DOMINGO 21 DE MAYO DE 2000
Ť Su nombre y la flauta, sustantivos asociados para la posteridad
La Ciudad Luz, en tinieblas: Rampal se ha apagado
Pablo Espinosa Ť El flautista francés Jean Pierre Rampal expiró la mañana de este sábado en París, a los 78 años de edad. "Se ha apagado la luz del mundo musical", declaró el presidente Jacques Chirac.
Los sustantivos Rampal y flauta quedan asociados para la posteridad. Tal amalgama entre el corazón, los pulmones, los sentimientos y el talento genial de don Juan Pedro y la nobleza del oro macizo del que estaba hecho su instrumento quedó fundida desde la posguerra.
De primera flauta de la Opera de París, el marsellés Juan Pedro Rampal pasó a las primeras planas de los diarios y a las portadas de discos que se han impreso por millones.
Entre las varias maneras de glosar la valía de Rampal está la numeralia: trátase de quien más discos de música de concierto ha grabado, de entre una pléyade de solistas inmortales y en una industria en que la abundancia y la saturación son intrínsecas.
Pero no es una cuestión de cantidad, sino de calidad. Además de cubrir con excelencia los apartados de música barroca (fue precursor del movimiento que hoy es fiebre por lo antiguo), literatura concertística romántica y dosis considerables de estrenos de sus contemporáneos, quienes escri- bían ex profeso para su flauta áurea, Rampal ganó todavía más celebridad, que ya era inconmensurable, cuando grabó con Ravi Shankar y con Claude Bolling discos que hacen sonar estúpido el término crossover.
Música, mucha e impoluta hizo en su vida el varón Rampal.
Muchas fueron sus visitas a México, durante ilustres lustros. En varias entrevistas publicadas en La Jornada, don Pedro Juan se prodigaba a fondo frente a exquisitos vasos de pastís, esa bebida generosa que, junto al calvados, nos ubica de inmediato en una partitura de Erick Satie haciendo esquina con la escritura de Simone de Beauvoir.
Recordemos a Rampal, durante una de esas entrevistas: "La música contemporánea que a mí me gusta es la que hace latir mi corazón. Pero si se trata sólo de ruidos, o si la partitura es como el diagrama de un plomero para arreglar una cañería, no me interesa para nada. Pero, a final de cuentas, se trata de una cuestión filosófica de relatividad. Es algo ya viejo. Porque, Ƒse imagina usted si todos amáramos a la misma mujer? Habría más guerras que las actuales. Porque el mundo actual es una catástrofe, hemos llegado a un punto tal de violencia insostenible. La música, en cambio, aproxima a la gente, amorosamente. Eso resalta lo vergonzoso que resulta que en el mundo sucedan hechos violentos. Por fortuna -ironiza- hasta el momento no he visto a la gente matarse entre sí en los conciertos".
La mañana de este sábado se hicieron las tinieblas en la Ciudad Luz. El último suspiro del flautista queda como epílogo del libro de memorias que escribió: "Música, mi vida".