Paterfamilias vascos rechazan a niños en colegio católico
Vigente, la expulsión de gitanos
Armando G. Tejeda, corresponsal, Madrid, 12 de mayo * "šUnidos en la lucha no nos moverán!". Es la consigna que enarbolan desde hace un mes los padres de familia y los alumnos de un colegio católico, de la orden de los salesianos, en la comunidad vasca de Barakaldo.
El motivo: la entrada de tres niños de la etnia gitana de cuatro, siete y ocho años de edad, vistos como una auténtica "amenaza" para la normalidad de este centro educativo. Todos niegan que esta actitud tenga tintes racistas y alegan el "carácter problemático" de los infantes y de sus familias.
La escuela, mientras tanto, se mantiene cercada por policías que entre forcejeos e increpaciones pretenden garantizar que los niños gitanos acudan a clases con "normalidad", y evitar que los padres de familia prohíban el ingreso de los profesores a sus salones de clase, aulas que se caracterizan por la soledad y el silencio, pues desde que los menores gitanos van a clases, el resto de los 633 infantes mantienen su lucha en la calle y continúan por imperativo de sus padres sin mezclarse.
Han pasado más de 500 años desde que la reina Isabel La Católica decretara la expulsión de los "moros, los gitanos, los herejes y los sodomitas"; sin embargo, en el colegio católico San Juan Bosco, al parecer esta lucha contra la minoría gitana continúa. El más pequeño de los niños en discordia, que ayer cumplió cuatro años, preguntó a su tutor que lo conducía al salón de clases "Ƒqué pasa?"; un "cuento de hadas", le respondió Jesús Giménez, presidente de la ONG Iniciativa Gitana, que además se comprometió a garantizar la "integración" de los menores de esa etnia en el centro escolar.
No se trata de "un cuento de hadas", sino de una realidad que saltó a la luz pública y que ha puesto en el centro del debate tres aspectos básicos: los niños gitanos suelen ir a centros educativos para niños gitanos, los payos (como llaman los gitanos a los españoles) no se mezclan, y que esta etnia, que se sabe la más antigua del viejo continente, sigue siendo para un grueso de la sociedad sinónimo de marginalidad, criminalidad y paganismo.
El origen de esta "movilización" se remonta al pasado 31 de marzo, cuando por orden del Ministerio de Educación del gobierno vasco se ordenó el cierre del colegio público Ametzaga, en el barrio gitano de Retuerto. La población de ese colegio estaba formada por 13 niños de la etnia de entre tres y 12 años, asistidos por ocho profesores. Las autoridades educativas decidieron entonces el reacomodo de los estudiantes de primaria en cinco escuelas; diez lograron ingresar sin contratiempo en dos planteles de la región, y los tres restantes fueron rechazados en una votación pública de la asamblea de padres de familia del colegio salesiano.
El resultado: 439 votos contra la aceptación de los niños gitanos, 29 a favor, 163 abstenciones y un voto en blanco. El colegio se ha llenado de pancartas y pintas que explican que "no quieren niños conflictivos", que los "salesianos imparten una educación sin problemas" y que "633 niños y niñas están en la calle desde el 17 de abril" por "culpa" de los niños gitanos.
El 14 de abril, cuando el Ministerio de Educación anunció que esos niños irían finalmente al colegio San Juan Bosco, más de 600 padres de familia cerraron una carretera y recogieron firmas de protesta en un manifiesto bajo el título "Si ellos entran, nuestros hijos no irán a clase". La movilización de protesta se suspendió sólo durante Semana Santa.
Carlos Pera, alcalde socialista de Barakaldo, calificó de "incívica" la actitud de los padres, que siguen concentrándose a las puertas de su oficina para exigir una "solución". De la misma opinión es el viceconsejero de Educación del gobierno autonómico, Alfonso Aceja, quien informó que si la situación no cambia presentará una denuncia formal en la Fiscalía de Menores contra los 633 padres de familia sublevados, a quienes acusará de incurrir en "ilegalidad" al no cumplir con el mandato jurídico de llevar a sus hijos a clases, al menos hasta que superen la mayoría de edad, es decir, los 16 años.
"Los niños son muy buenos, no son problemáticos ni agresivos. Cómo van a atacar a 600 alumnos del centro, como dicen los padres de los payos. Si tuvieran algún problemilla, siempre he dicho que disponemos de medios para trabajar con ellos, porque los gitanos pueden tener peculiaridades, pero eso no significa que sean peligrosos", declaró Giménez al diario El País ante el periplo que ha tenido que sufrir como tutor de los menores.
Este conflicto escolar ha llevado a los representantes políticos y sindicales del ayuntamiento a hacer un llamado al considerar que se está produciendo una "grave alteración de la convivencia escolar" y cuestionando los valores sociales que los padres y las madres sublevados están "transmitiendo a sus hijos".
En tanto, los tres pequeños asistieron a clases rodeados de un dispositivo de seguridad, la escuela casi vacía y sin saber en realidad si eso que ven es "un cuento de hadas" o una leyenda negra de la España profunda.