VIERNES 19 DE MAYO DE 2000

 


* Julio Boltvinik *

Organismos hambrientos

En las sociedades contemporáneas el voto es universal para los nacionales y está sujeto sólo a la restricción de la mayoría de edad. Esto no fue siempre así. En diversos momentos del desarrollo de la democracia moderna hubo exclusión de las mujeres, los analfabetos y los que carecían de propiedades. De acuerdo con las cifras del IFE, 59.7 millones de mexicanos están en el padrón electoral, de una población de casi 100 millones, de los cuales 60.2 millones (según cifras del Conapo) son mayores de edad.

Prácticamente todos están empadronados. La mayoría son pobres. Un elector pobre, particularmente un elector en pobreza extrema, acosado por el hambre, difícilmente podrá comportarse como un ciudadano y con facilidad será presa de la manipulación, venderá su voto o se dejará coaccionar. Estos son hechos universales.

El connotado psicólogo Abraham Maslow, en su famosa teoría de la jerarquía de las necesidades humanas, señaló: ''Si todas las necesidades están insatisfechas, y el organismo está entonces dominado por las necesidades fisiológicas, todas las demás necesidades pueden volverse inexistentes o hacerse a un lado. Es entonces justo caracterizar al organismo en su conjunto --continúa Maslow-- diciendo que está hambriento, puesto que la conciencia queda casi completamente vaciada (preempted) por el hambre. Todas las capacidades son puestas al servicio de la satisfacción del hambre. La inteligencia, la memoria, los hábitos, todos pueden ser definidos en esta situación como meros instrumentos para la satisfacción del hambre. Las capacidades que no sean útiles para este propósito yacerán adormecidas. Para el ser humano que sufre hambre extrema y peligrosa no existen otros intereses que la comida'' (Abraham Maslow, Motivation and Personality, Tercera Edición, 1987, p.16).

Vender el voto es una de las mil cosas que el hambriento se ve impulsado a hacer para conseguir alimento. Esto lo saben y lo usan los partidos políticos, destacadamente el PRI.

La mayor parte de la población del país (82 por ciento en 1996) es pobre. Los pobres en la peor situación, que suelen padecer hambre crónica, a los que denomino indigentes, representan 46 por ciento de la población nacional, la tercera parte de la población urbana y más de las tres cuartas partes (78 por ciento) de la rural. Dada la mayor presencia de menores entre los indigentes, representan proporciones de electores un poco menores que las cifras anteriores. Es decir, alrededor de 42 por ciento de los electores del país y tres cuartas partes de los del medio rural, son indigentes.

En el país, la población pobre recibe apoyos gubernamentales diversos. Entre los orientados a la alimentación, algunos como la leche rehidratada de Liconsa, tienen varias décadas funcionando. Otros, como la tortilla gratuita (Fidelist) o los apoyos del Progresa, son nuevos. Ninguno de ellos se deriva de un derecho, sino que son actos unilaterales y discrecionales del gobierno federal (con el importante matiz que puede significar la facultad de la Cámara de Diputados de aprobar el presupuesto federal). Por ello no es extraño que al ser interrogados sobre lo que pasaría con los programas y ayudas sociales en caso de perder el PRI la Presidencia de la República, 25 por ciento de la población contestó que dejarían de existir. Pero esta proporción crece a 36 por ciento entre la población pobre, a 40 por ciento entre las mujeres pobres y a 47 por ciento entre quienes son beneficiarios de algunos de estos programas, según encontró en una encuesta nacional la empresa MUND y Alianza Cívica.

En una próxima encuesta estas instituciones indagarán más a fondo sobre el origen de este temor. Es altamente probable que los propios operadores de los programas les hayan transmitido esta percepción. Con este temor, votar contra el PRI sería suicida, sería recaer a la categoría de ''organismo hambriento'' de Maslow. Los electores indigentes, que representan el 30 por ciento de los electores urbanos, y 75 por ciento de los del medio rural, están potencialmente sujetos a coacción y compra de su voto. Otros estratos de la población también pueden ser sujetos de estas presiones (sobre todo los pobres no indigentes), pero los indigentes son los que más fácilmente sucumben a las presiones, por lo dicho arriba.

Una democracia en la cual una proporción significativa de los votos dependen de la reacción de un ''organismo hambriento'' a la sutil o abierta amenaza de que perderán el acceso a los beneficios de estos programas (y de otros beneficios que otorga el sistema) si no votan por el PRI, no es una democracia. Se trata, al menos, de 20 millones de electores, poco más de la tercera parte del padrón electoral, ya que solamente entre los beneficiarios del progresa hay 7 millones, todos en situación de hambre potencial.

Por eso es de la mayor importancia, en las próximas semanas, la difusión masiva en horarios y medios estelares de los spots del IFE recordándole al elector que su voto es libre y secreto, que puede votar por quien quiera y que nadie debe enterarse de por quién lo hace. Sería también esencial que Cárdenas reiterara (de preferencia en uno o varios spots) lo dicho en el debate de seis: que el Progresa se mantendría y ampliaría en su gobierno y se le quitaría su carácter clientelar. Fox debería también expresar pública y masivamente su posición al respecto. Es indispensable que la población indigente del país reciba el mensaje que los programas continuarán si gana la oposición. También serán vitales las acciones de las ONG y de la Comisión Especial de la Cámara de Diputados para vigilar y denunciar las coacciones y el uso de los recursos públicos, que constituyen delitos electorales. Ayer esta comisión firmó un convenio con siete ONG nacionales. El éxito de estas acciones dependerá de que todos las apoyemos.

A mayor plazo es necesario transformar la legislación para que las ayudas a los pobres se constituyan en derechos de quienes están en esa situación, de tal manera que ningún gobierno pueda retirarles los apoyos. Derechos que tendrán que ser exigibles ante los tribunales. Este camino se ha empezado a plantear en las discusiones e iniciativas que ha habido sobre una ley de desarrollo social. Lo más importante será abatir la pobreza y, sobre todo, la pobreza extrema, para que vayan desapareciendo los seres humanos reducidos a organismos hambrientos.

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