MIERCOLES 24 DE MAYO DE 2000

Ť Nuevos documentos prueban la alianza que existió en los años 70 y 80


Trabajó la dictadura brasileña para su par argentina

Stella Calloni, corresponsal/II, Buenos Aires, 23 de mayo Ť Otros documentos que han salido a la luz en los últimos días permiten conocer más sobre la participación brasileña en la Operación Cóndor: la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de Brasil recibió la semana pasada nuevos documentos de parte del diputado Jair Krishke, quien pertenece al Movimiento de Justicia y Derechos Humanos del país sudamericano.

Entre ellos se encontraba una solicitud enviada en junio de 1978 por el entonces dictador argentino Jorge Rafael Videla al general Ernesto Geisel, con una lista de argentinos "subversivos", ante el temor de que éstos pudieran "aguar" el campeonato mundial de futbol que se realizó en Argentina aquel año.

Krishke, quien dijo que en esa lista están los nombres de varios detenidos desaparecidos, proporcionó además los nombres de varios jefes militares brasileños que integraban los mandos superiores cuando fue secuestrado el joven argentino Lorenzo Viñas en 1980, en un paso de la frontera brasileña hacia Argentina.

En Italia, la italo-uruguaya Lilian Celiberti declara actualmente ante el fiscal Giancarlo Capalbo sobre su secuestro y el de su compañero y sus dos hijos de nueve y tres años, el 12 de noviembre de 1978 en la terminal de autobuses de Porto Alegre.

En su testimonio declaró que en la operación participó un grupo de contrainformación de la dictadura uruguaya y miembros del DOPS, la temible policía política secreta de Brasil.

Al frente del llamado Operativo Zapatos Viejos estaba el capitán brasileño Eduardo Ferro, y Glauco Yanonne, por Uruguay. El estado mayor del tercer cuerpo del ejército de Brasil autorizó esta operación, pero la misma fue denunciada por varios medios de comunicación.

El general Joao Figueiredo dijo entonces, para justificarse, que la familia había "abandonado voluntariamente" Porto Alegre y viajado hacia Uruguay, donde la pareja estuvo detenida cinco años.

Sobre este caso, Mauricio Lee Gardo publicó en su libro Confesiones para un genocidio el testimonio de Hugo García, un militar de inteligencia arrepentido de Uruguay que participó en el secuestro de Celiberti y Rodríguez.

García dijo que el operativo de captura fue decidido por la "compañía" (de contrainformaciones) de la inteligencia uruguaya, en una campaña contra el Partido por la Victoria del Pueblo.

La compañía hizo un acuerdo con el DOPS brasileño, pero "lo que falló es que el periodismo descubrió el secuestro", admitió el agente, quien también relató haber presenciado las torturas a las que fueron sometidos Lilian y su compañero, y recordó que los hijos de la pareja estuvieron en casa de un oficial del ejército que vivía en Montevideo.

Por su parte, Lilian Ruggia relató a La Jornada los años de dolorosa búsqueda de su hermano Enrique, quien cuando tenía 18 años se unió a un grupo de brasileños refugiados en Buenos Aires, que buscaban lo que creían sería una nueva acción contra la dictadura en su país.

El grupo brasileño había llegado a Argentina huyendo del golpe militar en Chile en 1973, donde estaba refugiado.

Pero en esos tiempos de represión la paramilitar Alianza Anticomunista Argentina ya estaba actuando en la confección de fichas de disidentes políticos de izquierda y en secuestros, atentados y asesinatos.

Curiosamente, alguien llegó un día a ver a este grupo, donde estaban los hermanos Joel y Daniel Carvalho y Onofre Pinto, ligados a la guerrilla de Vanguardia Popular Revolucionaria, y esta persona aparentemente los convenció de regresar clandestinamente a Brasil.

"Mi hermano era un joven muy sensible. Ambos estábamos estudiando y no teníamos una militancia política. Enrique sintió admiración por aquellos luchadores. Al parecer existió un plan en Brasil para tratar de atraer a los militantes y por eso mandaron a dos colaboradores (antes guerrilleros) a Argentina, entre ellos una mujer", dijo Lilian Ruggia.

Agregó: "Tenían muchas ganas de atrapar a Onofre Pinto, ex lugarteniente de Carlos Lamarca, con quien tenían un doble ensañamiento porque había sido suboficial del ejército. Enrique vino un día a decirme que se iba para realizar grandes cosas. Fue la última vez que lo vi".

En 1992, tras 18 años de búsqueda y con la ayuda de Krishke, Lilian conoció la verdad en Río Grande do Sul. Supo que un joven argentino murió en una trampa tendida por la dictadura brasileña, que llevó al grupo de muchachos hasta una finca donde los esperaba el ejército.

Ahora, a la luz de las nuevas revelaciones sobre Cóndor en Brasil, Lilian busca saber si en la operación hubo participación argentina y dónde está el cuerpo de Enrique, quien ha sido reconocido como desaparecido por el Estado brasileño.