Javier González Rubio I.
El debate
De casta le viene al galgo. El debatido debate del 23 de mayo, que no se ha llevado a cabo, le ha servido a Cuauhtémoc Cárdenas para debatir en dos ocasiones y ganar ambas, la primera, cuando en el noticiero que conduce Joaquín López Dóriga llevó a Fox y Labastida a su terreno y los obligó a pactar una negociación directa para el debate entre los tres. La segunda, en la discusión consecuente celebrada el martes 23 en su casa de campaña con los otros dos candidatos. En esta ocasión quedó claro el desequilibrio en el que se encuentra Vicente Fox en la recta final de la campaña, incapaz incluso de mantener un diálogo coherente fuera de script, pero quedó claro también que el candidato de la Alianza por México nunca es un derrotado, nunca asume las derrotas supuestas y no está dispuesto a ceder ante presiones de la mercadotecnia política que cada día parece carecer más de ética y poseer más intereses ajenos a las necesidades democráticas.
Cárdenas mostró su disposición a cumplir con el ofrecimiento de realizar un debate entre los tres candidatos que verdaderamente importan; Fox lo ha rehuido pues, a pesar de las cuentas alegres de algunos medios hechas después del debate anterior, no salió tan bien librado. Labastida, por su parte, yendo adelante, según sus encuestas, en las preferencias electorales, no quiere correr riesgos innecesarios, sin embargo, ante la posición de liderazgo asumida por Cárdenas ante este nuevo debate, él tuvo que corresponder.
Resultó asombrosa la forma en que Fox intentó a toda costa realizar un debate apresurado en un terreno que le resultaba cómodo, el de la televisora del Ajusco, con conductores de la misma casa, empresa que ha evidenciado que tiene su corazoncito con el ex gobernador de Guanajuato.
El colmo del cinismo foxista fue cuando, incapaz de decir algo fuera de script a menos que sea una tontería, leyó las tarjetas oficiosas y estereotipadas que le habían preparado para argumentar que sus oponentes no tenían disposición al debate. La maniobra fue tan burda, que evidenciaba que su posición estaba asumida y definida de antemano y cómo le habían escrito sus asesores lo que tenía que decir. Fue tan obvio que mereció una irónica y divertida felicitación de Cárdenas "por lo rápido que escribe sus discursos". Labastida se hizo a un lado en el pleito y dejó la discusión en manos de un Cárdenas sonriente, despreocupado pero, como siempre, serio, sin firmar cheques en blanco, que no cedió un milímetro de terreno a Fox y a sus aliados televisivos que, al parecer, ya hasta tenían patrocinadores para el debate. Joaquín Vargas, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión, con gran energía se desmarcó de los caprichos y pretensiones foxistas sin caer en parcialidad alguna.
Como decía El Mago Septién del beisbol, "esto no se acaba hasta que se acaba", y como ha dicho Cárdenas, la verdadera encuesta será el 2 de julio; entonces Fox perderá más de lo que ha perdido hasta ahora, más todavía de lo que perdió el martes 23 al evidenciar sus incapacidades, sus incongruencias y, desde luego, sus mentiras. ƑQué sería de él sin sus serviciales escribanos? Lo bueno es que dentro de poco más de un mes ya no tendremos que oírlo.