La Jornada sábado 20 de mayo de 2000

EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
Amenazados

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Cómplices de genocidio. La mañana del 22 de diciembre de 1997, cuando varios comandos de paramilitares priístas comenzaron a disparar contra unos 200 indígenas del grupo religioso Las Abejas, que rezaban en el paraje de Acteal, el general retirado Julio César Santiago Díaz, jefe de la policía de Seguridad Pública de Chiapas, se apostó con una dotación de uniformados bajo su mando a escasos metros del lugar donde se verificaba la matanza, y cerró la carretera para que nadie obstaculizara el trabajo de los asesinos.

Un año después, el titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Jorge Madrazo, dio a conocer un documento llamado Libro Blanco de Acteal, donde aseguró que el asesinato masivo de 45 personas -hombres, mujeres, niños y fetos- fue posible debido a la ''ausencia de las instituciones'' en los Altos de Chiapas. Con esas palabras, Madrazo encubrió al general Santiago Díaz y se convirtió en su cómplice.

En el curso de esta semana, un tribunal de segunda instancia condenó al militar en retiro a 8 años de cárcel por su responsabilidad criminal en los hechos que horrorizaron al mundo. Para sustentar su veredicto, la instancia juzgadora (La Jornada, 18/05/00) se basó ''en datos de la PGR''. Ante esta flagrante contradicción, el procurador Madrazo tendría que ser destituido y juzgado, cuando menos, por los delitos de colusión de funcionarios públicos, encubrimiento de asesinos y cómplice de genocidio.

La benévola sentencia en contra del general Santiago Díaz -para quien los representantes legales de las víctimas piden la pena máxima (50 años de cárcel)- echa por tierra la teoría del ''conflicto intracomunitario'', que esgrimieron con ahínco tanto Jorge Madrazo como el secretario de Gobernación de aquella época, Emilio Chuayffet, y el hombre que lo sustituyó en el cargo, Francisco Labastida Ochoa. Y a la cabeza de todos ellos, el Presidente de la República.

2

Una tesis caduca. En la ''disputa por un banco de arena'', priístas y zapatistas del municipio de Chenalhó habrían participado en actos violentos que provocaron un saldo de 18 muertos. La matanza de Acteal fue, según esto, una venganza de los seguidores del PRI contra los simpatizantes del EZLN. Eso fue lo que todas las ''autoridades federales'' nos dijeron hasta la saciedad. Ahora, sin embargo, un tribunal destruye esa hipótesis.

El fallo en contra del general metido a policía civil demuestra que la fuerza pública del ''gobierno'' de Chiapas acompañó y protegió a los gatilleros en la ejecución de su supuesta ''venganza''. Esta, por lo tanto, en realidad fue un crimen de Estado. Pero si lo fue, como ahora es ya evidente, la teoría del ''conflicto intracomunitario'' aparece, a los ojos de la ley, como una mera coartada de los autores intelectuales de tan horrendo ilícito. Todos los que a sabiendas cacarearon que era un ''pleito entre indígenas'', en verdad estaban confabulados en una conspiración contra los más pobres de los pobres y algún día serán juzgados, dentro o fuera de México, porque se trata de un delito cuya vigencia no caduca jamás.

En su afán por limpiarse un poco la cara antes de las elecciones del 2 de julio, el ''gobierno'' federal está tratando de utilizar la noticia del ridículo castigo al militar como una demostración de que Chiapas ha retornado a la senda del ''estado de derecho''. Pero el mínimo razonamiento que antecede a estas líneas confirma que no habrá estado de derecho en el país mientras los principales culpables de la masacre sigan impunes.

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ƑMieditis? Un caso como el anterior ayuda a explicar a qué obedece el palpable nerviosismo de los señorones del régimen ante la debacle en que se encuentra su candidato a la Presidencia. Perder el poder absoluto que detentan, irse del ''gobierno'' dejando tantas cuentas pendientes con la ley, empieza a convertirse para los apoyadores de Labastida en una pesadilla de todas las noches. En consecuencia, duermen poco y mal. Y despiertan más confusos y angustiados. Véase, por ejemplo, cómo están manejando su estrategia desestabilizadora en Chiapas. Copio, íntegro, un párrafo de La Jornada de ayer, página 14:

''Por su parte, a nombre de los grupos parlamentarios del PAN, el senador (Francisco) Molina Ruiz exigió también que el titular de Gobernación aclare quién pidió la presencia de la PFP (Policía Federal Preventiva) en Chiapas, toda vez que el encargado de la corporación, Wilfrido Robledo, dijo a los senadores que su participación sería para prevenir incendios en la Lacandona; después el coordinador para el diálogo, Emilio Rabasa, explicó que era para funciones de desarme; Diódoro Carrasco sostuvo que se envió al cuerpo policiaco a la entidad a solicitud del gobernador Albores y éste lo desmintió''.

Recuérdese, para mayor abundamiento, que en el pretendido desalojo de las comunidades zapatistas que viven dentro de la reserva de Montes Azules, se produjo el mismo desorden. Gobernación afirmó que se mandaba a la PFP a petición de Julia Carabias, titular de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap). Sin embargo, ésta salió en su propia defensa y negó que hubiese requerido el auxilio de los hombres de gris. Y cuando los consumidores de noticias parpadeaban atónitos frente a semejante contradicción, Carabias rectificó y dijo que urgía el arribo de la PFP a aquellas selvas donde un bien documentado estudio de Andrés Barreda (La Jornada, 10/05/00) demostró que, según las fotos de los satélites vigilantes, los incendios que Semarnap atribuye a los indígenas zapatistas en Montes Azules en realidad no existen.

ƑCuál es la moraleja de esta fábula? Que el PRI y el ''gobierno'' federal no han logrado su propósito de crear consenso en la opinión pública para lanzar una ofensiva policiaca, militar y paramilitar contra el EZLN a fin de distorsionar el proceso electoral del 2 de julio, poner en fuga a los seguidores de la coalición de partidos que apoya en Chiapas a Pablo Salazar Mendiguchía y generar un efecto expansivo que atemorice a la izquierda cardenista en otras regiones del país, con el propósito de incrementar el abstencionismo en las ciudades y abrir un espacio mayor de maniobra para el fraude. Pero entonces, como no les salió (de momento) la jugada en el sureste, atacan en el Distrito Federal.

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Respuesta sobre López Dóriga. El sábado anterior, en este espacio, el tonto del pueblo preguntó a sus lectores si al quitarle un pelillo del hombro a Rosario Robles mientras la entrevistaba en televisión, Joaquín López Dóriga cometió una expresión de machismo o un gesto democrático. De las 16 cartas que llegaron al buzón de esta plana, 13 opinaron lo primero y 3 lo segundo, aunque sólo una se refirió al periodista con palabras altisonantes.

Pero mientras el público respondía a esta encuesta, Rosario vivió, el martes de esta semana, uno de los días más difíciles de su gestión. Bajo la batuta de Leonardo Rodríguez Alcaine y la mafia de la CTM, el Zócalo fue ocupado por dos iracundos contingentes de policías auxiliares y taxistas, que se plantaron en la plancha de asfalto y bloquearon algunas arterias del centro para desquiciar el tráfico de la ciudad. A estas dos manifestaciones se agregó la de los maestros, que todos los años llegan en mayo al DF con sus dramáticas y desesperadas demandas de aumento salarial, que Zedillo y sus funcionarios del ramo han sido incapaces de atender.

Robles Berlanga bajó de su oficina y se metió entre los histéricos policías para escuchar sus peticiones y darles respuesta en el acto. Rodeada de tantos gorilas, y una vez que se hubo alcanzado un principio de arreglo, la joven política preguntó a sus feroces interlocutores:

-ƑY ahora qué? ƑMe van a dejar salir?

Y los hombrones, que hubiesen podido aplastarla sin dificultad, le hicieron valla para protegerla. Entonces, la mera mera del GDF se dirigió a los maestros y después de oírlos, estableció un puente con el ''gobierno'' federal para agilizar las negociaciones entre éste y aquéllos. Cuando por la noche, en Tv Azteca, el locutor Pablo Latapí la entrevistó al respecto, pidiéndole un tramposo comentario sobre el ''caos de la ciudad'', Robles le aclaró la película.

-No hubo caos en la ciudad, fue nada más en el centro. Y en cuanto a los maestros, ese problema no lo causamos nosotros sino la Secretaría de Educación Pública. Cuando el ingeniero Cárdenas sea presidente, el problema de los maestros va a dejar de existir.

Rosario contestó con elegancia, sin ignorar que la televisión de peluche ha montado una campaña especial en su contra. El viernes de la semana pasada, en el Tec de Monterrey, donde cartas de alumnos participantes afirman que se ganó al auditorio y salió en medio de una cálida ovación, Azteca mintió al ''reportar'' que los estudiantes le reclamaron su mala conducción del DF. Al correo electrónico de esta plana llegaron varios testimonios en los cuales se asienta que los ''periodistas'' de aquella televisora en Monterrey distribuyeron tarjetas entre los educandos para que le hicieran preguntas ''difíciles'' a nuestra jefa de Gobierno. Reforma, a su vez, corroboró estos datos.

Pero la conclusión, para quienes vieron el numerito televisivo del martes, fue que Rosario Robles actuó con gran valor al enfrentar a los policías como lo hizo, y que ni Santiago Creel ni el desvanecido Silva Herzog hubieran tenido los pantalones suficientes para emularla. En su estratagema por bajarle puntos de popularidad al gobierno capitalino y debilitar la candidatura de López Obrador, a los desestabilizadores de Zedillo y Labastida el tiro les volvió a salir por la culata. Pero entonces golpearon por otro flanco.

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Y se inundó Xochimilco. En efecto, esa misma noche del martes, y al amparo de las lluvias torrenciales que se abatieron sobre el sur de la ciudad, alguien rompió un bordo en el parque de los jardines flotantes, provocando que se vaciara un canal y que las aguas cubrieran una vasta extensión de flores de cultivo, causando pérdidas económicas tanto a los lancheros -cuyas trajineras reposan actualmente sobre una plasta de lodo, inertes- como a los floricultores que vieron destruida en segundos su mágica producción.

Conatos de amotinamiento policial en el Zócalo, inundaciones artificiales, Ƒqué sigue? Andrés Manuel López Obrador decidió a última hora de la semana pasada no gastar en televisión para anunciar el plebiscito sobre su candidatura. Fue como una encuesta a la inversa. Y el resultado fue óptimo: sin recordatorios, 500 mil personas acudieron a las urnas, lo que representa la cuarta parte de los votos que Cárdenas obtuvo en el DF en 1997. El ejercicio simbólico vino a confirmar la honda implantación del tabasqueño y ratificó la victoria, ya inevitable, de su oferta electoral... aunque Diego Fernández de Cevallos (léase el PRI, Salinas, Zedillo, Labastida y Fox) lo impugnen de nuevo la semana próxima y el tribunal federal lo descalifique.

Si esto sucede, no importa quién sustituya a López Obrador. Quien lo haga deberá comprometerse públicamente a nombrarlo secretario de Gobierno y a renunciar en su favor en cuanto las disposiciones reglamentarias lo permitan, para que la ciudad sea administrada por el hombre que de antemano ha escogido para tal efecto.

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Cara a cara. El tiempo, nuestro tiempo, ha entrado en un callejón sin salida que se llama 2 de julio. El régimen del PRI se sabe seriamente amenazado por la indignación del pueblo y teme encontrarse a solas con éste en aquel cercano y peligroso lugar. Para no llegar tan ''desprotegida'' a la reunión, la dictadura más antigua del planeta está creando un sinfín de conflictos, pues lo que busca es acudir a la cita acompañada de soldados, policías y delincuentes de toda laya para imponerse otra vez por la fuerza y el terror. Así, pues, la amenaza es mutua. A quienes a lo largo del sexenio han demostrado que nos odian, porque todos sus actos no han procurado sino nuestra infelicidad, hay que voltearles la tortilla. Por ello el tonto del pueblo recomienda a sus lectores:

-Este fin de semana, y aprovechando el calor, amen... asados.

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