JUEVES 18 DE MAYO DE 2000

* La burocracia cultural niega apoyos a esa música de culto


El jazz en México se resiste a desaparecer

Antonio Malacara * Apoyar el jazz que se produce en México debería ser una obligación de las autoridades que administran la cultura (bueno... los dineros con los que se pretende apuntalar su desarrollo). Pero estos burócratas tienen la mirada en otro lado; su falta de visión y su ignorancia los orilla a pensar que el jazz no le va a gustar al gran público, que no lo va a entender, que eso es sólo para una minoría que no vale la pena ser atendida, porque esta minoría de fenómenos no puede ser capitalizada políticamente.

Sin embargo, el jazz siempre ha estado presente en nuestro país. Desde los cincuenta, los músicos y sus propuestas han caminado, lenta pero ininterrumpidamente, por los escenarios. En la actualidad, y solamente en la ciudad de México, existe una veintena de pequeños foros (Los Intimos, El Arte del Café, New Orleans, Jazzorca, Gayarre, La Faccia, St. Moritz, La Casona del Elefante, Pasta Jazz, Barracuda, Chao Bella, J.R. Jazz, Intimamente Arcano, Le Grand Bleu, Crepería de la Paz, Matisse, El Octavo Día y los que me faltan) donde todas las semanas se dan cita cientos de fieles para celebrar el ritual alrededor de una música de culto que se resiste a desaparecer.

El jazz en México existe, ya no gracias a las instancias gubernamentales, sino a pesar de ellas. No importa que sea en el sótano del subterráneo, los conciertos se llenan. Y la espiral de la síncopa y la improvisación y la fusión siguen dándonos amplias y contundentes razones para pasar muertos de la emoción por los más confortables rincones de la existencia.

Con la partida presupuestal que se gastan en una sola presentación de Pablo Milanés en el Zócalo (dicho sea esto con gran respeto y hasta admiración a la cachondez cubana) podrían desatorarse los diez o quince discos de jazz mexicano que están por salir y que no tienen con qué. Si la buena voluntad despertara seguramente las cosas cambiarían, y si el periodista dejara de jazzear en el teclado podría dar algo de información.

Desde hace tiempo están listos los discos de Irving Flores y Víctor Patrón, así como dos acoplados en vivo que se grabaron en Los Intimos y donde participaron una veintena de músicos. Ana Ruiz y Henry West están preparando el material para tres compactos, uno con lo que grabaron junto a Don Cherry hace dos décadas, otro con Robert Mann y uno más con la enorme banda (cuantitativa y cualitativamente) que fue Atrás del Cosmos. Verónica Ituarte está por terminar su segundo disco (ahora junto a J.J. Calatayud). Tritonía, ahora como cuarteto con la inclusión de Aarón Cruz en el segundo bajo, va por su tercer compacto, Aramat, que estará circulando entre nosotros el mes entrante.

Pero todos estos músicos tienen que poner de su bolsillo para sacar sus discos. Aunque a veces aparecen micro empresas como Ars Fluentis, IngeniArte o Metztli que entran como coproductores, la situación no mejora. Los discos de Irving Flores y Víctor Patrón están atorados desde hace casi dos años, sin que aparezca la luz necesaria, mientras ellos se refugian en el consabido y agradecible hueso: Irving con Paulina Rubio y Víctor con Edith Márquez y Pandora.

Así están algunas cosas en la trinchera.