* ''Es como crear una armada paralela''


Experto expone los riesgos de dar embarcaciones al Ejército

* Estudio naval revela que generaría una nociva competencia

Jesús Aranda * En mayo del año pasado, el Ejército complementó sus operaciones al dotar con 140 lanchas rápidas a su Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales (Ganfes), destinadas a combatir el narcotráfico en los puntos más conflictivos del territorio nacional; sin embargo, esta medida provocó críticas abiertas de especialistas y molestia al interior de la Armada de México, misma que no se había hecho pública.

Hasta que una voz autorizada abordó el tema. El contraalmirante Carlos Martínez de Anda no deja dudas sobre lo delicado de esa medida y advierte: ''dotar a un ejército de embarcaciones para operar en el mar, alejándolo de tierra firme, donde debe cumplir su propio e importante rol, es como crear una armada paralela'', e incluso enfatiza que la creación de dichos grupos especiales corre el riesgo de ''originar una nociva competencia'' entre marinos y militares.

En un estudio denominado Poder naval. Asunto de marinos, el contralmirante Martínez establece que cada grupo (Ejército, Fuerza Aérea y Armada) tiene sus funciones específicas, pero que ''es inadmisible la superposición de tareas de unos con las de otros; es un error confundir las áreas de operaciones y tomar atribuciones que no corresponden''.

Tan inconsciente resulta que marinos pretendan llevar a cabo campañas militares en la montaña, como que los pilotos de la Fuerza Aérea invadan funciones al interesarse en la guerra naval o terrestre, ''o que las tareas de patrulla y vigilancia marítima se pretendan ejecutar con embarcaciones menores tripuladas por marinos improvisados'', señala en clara alusión a los militares que tomaron cursos intensivos de manejo de lanchas rápidas antes de asumir su nueva responsabilidad.

Estas acciones, subraya el marino, generan acciones que ''además de ineficaces, arriesgan peligrosamente al personal, al operar en un ambiente que no les es natural''. Además, ''por principio elemental'', cuando las operaciones requieren que fuerzas amigas operen conjuntamente en un teatro de operaciones común, ''éstas previamente deben coordinarse, diferenciar objetivos y establecer formas de identificación mutua'', de lo contrario, además de constituir una duplicidad de esfuerzos, se corre el riesgo de un enfrentamiento entre ellas mismas.

Aquí el escrito no hace referencia, pero fuentes navales reconocen que no hay coordinación entre los marinos y los ''militares del agua'', e incluso señalan que ''afortunadamente'' hasta la fecha no se ha suscitado ningún enfrentamiento que lamentar.

La Armada no es una improvisación

De acuerdo con la fracción IV del artículo 30 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, a la Secretaría de Marina le corresponde: ''ejercer la soberanía en aguas territoriales, así como la vigilancia de las costas del territorio, vías navegables, islas nacionales y la zona económica exclusiva''. Razón por la que, al dotar al Ejército de embarcaciones, es como crear una ''armada paralela'', con el consecuente dispendio de recursos y carga extra de funciones en detrimento del cumplimiento de las que le son propias, "además de correr el riesgo de originar una nociva competencia".

El escrito del contraalmirante Carlos A. Martínez de Anda ųequivalente a general brigadier del Ejércitoų, fue publicado apenas en estos días en la revista del Centro de Estudios Superiores Navales (Cesnav), que es la institución de formación naval más alta con que cuenta la Armada de México.

Según el artículo segundo de la Ley Orgánica de la Armada, el ejercicio de la jurisdicción naval militar en nombre de la Federación en el mar, costas e islas es atribución de esta institución, por lo que ''es la Armada la llamada a ejercer el poder naval del Estado en su mar'', argumenta el contraalmirante y añade que por otra parte, las fuerzas de tierra y mar son responsables de las acciones en un teatro de operaciones terrestres, ''donde el poder naval únicamente coadyuva''; en cambio, en un teatro de operaciones marítimo el peso de las acciones descansa en los hombros de los marinos ''y serán las fuerzas terrestres quienes ejecuten la acción final''.

La Armada de México no es una improvisación de última hora, enfatiza el escrito, sino que funda su legitimidad en su origen histórico, en su apego a la legislación nacional, por lo que, en su área de responsabilidad mantiene seguras y expeditas las vías de comunicación marítima, ofrece protección pesquera, salvaguarda instalaciones estratégicas, auxilia la vida humana en la mar, combate la piratería y sobre todo, combate el narcotráfico.

El contraalmirante enfatiza que ''el poder interceptor-ca–onero-marina naval es un asunto de marinos profesionales de carrera''.

Aun y cuando la creación de los grupos de Ganfes con sus lanchas rápidas fue presentada con bombo y platillo por el secretario de la Defensa Nacional, general Enrique Cervantes Aguirre, ante el propio titular de la Armada el año pasado en San Felipe, Baja California, y que se habló que no había problemas por delimitación de espacio, lo cierto es que en muchos de los casos, las instalaciones castrenses coinciden o están a poca distancia de las instalaciones navales, además de que la información sobre las actividades de estos grupos especiales es sumamente reducida por parte de la Defensa Nacional.

Respecto al controvertido tema de cuál es el límite de la infantería de Marina o de los Ganfes, el contraalmirante establece: ''el eslabón de unión entre buques y ejércitos son las unidades anfibias de la infantería de Marina, con capacidad para proyectar hombres desde el mar sobre una costa hostil y ganar una cabeza de playa o posición inicial, que después explotarán las fuerzas del Ejército''.

''La infantería de Marina también desarrolla operaciones de patrulla y vigilancia terrestres a lo largo de los litorales, pero no es una alternativa al Ejército y éste de ninguna manera debe competir con aquélla. Las unidades anfibias, transportadas en unidades navales, se proyectan desde éstas sobre el territorio enemigo'', pero es inadmisible la superposición de tareas de uno con las de otros; "es un error confundir las áreas de operaciones y tomar atribuciones que no corresponden", concluye Martínez de Anda.