SABADO 13 DE MAYO DE 2000

* Concierto de la Sinfónica Nacional China


Y en Bellas Artes, embeleso con la magia de una música-paisaje

* Reivindicó a Beethoven e interpretó Huapango de Moncayo

Pablo Espinosa * China sinfónica. La noche del jueves debutó en México una orquesta de cuatro años de edad cuya potencia unifica un arte trimilenario ųla cultura musical chinaų con un arte pentacentenario ųla cultura sonora de Occidenteų. El resultado fue el encantamiento, no en el sentido de los cuentos de hadas, sino de la fuerza anímica que emana de la mitología oriental, cuyos dioses paganos suelen hacer presa a los humanos de sortilegios, hechizos y otras variantes de ese estado sicosomático, vertiente de la estatuaria y de los modales finos, que consiste en quedar encantado (mucho gusto).

Cuatro años de edad, porque la Orquesta Sinfónica Nacional de China fue fundada en 1996. Su antecesora es la Orquesta Filarmónica Central de China y la razón de su excelencia interpretativa explica, al mismo tiempo, la presencia creciente en el planeta de atrilistas y solistas chinos de calidad inconmensurable. Un botón de muestra: el chelista entrañable Yo Yo Ma, y como él, violinistas, pianistas, directores de orquesta. Músicos de talla altísima.

 

Sonoridad de respuestas filosóficas

 

Arte trimilenario o, mejor, sesquitrimilenario porque el origen de la cultura musical china se remonta al siglo XXX aC, cuando el emperador Huang Di formuló el sonido fundamental: huang zhong (campana amarilla, equivalente al Fa occidental), del cual surgieron los 11 sonidos restantes en ascendentes de quinta y descendentes de cuartas (válgase la jerga técnica) en una escala pentatónica. Es una música de respuestas filosóficas, pues expresa la relación entre el cielo y la tierra. Los instrumentos más utilizados desde entonces son el gin (de cuerda), el se (de viento), el sheng (órgano de tubos de bambú) y una familia de percusiones enriquecida con los siglos y milenios.

Arte pentacentenario porque, convengamos, la historia de la música llamada ''occidental" o dominante se remonta, en consenso, a cinco siglos.

Todo esto viene a colación porque lo escuchado la noche del jueves en el Palacio de Bellas Artes (el embajador de China, el titular de Educación, el presidente del CNCA, el director del INBA, la comunidad china en México y un público que apenas pobló menos de la mitad del butaquerío) fue la confluencia exacta y afortunada de la música china, milenaria, y la de concierto de origen europeo. Todos quedamos encantados.

Tal encantamiento se debió a la magia que ejerce una música-paisaje, que canta a la naturaleza y a los encantos elementales del mundo, en un híbrido interesantísimo porque los temas populares chinos se expresaron en las composiciones interpretadas durante la primera parte del programa, en el formato académico europeo. El choque de dos formas del arte de la retórica, la artesanía musical china y la ampulosidad europea, con una inevitable dosis de grandilocuencia. Imagine el lector, por ejemplo, al poeta Li Po cantando a la orilla del estanque donde vio reflejada la luna y quiso tocarla, pero no cantando como chino sino como si fuera Caruso.

Una Oda a la nieve, del compositor chino Chen Peixun y un concierto para violín y orquesta, titulado Amantes Mariposa (ejecutado por la solista Jue Yao), de He Zhanahao/ Chen Gang, se escucharon en la primera parte del programa, mientras que en la complementaria el director, Zuohuang Chen, refrendó sus excelentes dotes, ya conocidas en México por sus anteriores visitas con la OFUNAM y con la Nacional, merced a una versión preciosa y precisa de la Sinfonía Séptima de un autor que la China de Mao tuvo vetado, prohibido, censurado durante décadas: Beethoven, quien para la Revolución de Octubre era algo peor al mismísimo demonio. Hoy China reivindica al melenudo de Bonn.

Sonaron luego tres piezas de regalo: dos chinas y una jarocha, ésta última el celebérrimo Huapango, de José Pablo Moncayo, ejecutada con garbo por los chinos ante la algarabía generalizada en el semivacío butaquerío.

La fórmula (una primera parte con obras chinas, la segunda con la de un alemán, en este caso Brahms) se repetirá la noche de este sábado en Bellas Artes, en la que será la segunda y última presentación de la Sinfónica Nacional de China.