MARTES 16 DE MAYO DE 2000
Se publicará el epistolario amoroso de Juan Rulfo
Buzón del corazón
César Güemes Ť Es claro que Juan Rulfo supo siempre que en el área cordial de cada mujer hay un buzón de correo. Por eso abonó con su prosa inicial esa parcela que albergaba las emociones de la joven que lo había atrapado sin ella saberlo.
Clara Angelina Aparicio Reyes se llamaba la sonriente y angélica aparición que lo hizo signar un total de 81 cartas mientras transcurría la lenta pero precisa espera. Lenta, porque la relación epistolar implicó poco más de un lustro en la vida del escritor, quien para entonces se había trasladado de Guadalajara a la ciudad de México y desde aquí cruzaba con ella cartas y retratos. Precisa, porque si, en efecto, los textos abarcan desde octubre del 44 a diciembre del 50, el 24 de abril de 1948 la pareja que formaron Clara y Juan, Juan y Clara, se unió en matrimonio.
Las cartas, con valía desde luego documental, son el prefacio y la preparación para las dos obras capitales que Rulfo daría a conocer un poco más tarde, El llano en llamas, en 1953, y Pedro Páramo, en 1955. Son, digamos, su almácigo personal para lo que sería después la cosecha pública.
Hoy, el epistolario Aire de las colinas, cartas a Clara, que aparecerá la semana entrante en librerías bajo el sello de Plaza & Janés, se encuentra en el proceso final de edición. En el prólogo del volumen, explica así Alberto Vital la necesidad de esa correspondencia: "Hace 50 años, una carta era pretexto para la charla y el juego, para la reflexión que matiza y la confesión que tiene largas consecuencias; para, en fin, la levedad y la profundidad. Era también el espacio del acuerdo cotidiano y de las aclaraciones más bien urgentes. Y si la alquimia de Rulfo da tesitura oral al texto escrito y trascendencia poética a viejas voces e historias oídas, inventadas y vividas de niño, las cartas a Clara son un ejercicio en el cual la mano se relaja, toma confianza y se mantiene ágil, y con el cual algunas expresiones populares, hijas de la boca y del tímpano, se aclimatan al papel, cuya dimensión ausente, el volumen -el volumen de la vida-, resurge justo gracias a la feliz pertinencia del estilo".
En España el volumen será publicado por Debate, y es justo su editor, Constantino Bértolo, quien en una nota escrita a propósito, aunque no se incluye en el libro, realiza este hallazgo de verismo: "Si las cartas llegan a conjugarse como una narración, ello se debe, en buena parte, a que no son ficción, a que son cartas realmente existentes como tales; es decir, a que fueron escritas, enviadas y recibidas por seres reales, concretos, existentes y con una pretensión clara: la construcción del amor, pues, aunque en nuestro entendimiento terminen por configurarse como una historia, las cartas no dejan de ser lo que son: cartas de amor".
Juan Rulfo nació un día como hoy, de 1917. Y en agosto de 1946 le da por entero la razón a Bértolo cuando termina así una de sus misivas: "Eres muy chula, muchachita fea. Eso es lo que eres. No te escribo más para no enfadarte; sólo quería que supieras que todavía estoy vivo y... nada más por ti". O sea: Rulfo seré, mas Rulfo enamorado.