DOMINGO 14 DE MAYO DE 2000

 


* Néstor de Buen *

Lima, una vez más

No llevo una estadística. Pero tengo la impresión de que de todas las ciudades de América Latina, Lima ha sido la que más he visitado. Lo merece. Ahora, gracias a su alcalde Andrade, frustrado candidato presidencial, está más bonita, limpia y reluciente.

Mi primer viaje fue una escala, en 1959, cuando Carlos Pellicer, Luis Villoro y yo constituimos la breve delegación mexicana a un congreso en Montevideo por la libertad de los presos políticos españoles y portugueses víctimas de Franco y de Oliveira Salazar. Desde entonces, me han traído invitaciones a congresos, conferencias y estudios relacionados con el Derecho del Trabajo.

Ahora, el motivo principal ha sido la generosa decisión de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de nombrarme profesor h!=onorario. La ceremonia, solemne, se llevó a cabo en el salón principal de su antigua casa en el centro de la ciudad. Y yo, que soy antisolemne por naturaleza, no dejé de emocionarme.

La Real Cédula que crea San Marcos, de fecha 12 de mayo de 1551, precedió por unos meses la de noviembre del mismo año que fundó la de San Pablo en la Nueva España, antecedente remoto de la que en 1910 Porfirio Díaz reinauguró como Universidad Nacional de México y que en 1929 fue declarada Autónoma.

Por supuesto que me han explotado, a la buena. Cuatro conferencias en tres días, ante un magnífico número de decanos, profesores y estudiantes de San Marcos, alumnos de la Universidad de San Martín de Porres y de los miembros de la Asociación Peruana de Derecho del Trabajo, que hoy preside Víctor Ferro y antes Lucho Aparicio y Mario Pasco, no son pocas. Y con cambio de tema sobre el previsto. En lugar de hablar de la huelga en los servicios esenciales tuve que hacerlo en una de ellas sobre algo tan incierto como el pasado, el presente y el futuro, si es que lo hay, del Derecho del Trabajo.

Soy optimista y creo en su futuro, que hoy puede ser muy positivo ante la visible internacionalización de las acciones sindicales, como una eficaz contrapartida de la globalización económica.

Pero hoy en Perú lo que cuenta es la famosa segunda vuelta en las elecciones presidenciales. Veía esta tarde en la televisión a Alejandro Toledo, el carismático líder de la oposición ofreciendo, a corto plazo, un aumento salarial a los maestros. Me recordó muchas cosas.

La noche del jueves, después de la conferencia, cenamos en el Club Regatas. Eramos nueve, dos no peruanos. Alguien propuso una encuesta rápida: Fujimori o Toledo. Los siete peruanos votaron a favor de Toledo. Aunque después, en una decisión aclarada, algunos dijeron que su voto era mucho más en contra de Fujimori que a favor de Toledo.

El fenómeno no me extraña. Por nuestros rumbos el antipriísmo es un partido de mayorías.