LUNES 22 DE MAYO DE 2000

Ť Acusaciones mutuas de Labastida, Fox y Cárdenas


Frente a las cámaras de TV acuerdan debatir los aspirantes

Ť Spots previos a la aparición del sinaloense y el guanajuatense

Juan Manuel Venegas, José Gil Olmos y Juan Antonio Zúñiga Ť Entre acusaciones mutuas por el fracaso de las negociaciones para celebrar el encuentro convenido para el día 23, los candidatos presidenciales del PRI y de las alianzas por el Cambio y por México se vieron obligados a presentarse en la televisión y ahí, frente a las cámaras, lograron en minutos lo que no pudieron sus representantes en cinco días: acordaron debatir.

A cuadro Fox y Labastida. El primero propuso que fuera el mismo 23, en el Zócalo capitalino. El sinaloense lo acusó de populista y ofreció mandar a sus negociadores para definir los términos del encuentro. Cárdenas, vía telefónica, refrendó su disposición a debatir en la fecha y lugar que se acuerde entre los tres equipos.

La aparición de los candidatos presidenciales fue precedida de mensajes pagados por el priísta y el panista. "Yo sí quiero debatir, Fox no", dice el spot de Labastida. "Estoy listo para un debate... no nos importa la altura del banquito, el color del fondo del escenario o el tipo de botana que se sirva a los invitados", refutó el guanajuatense en su mensaje. Era ya la guerra declarada.

Ahora sólo falta la fecha para el encuentro.

El fracaso en el edificio del Parque

Los negociadores de Labastida, Fox y Cárdenas consiguieron lo que dejaron entrever desde que el martes iniciaron las conversaciones: romper el debate del martes 23.

Y antes que las circunstancias los obligaran a su aparición televisada, los tres candidatos se lanzaron en acusaciones de culpabilidad. Francisco Labastida y Cuauhtémoc Cárdenas enfocaron sus baterías sobre el panista Vicente Fox, quien reviró contra el sinaloense y pidió al michoacano "aliarse".

"Es desafortunado y lamentable", acusó Labastida. "Fox tuvo miedo, faltó a su palabra y a su compromiso", apuntó Cárdenas. "Labastida y el PRI no quisieron un debate abierto, se echaron para atrás en el último minuto", respondió Fox.

Los negociadores secundaron a sus jefes y en una rebatiña pública entraron al quite, balconeando lo que quisieron ocultar en el protocolario comunicado que emitieron el sábado a la medianoche.

De parte del equipo foxista la respuesta fue a botepronto. Su representante en la mesa de negociaciones, Pedro Cerisola, dio su versión de cinco días de negociaciones privadas: "Los priístas llegaron sin propuesta, con la clara intención de romper el acuerdo que firmamos el 28 de marzo... Jorge Alcocer (representante de Labastida) dijo que la 'sociedad valía madres; que este era un debate entre candidatos', y que él no tenía autorización para negociar ni acordar nada".

Según Cerisola, de parte de los negociadores del PRI también hubo desprecio por los informadores. "Carlos Ortiz Tejeda, acompañante de Alcocer, nos dijo que no nos preocupáramos por los líderes de opinión, y retó: 'Dinos el nombre de quien quieras, šyo te digo cuánto vale!'".

Una vez enterado de la delación del foxista, Ortiz Tejeda comentó: "Le concedo el beneficio de la duda, pero me resulta inusitado que una persona que se presentó como digna, diga cosas falsas y, además, contradiga el comunicado que firmó junto con todos los negociadores. Ahí se comprueba una vez más que los foxistas no tienen empacho en faltar a su palabra. No quiero caer en dimes y diretes, pero se ve que fue presionado por su jefe (Fox). Me asombra que diga una cosa que no puede sostener. Si lo hizo, delata su falta de calidad moral, šimagínese! Si digo una afirmación como esa, no me la acabaría con gente como Carlos Monsiváis, Miguel Angel Granados Chapa o El Fisgón, que son algunos de los que conozco y estimo".

Pero el que se dijo pillado fue Cerisola. En conferencia, al lado de Fox, "lamentó" que los priístas no respetaron el comunicado que firmaron y en el que las tres partes informaron de la mejor voluntad y respeto para llegar a acuerdos por consenso y que, "de común acuerdo", se concluyó que no era posible llevar a cabo el debate. "Si estábamos en común acuerdo, Ƒpor qué nos quieren culpar a nosotros?", se preguntaba el foxista.

Julio Moguel, comisionado por Cárdenas en las pláticas, señaló: "Muchas cosas se dijeron, pero lo cierto es que la actitud contradictoria de Fox es una muestra de lo que podría pasar si llega a la Presidencia".

En público, tanto los candidatos como sus representantes insistían en su interés por debatir. Pero dentro de la casa del perredista Lucas de la Garza, en el piso 17 del edificio del Parque, la actitud era contraria.

Y desde el segundo día de negociaciones (el miércoles) se filtró el principal punto de desacuerdo: la propuesta del panista de incluir a tres entrevistadores en el encuentro, con capacidad de cuestionar espontáneamente a los aspirantes.

La primera versión fue que los panistas habían endurecido su postura y que la intención de presentar su propuesta, a sabiendas que sería rechazada por priístas y perredistas, era con la clara intención de "asfixiar" a sus interlocutores. Por eso mantuvieron una posición irreductible, que reforzaron cuando -según las versiones- manejaron entre los posibles entrevistadores el nombre del historiador Jorge Castañeda, asesor de Fox.

Cerisola negó que hubiera propuesto a Castañeda, y sobre los entrevistadores, subrayó: "Desde el primer momento los representantes, tanto del ingeniero Cárdenas como del licenciado Labastida, indicaron la imposibilidad, por mandato, de negociar o abrir ningún punto que implicara incertidumbre para sus candidatos. No aceptaron entrevistadores por el nivel de incertidumbre que ello representaba, y el control que los candidatos podrían perder al momento de sus presentaciones".

Pero la versión de Jorge Alcocer fue otra: desde el inicio de las negociaciones advertimos que "este punto iba a convertirse en un problema; sería inimaginable ponernos de acuerdo en tres líderes de opinión; que esto iba a convertirse no en un debate de tres, sino de seis", y se correría el riesgo de que estos líderes compitieran entre sí para definir "quién era el más duro, el más ingenioso".

Los perredistas, por su parte, observaron que en lugar de un "verdadero debate" habría "una entrevista colectiva de varios comunicadores, o líderes de opinión, que hicieran preguntas a los candidatos, hasta convertirse en un verdadero obstáculo a la confrontación de ideas y proyectos".

Virtudes públicas... negociaciones privadas

El fracaso del debate fue anticipado por otro de los operadores de Fox. Ocho días antes que se oficializara el rompimiento, Rodolfo Elizondo adelantó vísperas. Acusó al PRI de prácticas dilatorias, dijo que no había con quién negociar por parte del equipo labastidista y reconoció que él tampoco había hecho gran cosa por buscarlos. "La señal que estamos recibiendo es que hay poco interés para que el segundo debate se lleve a cabo".

Un día después, Labastida azuzó a panistas y perredistas cuando planteó la posibilidad de incluir a Gilberto Rincón Gallardo fuera un cuarto invitado al debate del 23. Sabía perfectamente que ni panistas ni perredistas se lo iban a aceptar.

Ya el lunes 15, los priístas reaccionaron y nombraron a Jorge Alcocer su representante en las negociaciones, en sustitución de Esteban Moctezuma. En respuesta, los panistas enviaron una carta en la que reiteraban su disposición al debate, y se sacaban de la manga la propuesta que finalmente reventaría las negociaciones.

En el resto de la semana las filtraciones y las conversaciones en corto marcaron el preludio de un acuerdo que ninguno estaba dispuesto a cumplir. Labastida, Fox y Cárdenas seguían diciendo en público que el debate sí les interesaba.

Y como nadie quiere cargar con el costo de abortar el debate, ayer ante las cámaras de televisión los candidatos asumieron nuevamente el compromiso de encontrarse en una fecha aún por definir.