JUEVES 18 DE MAYO DE 2000

* El historiador recibió el Premio Internacional Alfonso Reyes 2000


León-Portilla, auténtico desentrañador de la cultura mexicana, dice Lizalde

* Se reconocen las ''humanidades indígenas'' y la situación que padecen, dijo el galardonado

* Usted y el autor de Visión de Anáhuac mantienen viva la belleza de nuestro pasado: Zendejas

Arturo Jiménez * Con la entrega del Premio Internacional Alfonso Reyes 2000 ųdijo el historiador Miguel León-Portilla luego de recibirloų también se reconoce de manera pública la importancia de ''las humanidades de los pueblos indígenas" y la urgencia de difundir su legado cultural, así como dar a conocer la precaria situación que padecen y las violaciones de sus derechos humanos.

El autor de Visión de los vencidos, casi concluía su discurso después de aceptar ese reconocimiento de manos del secretario de Educación Pública, Miguel Limón, acompañado de Rafael Tovar, titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Fue una ceremonia en la Biblioteca México, la noche del martes, en la que el historiador estuvo rodeado de varios poetas-jurados: Alí Chumacero, Jaime Labastida, Eduardo Lizalde.

Miguel León-Portilla, investigador, humanista y traductor de lenguas clásicas e indígenas, en realidad terminaba de explicar su cuarto y último motivo de alegría y agradecimiento por recibir ese galardón.

La primera causa, había comentado de entrada, se debe a la persona que el premio evoca: Alfonso Reyes, ''poeta de hondo pensar y sentir, crítico literario, investigador de las letras mexicanas, españolas, francesas, inglesas y aun germanas", además de humanista y ensayista lúcido.

 

Militante del partido de la UNAM

 

Después de un recorrido por la obra del autor de Visión de Anáhuac, de mencionar la admiración que el mismo Borges le profesara y de recordarlo como ''un poco ojo alegre", León-Portilla dijo que su segunda causa de gozo se debía a los 24 premiados que lo han precedido desde 1973.

Y citó entre ellos al propio Borges, Carpentier, Paz, Fuentes, Bioy Casares, Arreola, Bataillon, Soustelle, Malraux y Xirau. ''šQuién no puede alegrarse de estar en tan selecta compañía!", exclamó, y enseguida habló del tercer motivo:

Los requisitos que exige la Sociedad Alfonsina Internacional para entregar el galardón: amplia trayectoria en el campo de las humanidades, centrar el talento en los diversos géneros de la escritura y difundir la cultura mexicana en el país y el extranjero mediante su obra.

Mencionó la calidad de los jurados como parte de esa misma tercera causa: Alicia Zendejas, Alicia Reyes (nieta de don Alfonso), Labastida, Chumacero y Lizalde.

Por verdadera modestia, León-Portilla no ponderó virtudes propias, pero planteó: ''Sí diré que sobre todo en la sede de mi partido que es la UNAM ųšla hoy tan golpeada alma mater!ų me he esforzado por hacer aportación, con gran gozo del alma, en los referidos campos".

Ya ubicado en la cuarta razón de sus alegrías, recordó su trabajo al lado de sus maestros Manuel Gamio, Eduardo Noguera y Angel María Garibay, y de sus alumnos de estirpe indígena en el seminario de cultura náhuatl, como Librado Silva Galeana, Natalio Hernández Xocoyotzin, Víctor de la Cruz y David Warren.

Anamari Gomiz leyó un texto de Alicia Zendejas. ''Usted, don Miguel León-Portilla, como don Alfonso Reyes en Visión de Anáhuac, mantienen viva la belleza y la importancia de nuestro pasado; pero también de la muerte, la caducidad de las cosas y, con éstas, el formidable instinto de la supervivencia".

Labastida comentó que el voto del jurado fue por unanimidad en favor de León-Portilla, ''acaso el hombre de letras, el humanista más alto, ya muerto Octavio Paz, con el que cuenta hoy nuestro país, un hombre que le ha dado luz y lustre a nuestra cultura".

Lizalde consideró a León-Portilla ''una personalidad reconocida nacional e internacionalmente no sólo como historiador y prosista de primera fila, sino como auténtico redescubridor, desentrañador y casi reinventor de la historia de la cultura y el pensamiento de México y de Mesoamérica".