José Steinsleger
A las armas las carga Washington
CUANDO EN 1956 el actor Charlton Heston bajó del Sinaí con la tabla de Los diez mandamientos, pocos advirtieron que Hollywood había sustituido el "No matarás" por la segunda enmienda constitucional de Estados Unidos: "...el derecho del pueblo para guardar y portar armas no podrá ser infringido".
Diez años después, Moisés protagonizó el rol estelar en El planeta de los simios, filme que acaba con la destrucción del mundo (o sea Nueva York). Entonces, Dios ungió a Heston como presidente de la Asociación Nacional del Rifle (ANR) y le anunció que "Gun City", estado de Nevada, sería la capital del nuevo pueblo elegido.
Los datos precedentes pueden sonar extraños. Pero si 90 por ciento de los estadunidenses descree de la teoría de la evolución que formuló Darwin; 29 por ciento cree haber tenido contacto con ovnis; 48 por ciento piensa que los ovnis existen (Newsweek, 8.7.96); 17 por ciento cree que seres de otros planetas han abducido a seres humanos, 13 por ciento que han tenido contacto con miembros del gobierno (Time 23.6.97) y 12 por ciento cree que Juana de Arco fue esposa de Noé (Harper's, 2.97)... Ƒpor qué dudar, en el país del miedo, de la misión providencial de Gun City?
Gun City existe. Sus calles se llaman "del Tambor", "Avenida del gatillo" y "Bulevar de la Mira Telescópica". Día a día, la flamante urbanización crece en el desierto al calor de su principal atracción: el tiro al blanco con todas las armas que circulan en el mercado estadunidense. Ignatius Piazza, alcalde de la ciudad, es un visionario ex masajista de California, que así como asegura tenerle pavor a las armas sostiene, al igual que la ANR y Charlton Heston, que son "hipócritas" quienes abogan por su control en la gran democracia del norte.
Hilando fino, no les falta razón. El proyecto de "despistolización" impulsado por el gobierno del presidente Clinton es muy cuestionable en un país donde un simple impuesto de 30 dólares confiere a un ciudadano el derecho de vender armas y donde un ex criminal puede adquirir un arsenal con sólo mentirle al armero respecto de sus antecedentes. La ANR proporciona el resto: una gorra, una suscripción a la revista American Rifle Man, una tarjeta de crédito y un seguro de vida, además de las municiones, por la módica suma de 25 dólares.
En mayo de 1999, mientras de un lado supervisaba el bombardeo de las bombas "inteligentes" sobre Yugoslavia y por el otro los entretelones del "caso Lewinsky", la Casa Blanca celebró la "cumbre" sobre violencia escolar. Y en noviembre, el gobierno anunció la entrega de 15 millones de dólares a los ayuntamientos que compren armas a los particulares y las destruyan, con el propósito de conjurar la violencia que todos los años cobra la vida de miles de ciudadanos.
El productor de cine David Geffen, magnate de la música y socio de Steven Spielberg, declaró a The New York Times que si lo que se pretende es combatir la violencia que hace estragos en la sociedad estadunidense, "...antes de hablar con la gente de la música, el cine o los videojuegos, el gobierno debería hablar con los psiquiatras".
La brutal realidad del "Creáse o No" demostró que los temores de Geffen andaban bien encaminados. En diciembre, el Congreso destinó 250 millones del presupuesto nacional para impartir la castidad como eje del sistema educativo. Apoyada por 95 por ciento de los estadunidenses (según la Kaiser Family Foundation y Alan Guttmacher Institute), empezó la campaña "Virginidad hasta el matrimonio" con esloganes tales como "El verdadero amor sabe esperar", "Somos vírgenes y estamos orgullosos de serlo" y "Simplemente hay que decir no al sexo".
En abril, el niño Nicholas Aldini, de once años, fue expulsado cinco días del colegio Mamoreneck, pequeña localidad situada al norte de Manhattan. Poeta precoz, Nicholas había escrito y recitado a dos compañeritas un poema: "Las rosas son rojas. Las violetas son negras/ ƑPor qué es tu pecho tan plano como tu espalda?".
La directora del colegio y Stacy Holmes, responsable del sistema educativo del distrito, calificaron al niño de "depredador sexual". Con toda seguridad, la Asociación Nacional del Rifle sabrá cómo orientar los impulsos de Nicholas en el futuro inmediato.