SABADO 13 DE MAYO DE 2000

* Ignacio Padilla, Premio Primavera de Novela 2000 por Amphitryon


Al ponerse en la piel de sus personajes, todo escritor hace un acto de impostura

* Adolf Eichmann, criminal nazi ejecutado en Israel, ocupa una parte central del libro

* Ahora más que nunca, todo pasado le atañe a los individuos más que a los pueblos, dice

Miryam Audiffred * Tres décadas de vida le dieron el coraje necesario para jugar ajedrez con la historia y mover sus piezas pensando en el pasado nazi. Aunque el escritor Ignacio Padilla nació en la ciudad de México, en 1968, su pasión por la literatura rusa y austriaca lo hicieron viajar a la Europa central y hacer de las dos guerras mundiales el escenario ideal para el desarrollo de Amphitryon, obra con la que obtuvo el Premio Primavera de Novela 2000 en marzo pasado.

A unos días de que comenzó la distribución de su libro en la capital, el también autor de La catedral de los ahogados (1995) comenta desde Madrid que su único objetivo fue reflexionar sobre el siglo XX tomando como punto de partida los ''grandes problemas" de identidad y, por tanto, de impostura que existen en el mundo.

Y es que para este joven narrador de la llamada ''generación del crack", los últimos cien años de la historia de la humanidad se caracterizan por una constante búsqueda del ser en la que no hay excepciones de género, actividad o clases sociales.

 

Fricción y realidad, inevitable roce

 

De hecho, considera que también él y sus colegas cayeron en esta inercia. ''Estoy seguro de que todo escritor realiza un acto de impostura al ponerse en la piel de sus personajes", aclara.

Escrita durante dos años y firmada con el seudónimo Igor, la trama de Amphitryon comienza a bordo de un tren que se dirige al frente de los Balcanes. El soldado Thadeus Dreyer gana una partida de ajedrez a Viktor Kretzchmar, quien se dispone a incorporarse a un puesto de guardagujas en Salzburgo. El premio para quien resulte ganador es cambiar de nombre y de vida.

Si bien el título de este libro hace referencia a un supuesto proyecto de suplantaciones ideado por algunos nazis que conspiraron contra el régimen nacionalsocialista, Ignacio Padilla asegura que su obra no debe ser vista como una novela histórica porque ųexpresaų la ficción y la realidad se tocan inevitablemente en cada página.

El criminal y dirigente nazi del Tercer Reich, Adolf Eichmann, ocupa una parte central en la novela. Aunque no es el protagonista del libro, su figura y su detención en Buenos Aires (1960), con el nombre de Ricardo Klement, fueron la inspiración del joven escritor, quien no pudo mantenerse ajeno a los rumores que aún hoy se escuchan en torno de la falsa identidad de quien fue ahorcado en Tel Aviv, Israel, en mayo de 1962.

En este sentido, el también autor de Imposibilidad de los cuervos (1994) y Si volviesen sus majestades (1996) aclara que su novela no pretende dar respuestas sino plantear preguntas que permitan a los pueblos soñar su pasado.

''La humanidad entera tiene derecho a explicarse su historia ųcomentaų. Porque antes que pueblos, somos hombres e individuos a los que, ahora más que nunca, todo pasado les atañe."

Reconocido con media docena de galardones nacionales entre los que destacan los premios Alfonso Reyes, en 1989, y el Juan Rulfo a la Primera Novela, en 1994, Padilla se muestra admirado de que su novela hiciera su aparición casi al mismo tiempo de la emergencia del ex presidente del Partido Liberal de Austria, Jöerg Haider, en los medios de comunicación de todo el mundo.

 

Los intersticios de la literatura

 

Al respecto, expresa que la literatura no tiene ''carácter profético". ''Mas bien, creo que se mueve en ciertos intersticios que están vigentes en lo profundamente humano porque la historia no es circular sino en espiral".

Mientras para algunos críticos esta obra rompe la mala racha que han tenido las letras mexicanas en torno del Premio Primavera de Novela, para otros Amphitryon es ųcon En busca de Klingsor, libro de Jorge Volpių el inicio de una nueva narrativa mexicana.

En palabras del crítico literario José Felipe Coria, Volpi y Padilla son parte de una generación que está renunciando a ser mexicana al no incluir en el tratamiento de sus obras elementos que hagan referencia a su país natal.

Padilla esté consciente de las críticas que pesan sobre la ''generación del crack" y por eso, asegura que el grupo literario al que pertenece siente un gran respeto por el quehacer latinoamericano.

No obstante, el joven escritor mexicano reconoce que tanto Jorge Volpi como él estaban hartos de lo que derivó de dicho movimiento.

''Nos creó una angustia colectiva que nos condujo a romper con los arquetipos del realismo mágico, a buscar nuevos lenguajes y a aprovechar la apertura que se ha generado en las grandes editoriales de México y Europa.

''Yo ųcomo el crítico literario Christopher Domínguezų estoy seguro de que lo peor que le puede ocurrir a la literatura mexicana es caer en el patrioterismo y ocultarse tras la cortina del nopal."