DOMINGO 14 DE MAYO DE 2000

* ANDANZAS

De perro bailarín

 

ballet Colombia Moya * Estos últimos meses, el gusanillo de la danza parece haber inoculado seriamente a los habitantes de la ciudad de México. Artistas, plebeyos y políticos se menearon de lo lindo en sus respectivas áreas, en las que hubo secuencias y combinaciones de todos colores y sabores, al son que les tocó bailar. Así, desde el festival del Centro Histórico de la Ciudad de México, hasta los bailes masivos organizados por el DDF para darle vuelo a la hilacha, hasta los desparpajados requiebres de algunos candidatos a la silla presidencial, en una muestra inédita de familiaridad con la raza, que por cierto promete el fin de la chocante solemnidad tan criticada por todos; así como su presencia en algún programa de TV matutino, conocido por m... e insulso...; el gran auditorio de ésta megaciudad, aún aquellos sectores que no daban crédito a lo que veían sus ojos, demostró que aquí, ahora más que nunca, al son que te tocan bailas.

Risas y sonrisas congeladas, brazos y abrazos, grito y carcajada parecen desabrochar aparentemente el agobiante corsé que durante décadas, la contradictoria sociedad mexicana ha debido llevar, para tal vez, desbordarse en la libertad de movimiento que se siente cuando se liberan los apretados cordones y armazones de ballena que usaron nuestras abuelas y tatarabuelas para conducirse en sociedad.

Cientos de bailarines de todas tendencias revolotearon en cuanto foro y espacio se les permitió, y lanzaron su grito de protesta para afianzar su lugar en ésta sociedad, el 29 de abril, Día de la Danza: mientras se urde en el corazón de la camaleónica grilla, la nueva estrategia que concederá, a los mas listos, (los mismos), seguir contando con sus becas, apoyos, proyectos y subsidios que les permita continuar bailando al son de la flauta, carrizo, o flautín que sea; aunque como siempre, los más, sigan llevando una friega de perro bailarín, y otros toquen la flauta... por casualidad.

El espectáculo multicolor, vital, pujante de una democracia niña, en el seno de una sociedad injusta, ansiosa, voraz, humillada y golpeada, escarnecida y glorificada; donde se baila la peligrosa danza de la muerte al filo de la navaja mecida por vientos de guerra, confrontaciones inéditas y la dulce brisa de sueños libertarios, de cambio, madurez y justicia; despliega sus lenguajes corporales infinitos, donde flautas dulces y tambores violentos, en el aullido del miedo muy pronto marcarán el ritmo, maravilloso, sereno, aciago quizás, de una nueva etapa, una nueva era en la danza-vida-muerte de la existencia.

A bailar se ha dicho, lo que oiga, lo que sienta, lo que quiera ver; hay de todo para todos, sólo su corazón le dirá cuál es su ritmo, su tonada y cómo no bailar con la más fea o el que pisa los pies.

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