alfarero, Higiene de los placeres y los dolores y Doña Belarda de Francia, entre otras, y otro tanto su labor como promotor, desde sus iniciales labores en el Teatro de Coapa y, por supuesto, toda su trayectoria en los diferentes CADAC, semillero de espléndidos directores y actores. Desde luego que es una gran pérdida la de Héctor Azar.
Ludwik Margules, director de escena. La muerte arrebató de las filas de los hacedores de teatro a Héctor Azar, causando una dolorosa e irreparable pérdida para las artes escénicas mexicanas. Azar escritor, ensayista, dramaturgo, director de escena y de instituciones teatrales, gran pedagogo, organizador del teatro, gran pionero y explorador, fue uno de los grandes fundadores del teatro de México. Fue uno de los fundadores del teatro de búsqueda y promotor de cultura teatral pero, ante todo, creador del teatro universitario, que ha desarrollado en sus tablas corrientes de vanguardia teatral. Gran iniciador del Teatro de Coapa y de la gran compañía de teatro de la Universidad, dio fundamentos para las mejores tradiciones del teatro universal y nacional en los foros mexicanos. Hombre entrañable, impulsor de nuevas generaciones de artistas de teatro: directores, dramaturgos, escenógrafos y actores, se inscribe en la historia del teatro mexicano como uno de sus mas brillantes hacedores. Fue fundador, también, del Centro Universitario de Teatro, que ha producido a tantos y tantos creadores teatrales. La escritura dramática de Héctor Azar constituye la cima de la dramaturgia mexicana. Azar significa para todos los teatreros de México la pasión ilimitada por el teatro. Nos sentimos acongojados y apesadumbrados por esta muerte irreparable. La gloriosa memoria de Héctor pervivirá para siempre en los tablados de nuestros teatros.
Ignacio López Tarso, actor. Fue un personaje muy importante para el teatro en México. Mi hijo fue su discípulo en el CADAC. El país le debe mucho en cuanto a su actividad teatral, como maestro, impulsor y dramaturgo. Todas sus obras fueron muy novedosas e interesantes.
Desconcierto ante la muerte de Héctor Azar
* Alejandro Aura *
O sea que también el ogro era mortal.
El que nos inspiraba tanto miedo,
ante el que no nos atrevíamos a hacer circular la sangre por el rostro,
el que nos apabullaba con su gesto de autoridad
ųuna vez, en el 68, afuera del Foro Isabelino, se subió a un camión de
agentes judiciales que habían retenido a unos de nosotros
y con sólo su solemne magistratura sometió a los guaruras
y rescató a los nuestrosų,
pero resultó mortal.
Yo creía que era un roble, uno de esos árboles duros que no se caen,
pero veo, con el azoro de la noticia, que todos somos de condición igual.
El que me decía poeta con una gentileza contradictoria
que lo emocionaba, que le daba luz,
que apuntaba deudas impagables de réditos irascibles que trastornaban
su sueño,
resultó mortal, contra todo lo que yo hubiera previsto.
Qué me queda. De qué puedo vanagloriarme.